3 ¿Qué sucede con la superiora?

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Última pregunta de esta ronda ^u^ Habrá nuevas la próxima semana, fufufu. 

3. Mi obra de hombres lobo, OMEGA, originalmente no era un fanfic melizabeth, ¿cierto o falso? 

III. Dime el nombre de una película de Halloween que sea divertida y no aterradora >u< No me malentiendan, me encantan los sustos, pero a mi me gusta mezclar los gritos con las risas. Se vale si ponen películas infantiles, ¡lo importante es que grite dulce o truco! 

***

—Como les comenté —dijo la superiora tomada del brazo de Elaine—, nuestra abadía está pasando por un mal momento justo ahora. Las deserciones son muy frecuentes, y encima de eso, la conducta de algunas de las novicias ha sido... bueno, terrible.

—¿A que se refiere madre? —La rubia se volteó a ver a Zeldris con dulzura y detuvo un momento su andar.

—¿Sabe qué es lo que guarda este convento, joven? —Súbitamente algo de la usual habilidad mental del pelinegro volvió, y recordó de golpe todos los datos que su monasterio había estado recabando.

—Claro. Se dice que guarda una de las reliquias más misteriosas de la iglesia: el corazón de un santo.

—¡Así es! —comentó la rubia pestañeando de forma casi coqueta—. Guardamos la reliquia bajo llave en el lugar más profundo del convento. Pero me temo que una de mis monjas debió pensar que aquel tesoro era un mero objeto de joyería, porque robó la llave con la que abrimos el recinto.

—¡Que herejía!

—Pero oiga hermana —Ban no se veía nada convencido del asunto y se rascaba la barbilla pensativo—, ¿no cree que no sirve de nada quedarse si ya no hay nada que proteger?

—¡Oh no! El tesoro sigue bajo llave, y siempre está vigilado. Lo que pasa es que la ladrona sigue en fuga, y desde aquel reprobable comportamiento, más y más chicas se desaparecen.

—Dirá que se marchan.

—Sí —dijo la ojiroja haciendo una misteriosa pausa—, eso. Sé que dicha novicia debió dejar la llave por aquí, en alguna parte del castillo, pero somos muy pocas para buscarla, y tenemos miedo de que vuelva para robar la reliquia.

—¡Nosotros la ayudaremos a encontrarla! —gritó el seminarista, y lo hizo con tal entusiasmo que asombró a todos y terminó ruborizándose. La rubia en cambio, sonrió complacida, y asintió con calma.

—Acepto gustosa su ayuda, amigos míos. Pero me temo que tendrá que ser mañana, ya está atardeciendo, y tenemos que hacer las oraciones nocturnas.

—Vaya, vaya, vaya —Meliodas levantó una mano para hacerse sombra y mirar al sol, y el resto de sus acompañantes se miraron nerviosos. Según ellos, hacía poco más de una hora que habían entrado al convento, exactamente a las doce del día. Entonces, ¿cómo era posible que el sol ya se estuviera ocultando?—. Bueno, pues mañana será. Superiora, ¿tendrá algunos cuartos donde podamos quedarnos?

—Por supuesto. Síganme por aquí —dijo la monja apurándose, y tras otros quince minutos de más pasillos y escaleras, por fin llegaron a una parte del castillo que parecía un poco más moderna—. Estas son las habitaciones, aunque me temo que están un poco separadas entre sí. Tienen todos los servicios, pueden comer lo que haya en la despensa, pero les pido disculpas de antemano si escuchan ruidos en la noche. El viento se filtra y puede llegar a haber ratones.

—¡Ratones! —exclamó Elaine con asco.

—Tranquila hermana. Usted dormirá con nosotras en una mejor zona.

Las Monjas - Especial de Halloween 2020Donde viven las historias. Descúbrelo ahora