Ya era media hora de que Lee Minho no salía de aquel lugar, y dos personas al frente de la comisaría podían sentir el mismo miedo que el mayor sintió dentro de aquella sala dónde se encontró hace dos horas casi ahogándose por observar las paredes contraerse ante él. Y entonces se formuló una pregunta entre ambos chicos que vigilaban a lo lejos desde un auto al otro lado de la acera.
— ¿Por qué aún no ha salido?
Preguntó el de lunar bajo el ojo, con algo de nerviosismo. Ese chico de cabellos largos y negros, quien ahora se encontraba al lado de su mejor amigo, quien no podía dejar de mirar de reojo las ventanas de la estación policial en medio de la casi noche, mientras dentro de su corazón no dejaba de tener ese miedo indescriptible de que algo le hubiese pasado a quien hace mucho tiempo había amado, y ahora quedaban las cenizas rotas de un amor aún no terminado.
— ¿Aún crees que su padre tiene algo que ver?
Preguntó nuevamente el más alto. Ante ello el contrario de cabellos negros y lentes cuadrados, mordió levemente su labio aún preocupado, antes de poder responder con la mirada frente a él, sobre aquella calle ya vacía.
— Estoy seguro de que tiene todo que ver. Desde que deseó incriminarme hasta querer asegurarse de cerrar la boca de cada quien que lo descubrió, al igual que lo hizo con mi padre hace ocho años —susurró, apretando sus manos en el volante, furioso de ese recuerdo— el mismo año del accidente de Minho. Sé que el señor Lee está tras todo esto
Murmuró recordando cómo semanas atrás todo empezó a tener sentido, a medida que iba caminando sobre las pistas que habían sido capaces de atraerlo dos días antes de los primeros tres incidentes, el día en que vio a Minho por primera vez luego de ocho años, la vez que pudo encontrar los primeros cuerpos antes de que fueran recogidos por la policía y ir éste mismo.
La vez en que recordó porque lo había amado
Ese día en que independientemente del caso, buscó sus propias evidencias. ¿Y que si encontró algo? Si lo hizo. Y pudo recolectar sus primeras pistas, antes de que el padre del mayor lo hiciera y lo reconociera en medio de los presentes en la indagación policial, tomando precaución ante ello. Aquellas pistas que estaban escondidas dentro de las uñas retiradas de los muertos, del dedo pulgar de cada uno, al igual que habían hecho con su hermano. Lo mejor fue que aquella pista había contenido la misma sustancia con la que habían matado a cada uno de ellos. Lo único que pasó, fue que no solo él había encontrado, sino que Lee Minho, el hijo menor del comisario, también lo hizo. Por lo que no evitó mantenerlo alejado, pero éste no lo hizo así, cosa que arruinó casi su plan, yendo a buscar a una nueva persona en un caso, el día que tuvo que callarlo con un beso. Porque jamás tenía que haber hecho eso y hablar con su tío, quien había participado en callarlo luego de vender a su padre. Cosa que no le iba a perdonar, y menos el tratar de venderlo a trata de personas para evitar contar la verdad.
Hyunjin: No me digas, ¿Aún sigues creyendo que ese accidente fue provocado por su mismo padre? —rió bajo, suspirando, aunque pareciera una broma, por dentro sabía que tenía toda la razón— Dios, debo estar loco por seguir ayudándote a esconder a tu padre, y más por haber metido a mi enamorado en esto... Contando que lo mataron. Pero sé que esto es más que una sucia película en tu cabeza.... Si no hubiera visto con mis propios ojos...
Murmuró lo alto aún más bajo de lo normal, apretando sus puños sobre sus piernas. Odiaba ese recuerdo. A diferencia de Jeongin, Hyunjin era el que poseía gran carga emocional en ese momento. Alguien que seguía al menor por justicia. Una justicia que al parecer debía ser hecha por la misma persona que presuntamente era el icónico "criminal en serie" de la ciudad. Quien al principio de su llegada a Miroh, había actuado como un dócil caballero, en busca de meter a los criminales a la cárcel, ante su promesa ante su pensada postulación a la alcaldía.
Pero claro, ¿Quién dudaría de un criminal con gran labia? Exactamente, nadie. La únicas víctimas eran aquellas que no tenían voz ni voto al aparentar algo que no era, solo por tener un comportamiento algo extraño y tranquilo. Y el mayor punto del que debía tomarse para jamás ser descubierto, era Yang Jeongin, el presunto hijo de un asesino. Pero, ¿Cómo no ser visto mal por la gente, si aquel hombre había hecho hasta lo imposible para hundir a su familia?
Jeongin: descuida —murmuró, colocando sus guantes negros y su gorra de igual color— haré que ese hombre hable
Pronunció decidido, antes de bajar de aquel auto, en dirección hacia la comisaría, evitando escuchar las palabras de su amigo y aquel sonido de explosión que segundos después se escuchó en aquel lugar.
Jeongin: ¡Hyunjin!
Más al tratar de hacer algo o correr a socorrerlo, una llamada llegó a su móvil, mostrando en la pantalla que ahora sostenía, el nombre del mayor, por lo que no evitó contestar rápidamente.
Jeongin: ¿Minho?
Preguntó agitado, con el corazón en la mano, teniendo el miedo de que le hubieran hecho algo malo. Por lo que rezaba en que nada le hubiese pasado y menos ahora que lo había encontrado luego de muchos años.
— ¿Te agradó mi sorpresa?
"Esa voz" —fue lo único que pensó, antes de sentir un color rojo fijado en él desde lo lejos. Y entonces supo que estaba en problemas.
Pero, ¿Entonces todo había acabado?
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EL BIBLIOTECARIO [Jeongho] [FINALIZADA]
FanfictionPequeñas cartas de un secreto que descubrir. Espero que puedan darle todo su apoyo <3