Capitulo 17.

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A la mañana siguiente recibo una llamada de Peter. Ni siquiera se como ha conseguido mi numero, pero oir su voz es suficiente argumento para estar feliz todo el dia.

-¿Puedo verte hoy?-pregunta. Incluso por el telefono puedo percibir la emocion. Me lo imagino sujetando con fuerza la cuerda del telefono, y me muerdo el labio.

Una palabra se me acumula en los labios.Si, si, si a todo.

-Claro-me enrrollo un mechon de pelo en el dedo. Diria si a cualquier cosa que pidiera ahora mismo.

-Estupendo-responde, con un tono bajito que me hace estremecer, y luego añade-lo estoy deseando..

Me paso el resto de la mañana tumbada en una maraña de sabanas hasta que la tia me llama para ir a comer. Desde la cocina me llega el olor de otra de las sopas de Hazel. Ella es la promotora de echar cosas en una olla a ver lo que pasa, como si fueran pocimas magicas y ella fuera la bruja. La imagino, riendo "Esto estara muy bien para que William tenga mas gases" o "Perfecto! Cuanto mas asqueroso mejor"

El diez por ciento de las veces son comestibles, el resto tenemos que ingeniarnosla para desacernos de el, como si fuera un cadaver. La mayor parte de las veces acaba en las pobres plantas. No me extraña que se esten marchitando..

-Sam-dice, con voz aflautada. Lleva un delantal con conos de helado y mariposas rosadas-Ayudame con esto.

Ahogo un grito. ¿Ayudarla? A lo mejor necesita un pelo rubio o una lagrima de dolor. 

-¿En que?-pregunto con una falsa sonrisa.

Termino cortando ajos sobre una tabla de madera. El olor se me mete por la nariz y me produce un picor muy molesto. Siempre lo odie, y mi madre tambien. Creo que es por eso por lo que la tia empezo a guisar con una exagerada cantidad de ajo cuando llegue. Era una forma de molestarme "el ajo es muy sano, tiene muchas propiedades. Para la circulacion..." y el tio William empezo a soltar otra de sus conversaciones "el otro dia Andrew confundio los ajos con las cebollas, y yo le dije: Andrew.."

Para cuando acabo, tengo los dedos molidos y con un persistente y asqueroso olor. Me pregunto si se podra quitar, lo ultimo que quiero es ir a casa de Peter con los dedos oliendome asi. 

Subo a mi habitacion para lavarme las manos hasta, si es necesario, esten a carne viva, cuando me topo con Caroline. Tiene los ojos hinchados y rojos, supongo que, de llorar. Me mira con una asco increible al pasar junto a ella. Lleva el pelo de un feo color fucsia, pero descolorido, como si estuviera desgastado de tanto frotar. Intento ignorarla, pero la persistente sensacioin de culpa esta ahi, taladrandome el pecho, diciendo "Samy, eso no esta bien" contra mi oido. Algunas personas creen que es una suerte tener una conciencia, pero de verdad, apesta. No puedes hacer nada malo.

Por suerte, despues de frotar hasta creo llegar al hueso, mis manos estan limpias y huelen a coco y a jazmin. Pero cuando bajo, la tia Hazel vuelve a contratacarme con corta unas berenjenas, y consigo esquivarla justo a tiempo.

Durante la comida, todos tienen un aire ausente. Comemos en silencio, intentando que el sabor de la sopa no me toque la lengua, como si fuera acido que me la fuera a derretir y a convertir en una pasa chamuscada. Aunque bien podria pasar. Termino mas pronto, con los nervios atenazandome en el estomago. estoy deseando ir cuanto antes. Pero entonces, la tia abre la boca

-Samantha, anda, frega los platos. -dice, con un tono tranquilo en la voz

Sofoco un grito. Una pila interminable de platos, que llega hasta el techo me devuelve la mirada. Los platos son mas altos que yo, y estan apilados en una enrevesada columna. Un movimiento en falso y todos pueden caer, y entonces seria mi fin, Esto me recuerda a lo que jugaba con mi madre, donde apilabamos palitos y cada una tenia que sacarlos sin que ningun otro se cayera. Mi madre tenia un pulso firme y perfecto, pero a mi siempre me temblaba la mano de los nervios y derrumbaba todo en una torre desordenada.

-No pasa nada, Sam-me decia, poniendome una mano en la espalda. Y ese simple contacto ya me hacia sentir mejor.

Despues de eso, Lucy, Matt y yo perfeccionamos la tecnica con patatas fritas. Yo segui perdiendo, pero siempre acababa comiendome las patatas y poniendo cara de satisfecha, y luego Matt me las lanzaba a la boca y yo intentaba atraparlas.

