06 Suerte

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Su madre meses antes le había explicado que algún día ella dejaría de ser una niña y se convertiría en una mujercita. Bueno pues parecía que ese día acababa de llegar.

Las lágrimas se acumularon en sus ojos y tan solo los cerro y comenzó a llorar — !No puede ser! — Sollozaba.

Su llanto fue interrumpido cuando tocaron la puerta del cubículo en el que se encontraba.

— Oye ¿Estás bien? — «Esa voz»

— Porco ¿Eres tú? — Preguntó con voz temerosa

—Escuché a Arlet decir que te sentaste en un clavo y pues quise ver si estabas bien o necesitabas ayuda

— Bueno es que... Yo... Agh no se cómo decirlo

— No te frustres tranquila — Trato de apaciguarla — Tomate tu tiempo

— ¿Sabes que le pasa a una persona cuando pasa de niña a mujer?

— ¿La presentan ante sociedad? — Respondió dudando

— Lo que le pasa físicamente... Sabes a lo que me refiero

— Oh... Quiero creer que si... ¿Puedes describirlo?

— Hay sangre y sigue saliendo no se de dónde pero hay sangre, me duele el estómago pero no de una forma normal sino que es extraño sabes

— Joder que las mujeres son difíciles — Alzó la voz.

— ¡Cállate! alguien puede estar afuera — Hablaba en regaño — Solo dime ¿Puedes ayudarme si o no?

— La puerta está con pestillo puedes relajarte un poco por favor

—  Tch

— Ya vuelvo, iré por algo — Se escucharon por el lado contrario pasos alejarse y una puerta abrir u cerrarse.

Todo quedó en silencio lo único que se escuchaba era el goteo del agua caer por las goteras. Llovía a cántaros, pasaron varios minutos y la puerta se volvió a abrir y cerrar.

— Mikasa, ¿Sigues aquí? — La voz de Porco se escuchó.

— Si

— Toma, esto absorberá la sangre y evitará que te manches — Por la pequeña rendija de entré la puerta le pasó un par de telas.

Después de un pequeño lapso de tiempo Makoto salió del cubículo, aún tenía las mejillas sonrojadas. — Ya estoy listo

— ¿Que tal te sientes?

— Es incómodo pero a la vez cómodo, siento muy suavecito abajo

— Demasiadas explicaciones que no quiero entender ahora regresemos al comedor — El contrario asintió. — Una cosa más, ten — se quitó la chaqueta y se la dió al menor.

— Pero es tuya, afuera está lloviendo y podrías enfermarte

— No importa prefiero agarrar un resfriado a que estés caminando por la vida con una mancha de sangre en el pantalón, amarrala a tu cintura.

— Gracias — Agradeció mientras hacía los que le dijeron y mayor no le contesto.

[...]

Regresaron como si nada, aún era la hora de la comida y se habían tardado bastante a lo mucho de lo que restaba de la hora eran unos quince o veinte minutos.

— Mako ¿No te duele sentarte? — Preguntó Armin al verlo llegar.

— Eh... No — «Ya la cagué» Pensó. — Digo si me duele un poco pero no pasa a mayores

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