Cap I
-Mérida, es hora de levantarse.-Inquirió su madre, la reina Elinor, al momento que corría las cortinas de la habitación de su hija.-Recuerda que una princesa se levanta con el sol.
-¡No mamá! ¡No quiero!-Chillo la joven princesa dándose vuelta en la cama y tapándose hasta arriba con las cobijas, su mamá las jaló, las tiró y la estiró a ella de los pies pero la pelirroja se tomó de los barrotes de la cabecera y siguió renegando.-¡No madre! ¡No quiero ser una princesa!
-¡Pues para tu desgracia naciste siéndolo! ¡Y ya levántate hija!-La pobre reina seguía jalandola sin conseguir nada.-¡Mandé preparar tu desayuno favorito!-Continuó estirando a su hija quien al escuchar lo último se soltó y ambas cayeron al suelo. De inmediato la princesa se levantó y se cambió rápidamente, bajó corriendo al comedor donde ya se encontraban su padre y sus pequeños hermanos, su madre se quitó la sábana de la cara, puesto que aún seguía tirada y sólo suspiró.
-¡Mamá! Gracias por el desayuno, está delicioso.-Exclamó Mérida con felicidad al ver entrar a su mamá.
-No hables con la boca llena, cariño.-Tomó asiento y comenzó a comer.
-¿Cómo amaneciste cielo?-Preguntó el rey Fergus a su primogénita.
-Bien, padre, gracias.-Respondió con la boca llena.
-Mérida, por favor.-Dijo su madre con autoridad, tomó un respiro y prosiguió.-Tu padre y yo tenemos que decirte algo.-Ambas voltearon a ver al hombre.-¿Fergus?
-¿Eh? ¡Oh! Ehmm... Pues... Tu madre ha tenido la idea de...
-De volver a buscarte un pretendiente, no importa si no es un noble.-Culminó la frase la reina. Mérida dejó caer la comida que estaba a punto de comerse y miró boquiabierta a su madre, intentaba procesar lo que había escuchado y por eso se quedó en silencio.-Y bien ¿no dirás nada?-Le preguntó Elinor tranquilamente; por su parte, su padre se cubrió los oídos y sus hermanos se metieron debajo de la mesa, sabían el caos que se avecinaba con el carácter de la pecosa joven. Ésta se levantó de la mesa y el rey cubrió su cabeza temiendo que las cosas comenzaran a volar.
-No.-Dijo por fin.-No permitiré que sigas manipulando mi vida para que sea "perfecta", tú no eres perfecta y jamás lo serás, yo tampoco porque no es lo que busco y se que jamás lo seré. ¡No voy a dejar que me retaques a alguien que no quiero!-Gritó con evidente molestia y las llamas de las velas que se encontraban al rededor del comedor crecieron considerablemente, su padre se asustó, sabía la magnitud de su enojo.
-Hijita cálmate, por favor.-Intentó inútilmente el pobre hombre tranquilizarla pero nadie le hizo caso.
-¡Mérida! ¡Una princesa no levanta la voz ni tiene ese vulgar vocabulario!-Le dijo su madre muy molesta.
-¡Una princesa esto! ¡Una princesa aquello! ¡Una princesa lo otro! ¡Una princesa todo! ¡¿Y para cuándo tu hija?! ¡Porque todo se trata de la princesa y no de Mérida! ¡Y de una buena vez te digo que no voy a permitir que me emparejes con alguien que no quiero! Es mi vida y no la tuya, madre, tú ya estás casada, déjame vivir y ser feliz como yo quiera, así que definitivamente no te lo voy a permitir.-Terminó de desahogarse por fin, se levantó, tomó su arco y subió corriendo a su habitación; el rey y la reina se quedaron mudos ante las palabras de su hija, ni cuenta se dieron cuando ésta se retiró.
Mientras tanto, en la habitación de la princesa, se encontraba buscando un poco de ropa mientras la guardaba en un pequeño costal; estaba furiosa, triste, decepcionada, pero sobre todo decidida a irse y no dejar que nadie tomara el control de su vida.
Salió de su cuarto con arco en la espalda y costal en mano, no sabía exactamente a donde iría, sólo quería alejarse un tiempo de todo y ser libre como el viento; tomó a su fiel caballo Angus, lo montó y salió disparada al puerto.
-¡Princesa! Buenos días ¿qué la trae por aquí?-Saludó cordialmente un hombre muy escuálido quien dormía en un pequeño bote y despertó asustado al escuchar al caballo de la joven
-Hola Julius, vengo a tomar una embarcación. Ehmm... Mis padres me mandaron a un viaje de... ¡Inspiración! ¡Sí, eso es! Un viaje de inspiración.-Dijo con nervios pero tratando de sonar lo más segura posible, pero el delgado hombre la miró con cierta desconfianza.
-Bueno, iré a notificarle a sus padres que ya se va.
-¡No!-Interrumpió abruptamente al señor.-No es necesario, digo, ya lo saben, me despedí de ellos antes de salir. Así que, debo irme cuanto antes. ¡Ah! Y por favor lleva a Angus al establo, no puedo llevarlo conmigo.
-Enseguida princesa.-Dijo y se fue llevándose al hermoso corcel.
-¡Pfff! A ver a donde voy, porque no tengo idea.-Suspiró y se apresuró a subirse al barco, el cual ya había comenzado a avanzar. Una vez arriba buscó un lugar para sentarse, puso sus cosas de lado y dejó que la brisa marina ondeara su alborotado cabello, cerró los ojos hasta que se quedó dormida, no quería pensar en su madre ni el amargo rato que le hizo pasar, tomó una decisión y nadie iba a hacerla cambiar de parecer, no al menos hasta que conociera el amor verdadero.
Mientras tanto en su castillo, su madre seguía contrariada por todo lo que la joven había dicho:
-Pero ¿cómo se atreve esa niña a hablarme así?-Decía la reina mientras caminaba de un lado a otro por el grande comedor.
-Tranquila mi vida, es normal su reacción, recuerda que dijiste que no volverías a tocar el tema.- Le contesta tranquilamente su esposo en un intento de calmarla.-Además yo estoy de acuerdo con ella, no puedes obligarla a casarse con alguien que no quiere y probablemente que ni nosotros lo conozcamos.
-Eso no importa Fergus, Mérida algún día heredará todo este reino.
-Lo se querida, pero aún falta mucho para eso, mientras tanto no le veo sentido casarla.
-Lo dices porque es tu primogénita y única hija, eres muy celoso con ella. Es obvio que no dejarás que cualquiera se le acerque... ¿Sabes qué? Iré a hablar con ella.
-Pero cielo, déjala tranquila, necesita estar sola ahora.
-Tiene que escucharme.-Terminó la reina de hablar y se encaminó a habitación de su hija, abrió lentamente la puerta.-Mérida, quiero hablar con...tigo.-Fue lo único que alcanzó a decir, vio como todo el cuarto estaba revuelto, que si bien no era eso muy extraño y menos teniéndola a ella como hija, pero se dio cuenta de que su arco, las flechas y alguna de su ropa no estaban, fue por eso por lo que se preocupó y regresó corriendo al comedor:
-¿Qué te pasa Elinor? ¿Estás bien?-Le preguntó su marido al verla tan agitada.
-¡Mérida! ¡No está!-Exclamó desesperada.
-Tranquila, debió haberse ido a cabalgar, sabes que siempre hace eso cuando termina peleada contigo o cuando está muy estresada.
-¡Pero parte de su ropa no está! ¡Esto no es normal Fergus!
-¿Cómo que parte de su ropa no está?-Comenzaba a preocuparse, se levanta de su silla y camina hacia su esposa.-Elinor ¿estás segura que falta algo?
-¡Te digo que sí!-Le dice comenzando a llorar.
-Tranquila mi amor, aparecerá pronto, ella sabe cuidarse sola.-La abraza tratando de reconfortarla.
Llegó la noche y los reyes se fueron a dormir muy preocupados, la reina tenía el presentimiento de que algo pasaría, por lo tanto estaba inquieta mientras dormía.