Pensar en Matt hace que me sienta mal. Por mi culpa. Celoso. Se me mexclan las palabras, y no se que pensar. Pero la idea de que Matt este enamorado de mi no me cabe en la cabeza. El, con su brillante pelo dorado y su exasperante habilidad para hacer todo bien. El siempre sabe que decir. A mi las palabras se me atragantan, y siempre acaban saliendo a borbotones y del reves, completamente distintas a lo que queria decir.

Pero ahora mismo, ni las asombrosas habilidades de Matt servirian para librarme. Me remango, lanzo otra mirada de resentimiento a la pila y luego bufo y comienzo a frotar, con la mirada de Caroline y la tia clavadas en mi espalda. Cuando he acabado, los dedos vuelven a olerme raro: a detergente. pero ya lo dejo estar, porque siento que si intento aguantar un segundo mas sin salir de esa puerta mi cabeza explotara.

Salgo corriendo por la calle, disparada como una bala y llena de energia. Cruzo Black View muy rapido, desde el reluciente barrio de casas vistorianas ordenadas y pulcras en una fila de tonos pastel, hasta el barrio donde las casas se apelotonan como cajas de carton viejas, donde huele a humo y a moho y las enrredaderas suben por los polvorientos muros grises. La parte vieja no es muy agradable, siempre he sentido que en cualquier momento alguien fuera a aparecer detras de una de las farolas, una silueta de dientes afilados y ojos rojos que me de la mano y me sonria con malicia. Cuando era pequeña, una vez, me perdi aqui de noche. Recuerdo que estaba muy asustada, mi cuerpo entero temblaba. El sonido del viento siseando hacia que me estremeciera, y en cada callejon habia sombras amenazantes, que se mecian con el viento, tan ligeras como malvadas. Acabe echa un ovillo junto a un poste de correos roido, solo porque me recordo al que habia en casa. Cuando mi madre me encontro, tenia las mejillas mojadas de lagrimas y el pelo pegado a la cara y apelmazado. No paraba de llorar.

Recuerdo que ella me tomo entre sus brazos y me mecio. Adelante y atras. Adelante y atras.

-No pasa nada, Samy-repetia, apartandome mechones de la cara y cubriendome de besos. Se me paso casi instantaneamente, como si derepente todas las sombras, todas las siluetas siseantes se hubieran ido, hubieran sido equilipsadas por la luz de mi madre. Estuve un año sin atreverme a adentrarme en ese laberinto de casas. Hasta hoy.

El sitio donde hemos quedado, el parque Franklin, es un sitio cubierto de maleza y arboles demasiado poblados, que lo hacen oscuro y tetrico. Antes, lo niños se arremolinaban a jugar alli, pero ahora se ha quedado tan trsite y olvidado, y lleno de hojas secas y ramitas. 

En el centro del parque, como una pincelada negruzca en un mar de verdes, distingo a Peter. Esta sentado en uno de los bancos de piedra, de espaldas a mi, mirando la vieja carretera Yellow Road como si fuera a escapar corriendo. 

-¡Hey!-, cuando llego a su lado. El viento desordena su pelo en todas las direcciones.

-¡Sam!-se levanta para ponerse frente a mi. Esta tan cerca que puedo oler el perfume de lavanda y algo mas, manzana fresca. El echo de que se lo haya puesto solo para mi envia hace que me den ganas de gritar ¡Le gusto! ¡Yo le gusto! Pero claro, pareceria una loca

-Has venido-dice bajito. Cuando toma mi mano, una nueva descarga electrica me recorre, como si fueramos dos chispas gemelas y cada vez que se tocan envian una corriente de energia.

-No me lo podia perder-respondo, mi cara se ilumina en una sonrisa-y yo cumplo siempre mis promesas.

Me mataria no ir. Pero no lo gritare a los cuatro vientos, porque pareceria muy desesperada.

-Lo se-dice, señalando mi pulsera. Por un momento el desconcierto pasa por mi cara, cuando me doy cuenta. No se la devolvi, y la verdad, no quiero hacerlo. Es algo que me mantiene unida a el como un hilo invisible.-no hace falta que lo hagas. Me gusta verla en un muñeca-añade.

Me sonrojo. Una brisa esparce mi pelo y me lame el cuello con su lengua brisa. Hoy el viento sopla fuerte, y hace que 

mis huesos tiemblen. El verano ya se esta yendo, poco a poco, dejando atras todo el color y la luz.  

bajo el mismo cieloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora