Té verde y cerezas para Miya | Matchablossom Family

🍵Parte 2🌸

Eran días ajetreados y complicados para todos, los adultos debían trabajar y los adolescentes estudiar para sus exámenes pre-vacaciones de verano.
Hiromi tendría mucho trabajo durante ese mes, el verano estaba dejándose sentir y solían realizarse bodas al aire libre, confesiones amorosas o simplemente gente que gustaba de adornar su ambiente con bellas flores. Era por ello que la florería en la que trabajaba estaba tan llena de arreglos florales como de clientes, motivo por el cual se pasaba gran parte del día de aquí para allá en la tienda y ayudando a su gerente.

Después de haber visto con sus propios ojos como la mujer a la que amaba parecía ya tener a su gran amor, Hiromi no pudo hacer más que aceptarlo. Se deprimió y frustró en el proceso e incluso algunas lágrimas invadieron sus mejillas en más de una ocasión. Pero estaba bien, lo lograría superar en su momento, y aunque creyó que ya no podría seguir trabajando allí, logró darse cuenta de que hacerlo sería una tontería, su trabajo lo hacia feliz.

— Gerente... Alguna vez tuve sentimientos por usted y antes de que se disculpe, quiero que sepa que no debe hacerlo, no me ha hecho ningún mal — esa confesión había sido lo último que le faltaba para poder superar del todo su amor no correspondido — Aun así, seguiré ayudándola tanto como pueda, acompañándola y defendiéndola de quien intente dañarla — la mujer había escuchado atentamente todo lo que su empleado tenía para decirle.

— Hiromi-kun, agradezco tus bellas palabras y si bien yo no puedo corresponder tus sentimientos, anhelo que puedas encontrar a tu persona amada, quien lo sea, será muy afortunada — sonrió para el hombre y tomó un crisantemo que descansaba en un ramo, se la dió al muchacho con amabilidad — Amistad, confianza y simpatía... Sé que puedo hallar eso en ti Hiromi-kun — el robusto muchacho la aceptó con una pequeña sonrisa.

Después de esa ocasión, Hiromi se volvió un amigo cercano a su gerente y podía vivir bien con ello, porque aquella mujer era una persona muy especial para él y se había dado cuenta que no necesitaba un amor romántico para seguir al lado de ella.

Por otro lado Kaoru y Kojiro tenían un trabajo exhaustivo como siempre. Kaoru debía contentar con su arte a sus exigentes clientes, cerrar negocios y realizar numerosas exhibiciones, sin mencionar que al llegar a casa siempre tenía algo que recriminarle a su esposo, como por ejemplo, ropa sucia en el borde de la cama o en el baño, platos sucios en el lavabo, entre otras cosas que el pelirrosa aun no lograba corregir en su desordenado gorila idiota, como lo solía llamar él.

— Kojiro — llamó Kaoru desde el cuarto de baño, su tono de voz no sonaba nada lindo, eso hizo que se le erizaran los pelos al mencionado.

— ¿Si, bebé? — intentó sonar normal, como si no le temiera a la bestia en la que se podía convertir su esposo.