- ¡Qué chucha te pasa! Dios mío, si que eres idiota.
Hablo o más bien gritó el tricolor de escudo a su amigo peruano.
- Me puse nervioso, ¿¡qué quieres que haga!? Si tú hubieras estado en mi lugar, hubieras hecho lo mismo.
- Yo no hubiera sido tan estúpido de lanzarle una copa de vino en toda la camisa y que todavía esa camisa sea una camisa blanca.
- Está bien, admito mi error, lo sientooo.
- Lo siento a mi que? Lo siento a esa pobre alma en desgracia que le tocara pagar para limpiar tu estupidez, idiota.
Ecuador terminó por levantarle la mano a Perú dándole un para nada pequeño golpe.
Siempre se trataban así, eran muy buenos amigos y congeniaron bastante bien aunque claro, algunas veces tenían sus choques pero en general, eran bastantes cercanos, siempre que podían se buscaban para hablar y caminar, tal vez para comer algo, para contar cosas que les hayan pasado o para pedir consejos, como este era el caso.
-Pero ya hablando en serio!... Yo te dijera que te vayas de aquí, agarres doce tulipanes rojos y!... te los metas por el culo.
El bicolor solo suspira y esa vez, fue turno de golpear al tricolor. - Con esa boquita besas a tu madre.
El de escudo ríe.
- Ve a comprar una docena de tulipanes rojos, después de que los tengas ve a su casa, tocas a su puerta y le pides perdón por tu estupidez, esperas que te conteste, si es un no, no te queda de otra que largarte y si es un si, le pides otra cita.
- Está bien, compro doce tulipanes y me voy a su casa.
- Que sean rojos, no lo olvides.
- ¿Por qué rojos?
- Esperas a que te lo expliques y otra persona valla por tu querido amor?
- Esta bien, esta bien, te veo luego imbécil.
El peruano se despide y gira en su puesto para comenzar a correr.
- ¡No te olvides! 12 tulipanes rojos!
El castaño ríe cuando ve el pulgar arriba de su amigo.
A los pocos minutos lo pierde de vista, agarra las tiras de su bolso con sus manos y comienza a caminar, ya estaba anocheciendo y era hora de regresar a casa.