Mientras tanto, en el barco donde iba, Mérida seguía durmiendo plácidamente, vaya que esa princesa dormía demasiado, pero uno de los tripulantes la vio y se acercó lentamente a ella:
-¿Princesa?... Princesa.-Le susurraba al tiempo que la movía suavemente.-¡Princesa!-Le levantó la voz ocasionando que se despertara de golpe y le diera un puñetazo en el rostro.
-¡Oh lo lamento! ¿Estas bien?-Le dijo ella tratando de ayudarlo.
-Sí, no se preocupe, estoy bien.-Contestó agarrandose la nariz.-Pero dígame ¿qué hace aquí?
-Yo... Ehmm... Pues mis padres me mandaron a un viaje de inspiración y relajación. Me dijeron que últimamente he estado muy tensa.-Se justificó con un poco de nervios y sonrió mostrando sus dientes.
-Pues escogió el medio perfecto para desestresarse princesa, el mar me da tranquilidad, es hermoso.
-Lo se, es muy bello.-Comentó con la mirada perdida en el agua.
-Pero venga, acompáñeme, aquí ya comienza a hacer un poco de frío.-Ambos bajaron a donde se encontraba el capitán revisando algunas cosas del cargamento, el hombre robusto y de cabello y barba blanca se sorprendió de que la hija de los reyes estuviera ahí, Mérida le explicó al viejo capitán el porque se encontraba con ellos y este comprendió todo muy bien:
-Marcus, se avecina una gran tormenta, debemos estar preparados.-Dijo el capitán al muchacho.
-Sí capitán.-Obedeció y salió de ahí.
-Princesa, si gusta instalarse en mi camarote para que descanse.
-¿En serio? Muchas gracias capitán, la verdad es que la madera es algo incómoda para dormir.-Ambos rieron y la pelirroja se dirigió al camarote, entró y se dejó caer en la cama, sacó unas manzanas y comenzó a comérselas pues ya tenía bastante hambre, luego se recostó y ante la suavidad del mullido colchón se quedó dormida casi de inmediato. Pasaron unas horas y la tormenta tomó fuerza, el barco se sacudía violentamente y Mérida cayó al suelo por un movimiento brusco, se sobó y toda adormilada se levantó y salió, cuando llegó a la popa vio a todos luchando para que las velas no fuesen arrancadas, un viento fuerte hizo que la chica cayera, en un intento desesperado quiso despertar sus poderes pero no iba a servir de nada pues estos eran de fuego; de pronto un rayo cayó sobre un asta de la nave haciendo que comenzara a arder, entonces aprovechó para manipular las llamas y arrojarlas al mar, fue tarde cuando vieron un iceberg, la embarcación ya estaba chocando haciendo que todos cayeran mientras se hundían poco a poco, la histeria invadió a la joven princesa y sin pensarlo se lanzó con su equipaje al agua.
-¡¿Qué demonios voy a hacer?! ¡Ni siquiera se donde carajos estoy!-Se tomó el cabello y miró hacia todos lados, sólo veía agua y al barco en llamas, de pronto escuchó como una madera se desprendía, volteó hacia arriba y un pedazo le cayó encima, después vio todo negro y quedó inconsciente...
-¡Mérida!-Despertó agitada su madre.
-¿Qué pasa querida?-Pregunto su esposo.
-¡Estoy segura que algo le pasó a nuestra hija!-Puso sus manos en su pecho angustiada.
-Cálmate querida, sólo fue un mal sueño.
-No Fergus, algo pasó. ¡Por favor búscala!
-Está bien mi amor, ahora mismo iré.-Se levantó rápidamente y salió de la misma forma.
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Amor Entre Polos Opuestos (Fuego y Hielo).
FanfikceEs una historia escrita originalmente por mi, en ella las parejas principales son Mérida (Brave) y Elsa (Frozen), las cuales encuentran el amor la una en la otra de una peculiar manera, demostrando que a pesar de las adversidades si el sentimiento e...