03. licorice appearances

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La verdad es que el castigo realmente sabía a menta granizada y Candy no es capaz de probar algo como eso; estaba segura de que las palabras de Theodore iban dirigidas a ella y comúnmente no le hubiesen afectado si él no hubiera sido saladamente directo y no, él podía decir lo que quisiera sobre sus supuestas teorías de los presuntos mundos paralelos que quizás Dione había creado hace milenios cuando solo tenía veinte años y luego desapareció sin dejar el minimo rastro, por supuesto que él era libre de decir todo eso, pero no tenía que mencionarla directa o indirectamente a ella siendo que Candy no estaba insinuando algo sobre de enamorarse de la persona más dulce porque estaba consciente de que medio alumnado la consideraba a ella como la persona más azucarada cuando la verdad era que estaba podrida.

── ¿Alguna vez viste esa cosa llamada Pin Pon? Creo que se estrenó originalmente en Chile en los 60', pero si lo ves, es medio turbio ── comentaba Blaise.

── No sé nada de Chile, Zabini, pero la canción siempre me la cantaba mi madre antes de... ¿sabes? No quiero hablar de eso ahora ── a veces, recordar que su madre estaba muerta le dejaba un sabor amargo.

Era como tener un algodón de azúcar ácido en la boca del estómago, porque Theodore era un niño cuando ella se fue y aunque estaba pequeño cuando todo pasó, el dolor y el recuerdo seguía allí.

── No tienes que hablar sobre eso si no quieres Theo, está bien, todo a su tiempo.

── Gracias, en serio ── murmuró. La verdad es que, bajo toda esa ácida y amarga fachada, Theo no era tan imbécil con su amigo, que a veces tuviera sus momentos de mierda no eran justificación y estaba intentando cambiar muchas actitudes negativas que estaba teniendo con todos a su alrededor.

── Para eso están los amigos.

── ¡Hola! ¿Han visto a Draco? Estuve preparando unos pastelitos por si quería, si gustan pueden pedirme, encantada les daré sin problemas ── ¿no le había afectado las palabras de Theodore hace unos días atrás?

O tal vez ella sí era de superar y soltar, eso era en parte algo positivo. ¿Y si en verdad no lo había soltado y prefería callarse todo solo para no herir a los demás, aunque tarde o temprano eso la lastimaría a ella? Candy no merecía cerrarse por el bienestar del resto.

── No Candy, tal vez ande por ahí molestando a Potter otra vez, pero descuida, que cuando lo vea le diré que quieres darle de tus pasteles, tenlo por seguro.

── ¡Gracias Blaise! Nos vemos, adiós Theodore ── definitivamente esa chica no sabía de guardar rencor a las personas, por más que comentarios simples como decirle dulce o tierna le incomodasen. Está bien, no eran malas palabras, sin embargo, sabía que el contexto de ese día no era en un tono amable.

De haberlo sido, su cabello seguiría siendo castaño claro y no rosa pastel; su uniforme de Hufflepuff no se habría teñido de morado cuando era una tejona. ¿Qué estaba pasando exactamente con Candy Cook?

Theodore Nott quería saberlo.

Él, pese a ser el salado chico de siempre, estaba preocupado por la dulce muchacha con magia antigua y un poco oscura pese a su naturaleza acaramelada y tierna. Porque los regalices por muy exquisitos que sean en sabor, siempre te terminaban por ahorcar, no eran lianas que te salvaban. Candy Cook era un regaliz y Theodore un ingenuo que creyó que por lo azucarada que se veía, era buena.

¿Las apariencias no engañaban?

SOUR CANDY FLOSS, theodore nottDonde viven las historias. Descúbrelo ahora