Cap VII

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Cap VII

El sol ya había salido y descubrió seis cuerpos tirados en un profundo sueño, Anna y Rapunzel recostadas en un sillón, Kristoff y Eugene recargados uno con el otro y Elsa recargada en el pecho desnudo de Mérida.

La primera en despertar fue la rubia, a penas abría los ojos y vio una cabellera pelirroja, cuando por fin terminó de despabilarse y se percató dónde estaba recargada se enderezó rápidamente pero sintió un dolor en la cabeza que la obligó a tomársela con ambas manos, luego se dio cuenta que no tenían bra puesto ni ella ni Mérida. Cubrió su boca con sus manos y abrió los ojos como platos al ver más de 4 botellas vacías y todo el regadero de cosas, estaba mareada y un poco aturdida, de pronto escuchó un gruñido, volvió su cabeza y vio a la pelirroja despertándose, estaba a punto de salir corriendo cuando escuchó su voz:

-Buenos días.-Dijo estirándose, con un ojo cerrado y bostezando.

-Bu-buenos días.-Contestó sin mirarla, sin duda la resaca moral era peor que la física.

-Elsa, tenemos que hablar.

-¿Sobre qué?

-Sobre lo que pasó anoche.

-Anoche sólo pasó una borrachera, es todo.

-No, no fue sólo eso y lo sabes. Ese beso fue...

-¡Fue sólo un beso Mérida!

Hubo silencio.

Esas palabras le dolieron y la reina se maldijo internamente por lo que acababa de decir.

-Pues para mi no lo fue.-Dijo secamente.

-¿Cómo?

-Gracias a ese beso me di cuenta de lo que siento por ti. Elsa me gustas, te quiero, no estoy loca. Y se que sientes lo mismo. Lo comprobé.

-No Mérida, no te confundas, yo no puedo corresponderte, esto no es correcto.

-Pues aunque no puedas según tú, ya lo haces.

-A los de la corte real no les va a gustar la idea de que haya una reina a la que le gusten las mujeres, me destituirán o mandarán encerrarme.

-Pero tú eres la reina, puedes cambiar cuando quieras las leyes, reglas y doctrinas de Arendelle.

-No puedo, no hay documento que lo haga válido.

-Elsa, por favor, arriésgate conmigo, a mis padres creo que tampoco les agradará la idea, y si nos encierran que nos encierren a las dos juntas.-Tomó las manos de la rubia.

-Tengo miedo Mérida.

-También tengo miedo, pero por ti me arriesgaría a cualquier cosa.

-N-no lo sé.

-Sólo dime que sí. Anda. ¿Quieres ser mi reina de hielo?-La ojiazul se sonrojó y rió un poco por el apodo. Lo pensó unos momentos.

-S-sí.-Se fueron acercando para besarse pero las interrumpieron.

-¡Volví familia! -La pelirroja volteó a ver quien hablaba y se hizo para atrás gritando asustada, los demás se despertaron alarmados por el grito. Cuando Elsa volteó a ver quien era se dio cuenta que se trataba del pequeño Olaf, el pobre también se había asustado por la reacción de la pelirroja y tenía sus ojos cubiertos al ver que todos estaban medio desnudos.

-¡Olaf! ¡Volviste!-Exclamó Anna con emoción y se lanzó a abrazarlo.

-Wow, veo que lo pasaron muy bien anoche.

-Ehmm... Sí jeje.-Respondió nerviosa y sonrojada.

-Veamos ¿de qué me he perdido? ¿Quién es esta hermosa jovenzuela?-Dijo acercándose a la pelirroja quien lo veía con los ojos muy abiertos.

-¡¿Cómo es posible que un muñeco de nieve hable?!

-Oh, lo siento, también puedo dar vida a muñecos de nieve, a él lo creé cuando hui a la montaña.

-Mucho gusto guapa, soy Olaf.-Le dijo tendiéndole la mano y poniendo cara sexy.

-Ho-hola, yo soy Mérida, princesa del reino de DunBroch.-Estrechó su mano y el pequeño la besó caballerosamente.

-Oye, oye, cuidadito con ella, puede derretirte con un sólo movimiento, además ya tiene dueña. Y soy yo.-Todos se sorprendieron y Anna se lanzó a abrazarlas.

-¡Felicidades! No saben el gusto que me da, se que serán muy felices.

-Gracias hermana.

-Oh, lo siento chicos. Hola Kristoff, hola Eugene.-Saludó Olaf.

-Hola Olaf.-Dijeron al mismo tiempo.

-Y ¿porque no se ponen algo de ropa chicos?-Todos voltearon a verse y corrieron cada quien a sus habitaciones.

-¿Elsa?-Dijo Mérida fuera de la habitación de la rubia.-¿Puedo pasar?

-Claro, sólo espera un momento, me estoy cambiando.-Pero hizo caso omiso.

-No hay nada que no haya visto de ti jajajaja.-Dijo entrando.

-¡Mérida! Jajaja.-Se puso muy roja.

-Es la verdad.-La abrazó por la espalda.

-Pues... Te confieso que yo te vi desnuda primero.

-¡¿Qué?! ¡¿Cómo?! ¡¿Cuándo?! ¡¿Porqué?!

-Cuando mi hermana y su novio te encontraron estabas helada y con tu ropa mojada, así que le dije a Anna que teníamos que desnudarte para meterte a la bañera con agua un poco caliente, fue así como te vi desnuda.

-Y... ¿Te gustó lo que viste?-Preguntó con malicia.

-Debo admitir que sí. ¿Y a ti te gustó?

-Me encantó.-La tumbó en la cama y comenzó a besarla, poco a poco sentían la necesidad de un poco más y la pelirroja bajó a besarle el cuello. Elsa pasaba sus manos por la espalda de Mérida y se agitaba cada vez más, estaba dispuesta a desabrocharle el sostén pero tocaron la puerta haciendo que se separaran muy agitadas:

-¿Sí?-Preguntó la reina tratando de normalizar su respiración.

-Hermana, el desayuno ya está listo.

-Gracias, enseguida vamos.

-¿Está Mérida contigo a caso?-No dijo nada y su hermana se rió.-Dejen lo que hacen para la noche jajaja.-Se levantaron y cuando terminaron de cambiarse salieron tomadas de la mano dando comienzo a su historia de amor verdadero...

Amor Entre Polos Opuestos (Fuego y Hielo). Donde viven las historias. Descúbrelo ahora