-¡Ustedes vayan no más! Yo voy caminando, mi casa está cerca.
-Seguro?
- Sisi, ya tienen suficiente con un México inconsciente y un Argentina borracho y enojado.
- Bueno, si así lo dices.
El uruguayo, el cual era el único sin una gota de alcohol en su sistema ya que era el conductor designado, se acercó a Ecuador con el fin de despedirse, dándole unas pequeñas palmadas en la espalda.
- Cuídalos, el día de mañana les llevaré un poco de encebollado para que se les baje un poco el chuchaqui que tendrán mañana.
- Si, por favor - ríe el uruguayo, subiendo todos al auto-
El tricolor sonríe, cruzando la calle, haciéndole de la mano al Uruguayo.
Y de repente el tiempo se ralentizó.
Pestaño y vio hilos.
Hilos rojos en su mano, entre sus dedos, en sus brazos.
Sentía los finos sobre su cabeza cayendo hasta sus pies.
Y
Sintió el choque del auto que tenía frente en un golpe de realidad.