Capitulo 44. El simulacro, el vomitivo Midwood y le gloriosa desnudez.

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Lo único que no te dicen cuando empiezas a ir al instituto es lo de los simulacros.

El primer dia de instituto todos estabamos cagados, temblando como chihuahuas hiperativos jefes en el departamento de cafeina. Pasamos las primeras clases concentrados en nuestra labor de temblar, mientras una orda de profesores escribia sus nombres en el pizarron, (nombres viejos y acartonados), soltaba la charla sobre las faltas, las amonestaciones, las expulsiones y el 21% de posibilidades que teniamos de acabar en un centro de menores, y luego dejaba paso a otro, y asi en un ciclo sin fin, nosotros temblando y ellos desfilando a nuestro alrededor. Recuerdo que Lucy me pegaba codazos y murmuraba cosas como: "A ese lo llamaremos ardilla. ¿Ves que mofletes tiene? Debe de estar almacenando provisiones para el invierno" o " ¿No te parece curioso ese bigote? Parece que lleve un raton de campo pegado a la boca. Todos los grandes tipos sentian pasion por pegarse animales muertos y fingir que son un bigote ¿No te parece?"

Y cuando sono la alarma, se desato una especie de caos emergente: niños corriendo en todas las direcciones, profesores devorados por la masa inquieta de alumnos, suplicando por sus vidas con sus voces inaudibles. Finalmente llegamos a la conclusion de que habia que asomarse a las ventanas, y aferrarse a ellas como si no hubiera un mañana. Porque eso es lo que haces cuando algo va mal: miras por la ventana y esperas ver una nave alienigena descendiendo a por ti.

Sin embargo, solo vimos filas ordenadas de niños saliendo del centro, cabecitas brillando bajo el sol de mediodia. Asi que los imitamos de mala gana, bajamos al patio y nos quedamos mirando nerviosamente arboles, piedras y ramas, como si no nos fiaramos, como si esperaramos que se fueran a convertir en algo peligroso.

El primer dia de simulacro las aulas del primer curso en un instituto son el equivalente a una apocalipsis zombie.

Ahora, mientras estamos en clase y suena la alarma, nos unimos a la fila de cabecitas ordenadas y esperamos no derretirnos antes de que nos manden a dentro otra vez. Pero resulta que, tras nuestro segundo simulacro, Lucy y yo caimos en la teoria de que los simulacros de incendios son la oportunidad perfecta para apropiarnos del insitituto. Y hoy, Lucy me a convencido para poner en practica nuestro plan, llamado: "Plan c" de Caroline, y porque ciertamente hemos tenido que planear tres mas y decicirnos por el ultimo.

Y, en cierto modo, lo del silmulacro es gracias a nosotras. Lucy conoce a un monton de personas: entre ellas funcionarios, guardas de seguridad, cientificos y al decano Robson, el fragil hombre de sesenta años que afirma ser pariente del fundador de la ciudad y que siempre lleva un mono holgado naranja chillon que le hace parecer como si se acabara de fugar de una carcel federal. Pero el es tambien el que controla todo eso de las alarmas, y Lucy le ha hecho un monton de favores secretos por los que no se me permite preguntar, asi que tenemos privilegios especiales y la posibilidad de que una alarma suene "sorprendentemente" en medio de un examen para el que no hemos estudiado.

Lucy se acerca al señor Waterbury y le pregunta "si puede ir al baño" y se toma la molestia de especificar para que: "porque resulta que hay una enfermedad estomacal muy infecciosa-tose notablemente-y que tiene miedo de que si no esta en el baño en diez segundos puedan cambiar el nombre del insituto a "El vomitivo Midwood"

Luego solo tengo que ponerme detras de Lucy y decir que soy la que sujeta el pelo mientras echa las entrañas, y listo, ya estamos en el interior en un insituto, las posibilidades extendiendose ante nuestras entusiasmadas cabecitas.

Chocamos los cinco y corremos por los pasillos encerados, como siempre nos permitimos el privilegio de hacer, y rayamos las paredes con las uñas, ponemos las sillas del reves, y luego nos concentramos en llegar hasta los vestuarios lo antes posible.

-¿Llevas el tinte?-asiento.-¿el spray?

-Aja-Lucy sonrie satisfecha y abre la puerta lentamente.

-Pues entonces esta todo listo para nuestra terrible tormenta de venganza.

Puede que los vestuarios esten vacios ahora mismo, pero nunca dejaran de oler a sudor, a perro mojado y a un millon de fragancias distintas de desodorante, que parecen flotar por lo alto de la habitacion y hacen que se te revuelvan las tripas.

-¿Si puedieras hacer algo en unos vestuarios vacios que harias?-pregunta Lucy, agitando el bote de tinte rosa chillon.

-¿Que?

-Si unos vestuarios estuvieran completamente desiertos, y tu tuvieras toda la libertad del mundo. ¿Que harias?

A veces las preguntas de Lucy me pillan por sorpresa, aunque no dejan de ser extrañas.

-Supongo que intentaria no respirar por la nariz y correria desnuda bajo las duchas, o pincharia todos los balones, para que cuando les pegaran una patada, salieran volando.

-Aja-dice-¿Y si ahora te dijera que ademas tienes a tu disposicion toda la ropa, las pertenencias, un spray y un tinte de pelo?

Rio.

-Pues dejaria de hablar contigo y aprovecharia muy bien mi tiempo.

Nos colamos en las duchas (mas concretamente, en la ducha de Megan) que es la mas grande, la mas transparente, y la que huele mejor, y le cambiamos el shampoo por el tinte. Luego cogemos el spray, y pintamos una C de Caroline gigante en el interior de su taquilla, escondemos su ropa de gimnasia en el interior del desague, y esperamos.

Cuando pasa el tiempo tecnicamente correcto que deberia durar un simulacro completamente normal, oimos el eco de voces de nuevo en los pasillos, todo ese ruido inundando las aulas, y que llega rapidamente a los vestuarios. Esperamos en silencio, hasta que se oye un grito desgarrador y vemos a Megan salir de la ducha con el pelo embadurnado de un rosa escandaloso. Se dirge a la taquilla a por su ropa, envuelta en una toalla, y cuando ve que no esta, suelta un alarido que hace temblar los cimientos del vomitivo Midwood. Las reinas y su pelo intocable.

Entonces Jane entra en la sala, aparentemente medio asustada, medio perpreja, con sus ojos verdes estirados y sus mejillas sonrojadas, y suelta otro alarido, y entonces se convierte en un concurso "mira quie canta" de un par de gatas extreñidas. Jane huye despavorida, como si el pelo rosa fuera algo contagioso, y Megan la intenta seguir, sujetando con una mano la toalla y con el otro el pelo, pero se le engancha en una de sus taquillas y entonces podemos apreciar los detalles y la naturaleza al completo de Megan Judd. Lucy es mas rapida que yo: cuando la miro, ya tiene el movil en la mano y ya a echo un par de fotos.

-Para la posteridad-me susurra, mientras Megan intenta desesperadamente conseguir colocarse de nuevo la toalla.

-Parece que el culito serrano de Megan pesa lo suyo-rio, mietras ella intenta correr a traves del vestuario sin que se le caiga la toalla. Tendra que salir de esta manera a los crueles pasillos del instituto, y ella lo sabe. Sin embargo, no nos quedamos a ver su reaccion. Nos largamos, riendo, mientras nuestro malevolo plan se desarrolla afuera.



bajo el mismo cieloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora