CAPITULO 4. COMPLOT.

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- Ugh ugh ...

- Jajajaj está puta... está muy buena.

- Si, nos estamos sirviendo muy bien, solo miren como me está chupando.

- Jajaja si, aquí abajo está muy apretada la perra.

- Jajaj eso es porque le estoy llenando el culo, niña si sigues así, te triplicaremos la propina esta noche.

Los tres hombres sostenían una conversación mientras se follaban a Sheila, esto era solo una parte de las cosas que tenían que soportar las mujeres durante el sexo en grupo, y estos hombres particularmente estaban acostumbrados a follarse juntos a una sola mujer.

La doble penetración y la felación siempre eran bien remuneradas, por lo que Sheila siempre aceptaba estos pedidos, aunque no recibía el dinero siempre podía obtener cualquier objeto que quisiera cuando se lo pidiera a Sun.

- Ugh ag quiero correrme.

- Si yo también jajajaja

- Hagámoslo al mismo tiempo, llenémosla con nuestro semen.

Como si estuviesen sincronizados los tres hombres eyacularon al mismo tiempo haciendo del cuerpo de Sheila un desastre.

- Oooowwww jajajaj miren que obra de arte.

- Jajaja si no fuera por que el efecto de la droga ya está pasando la seguiría cogiendo.

- Ja maldición envejecer es horrible.

Sheila rio, tirada aun, abrió las piernas y dijo:

- Ven cariño sírvete más de mí.

- Maldición es por esto que eres nuestra favorita, pero una dosis más de esto y hará que nuestro corazón pare.

- Por hoy llegaremos hasta aquí, aseguremos otra cita para la próxima semana.

Cuando se iban a disponer a salir de la habitación uno de los hombres que estaba con el pene erguido se acerco a Sheila y la penetro sin más.

- Maldición Daniel la próxima vez baja la dosis.

- Cállate yo aun no he tenido suficiente, una mamada no alcanza.

- Bien has lo que quieras.

Los otros dos hombres tomaron sus batas y salieron de la habitación.

- Ugh ugh.

- ¿Dime que se siente ser follada por tres hombres?

- Ugh me gusta quiero más, me gustas más tu Daniel.

- Jajajaj no me gusta las mujeres complacientes.

- Ah ugh Entonces... ve ...y cógete a tu mujer si puedes.

- Carajo tu sí que me entiendes.

El hombre empieza a reír como loco por la provocación, como si Sheila tuviera absolutamente la razón, su mujer no era ni complaciente ni sumisa y eso le encantaba, pero en la cama no podía tratarla como quería, no podía someterla y mucho menos ponerle un dedo encima, por lo que era frustrante, por eso recurría a prostíbulos para descargar su ira.

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