05. sour sweets

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── Ya váyanse ── ordenó Snape cuando su clase finalizó, Candy no lo pensó dos veces antes de irse de allí hacia los invernaderos. Recordaba que, a esa hora, Theodore le había comentado que tenía herbología, personalmente, ella amaba esa clase con todo su ser.

¿Quién en su sano juicio no adoraba pasar sus tardes entre plantas y saber más sobre ellas? La profesora Sprout no solo era su jefa de casa, sino que también era de sus personas favoritas después de su madre.

── ¡Hey, Candy! ── ella jamás lo admitiría en voz alta, pero por más que toda ella gritase que le agradaba la presencia de Draco Malfoy cerca suyo, no era verdad.

Candy era agridulce con él, porque tristemente, él siempre había sido salado con ella. Cook odiaba a Malfoy, pero le compraba dulces, así que debía seguir fingiendo ser tan dulce como una tarta de fresas.

── Hola Draco ── seca, él ya lo sospechaba, sabía que detrás de tanta dulzura, debía de haber un poco de putrefacción. Lo dulce no es eterno, lo podrido sí ──. ¿Qué se te ofrece?

── Lo siempre, ya sabes, regaliz y unas galletas, seis si es posible ── contestó tajante y añadió ──. ¿Con quién harás ese ridículo proyecto?

── Para empezar, a mí no me parece que sea ridículo, es bastante interesante el poder conocer más sobre la fundadora perdida. Creo que fue una persona fascinante y hasta muy buena ── Draco soltó una risa seca, sin gracia ──. ¿De qué te ríes?

Draco le dio una sonrisa socarrona.

── Cómo se nota que no sabes nada sobre Demsley. No era una buena persona, era una traidora más a la sangre, solo quería hacerse con el poder y derrocar a los demás fundadores. Salazar y Godric la encerraron y probablemente murió cautiva por los que alguna vez llamó hermanos. Tú nunca la conociste, no sabes siquiera si era buena con sus alumnos, de haberlo sido, ¿por qué no ayudó a Blanche Tiberlin con su maldición? ¿Por qué dejó que Rasine Glazed se intoxicara con sus propios poderes? ¿Por qué sus alumnos murieron a la misma edad? ── todo lo que Draco decía podía ser cierto, pero no estaba segura de sí creerle a una persona tan mentirosa como él ──. Las apariencias engañan, los libros mienten. Es como la biblia, pintan a las personas por su libre albedrío como los malos y a ellos que condenan a las personas por el mero hecho de amar, los alaban. Cuánta coherencia.

── ¿Y qué? Tú tampoco la conociste, no sabes si eso que dices es real. Y ten, ahí está ── lanzó una bolsa con el encargo a su rostro ──, ya sabes cuánto es.

── Toma ── dijo mordazmente ──, no entiendo cómo Nott accedió a hacer el proyecto contigo. Eres detestable, él mismo lo ha dicho.

── Lo sé ── murmuró Candy ──. Hasta luego Draco.

A veces de una simple conversación, puede salir la más turbulenta y escandalosa discusión. Draco Malfoy era un imbécil, aunque aquello que le dijo la había dejado pensando. ¿Y si Dione realmente no fue una buena persona?

── Hey Cook ── esa agridulce voz que ya era más sencilla de reconocer entre las multitudes llegó justo a tiempo ──. Te ves algo pálida.

── Ah, tal vez me esté enfermando. ¿Cómo estás Theo? ¿Listo para iniciar el proyecto?

── ¿La verdad? Quiero tirarme de la torre oeste, pero como sé cuánto te emociona esto, me puedo esperar ── sonrió y Candy notó que era un gesto genuino. Las sonrisas de Theodore habían dejado de ser tan forzadas ──, te vi hablar con Draco, ninguno de los dos parecía muy feliz. ¿Problemas en el paraíso? ¿Te debe algún caramelo?

── ¿Qué? No, al contrario. Es solo que... dijo que Dione no era una santa y más cosas. Él no la conoce, no sabe nada de ella y... ¡Dios! ¡Sé que yo tampoco! Pero... he leído sus libros, lo que transmite no se siente como que haya sido una mala persona.

Ahora ya no estaban en el mismo pasillo en donde se encontraron, se dirigían a la biblioteca, siempre era mejor y más sencillo trabajar allí que en cualquier otro lugar.

── Bueno, ninguno de los dos estuvo allí, pero quédate con tu versión. No dejes que otros influyan en tus pensamientos. Yo podría decirte muchas cosas, pero no quiere decir que tengas que cambiar lo que tú crees y piensas sobre ellas.

── Vaya... eres realmente sabio. ¡Gracias! ── le dio un pequeño golpe en la espalda a modo de cariño, aunque fue más como si de un luchador profesional se tratase.

O Candy era muy fuerte o Theodore muy débil, no había término medio.

── No es que sea sabio, solo he aprendido un par de cosas antes que los demás. Supongo que son ventajas de ser el chico amargamente salado.

── ¡Jamás te he llamado de esa forma! ── dijo con un enfático. A veces chillaba de más, pero quizás Theo podría acostumbrarse a sus pequeños grititos.

── Baja la voz, no querrás que la Pince nos saque a patadas de aquí.

── Lo siento ── susurró ──, tengo que admitir que me agrada hablar contigo, aunque seas un amargado.

Theo sonrió. Ahí estaba de nuevo, esa sonrisa real, no podía creer que no estuviera fingiendo cuando toda su vida había mentido diciendo que estaba feliz.

── Lo mismo digo, mucha dulzura me da diabetes.

── ¡Oye! ── chilló en un tono casi inaudible ──, entonces con un beso te morirías.

── ¿Estás diciendo que quieres besarme? ── de hecho, no era eso a lo que se refería ──. Es broma Candy, sé que hablas de esos dulces que tienen forma de labios, aunque si me quieres besar...

── ¡Qué horror! ── y aunque estaban en la biblioteca con Pince al asecho, no pudieron evitar reír ante aquellas palabras exageradas de la muchacha.

Los dulces ácidos podían tener su toque azucarado de vez en cuando.

SOUR CANDY FLOSS, theodore nottDonde viven las historias. Descúbrelo ahora