SOUR CANDY FLOSS, theodore nott

09. bittersweet confusions

No sabía si había hecho lo correcto al regresar con Candy y esperar a que la profesora McGonagall les llevase algo de comida. Habían pasado alrededor de diez minutos desde su encuentro, y también un par desde que soportó los regaños de la chica por llegar con las manos vacías. Cuando por fin se hubo calmado, fue capaz de explicarle lo sucedido, aunque no le creyó del todo.

Theodore esperaba a la profesora, pero Minerva no llegaba nunca. Sin embargo, Candy no estaba inquieta, parecía tranquila terminando su parte de la investigación. Pero había algo que no salía de la mente de ninguno de los dos ¿Qué era ese cosquilleo en sus estómagos? O ese calorcito en sus mejillas que no podían enfriar.

── McGonagall cree que estamos saliendo, por eso no nos va a reportar con Snape o tu jefe de casa ── soltó de repente, sin saber el impacto que esas palabras ocasionarían en Candy.

── ¿Cómo va a creer ella eso? Solo somos amigos, qué dice... ── claro que él podía percibir sus nervios, pero no los consideró como una señal de algo más.

Cualquiera se pondría nervioso por algo así, no significaba nada más.

── Al menos se puede sacar algo bueno de todo esto. No nos van a regañar, ella nos va a cubrir en nombre del amor.

── ¿Qué amor? No existe tal cosa en esto ── dijo Candy, sonando más amarga, ese sabor dulce en sus palabras no se sentía. Él no podía saborearlo ──. Ya me queda poco, así que no me desconcentres, Theodore.

Lo miró a los ojos al decir eso y pese a la tenue luz del lugar en el que se hallaban, pudo observar el rubor en las mejillas de la muchacha y el color chillón de su cabello. Ese rosa que solo le quedaba bien a ella y que nadie podría imitar nunca jamás en la vida. Odiaba sentir o pensar ese tipo de cosas cuando se trataba de Candy Cook, porque estaba casi seguro de que ella no experimentaba esas cosas.

Y no, no lo hacía. Theo estaba en lo correcto, por ahora.

── Chicos, lamento la demora... ── McGonagall entró sin tocar la puerta, la iluminación del pasillo se colocó por el marco, pero la mujer cerró de inmediato la habitación y conjuró en silencio un lumos que alumbró toda la estancia ── ¿Interrumpo algo?

La verdad es que no lo hacía, ambos estaban a una distancia prudente. Ni siquiera parecían cercanos.

── No ── contestaron los dos, pero no al mismo tiempo.

── Muchas gracias por la comida, profesora, aunque no era necesario ── dijo Theo.

── No sabía que ustedes dos eran amigos ── era un alivio escucharla decir eso y no alguna otra insinuación estúpida como la que había hecho cuando se cruzó con él unas horas antes ──. Es reconfortante saber que las diferencias entre todas las casas van desapareciendo.

── Pero, en Hufflepuff no tenemos ninguna rivalidad con Slytherin.

── Aun así, la brecha se extiende entre las cuatro casas.

── Cinco, son cinco ── dijo Theodore, sin pensarlo mucho ──, o en algún momento lo fueron, aunque han querido borrarlo de la historia.

Minerva lo observó con esa mirada que aterraba a cualquiera, pero alguien como Nott ya no le temía a casi nada. Los traumas a él sí lo hicieron un poco más fuerte, y a la vez, un poco más desquiciado. No se le notaba eso último.

── Sí, alguna vez fue así ── la mujer dejó la comida sobre un pupitre y se acercó a la puerta ──. Nos vemos en la cena, niños. Cuídense, no hagan estupideces, el año es largo.

No entendieron a qué se refería con aquello, pero sabían que sus palabras tenían un peso significativo.

No les dio tiempo a despedirse o a preguntar, salió por la puerta de la misma forma en la que entró y ellos no tuvieron otra opción más que terminar con su tarea, la cual debían entregar... ya ni sabían cuándo.

── Creo que sigue pensando que tenemos algo más que una amistad.

── McGonagall o cualquier otra persona pueden pensar lo que quieran. La verdad solo la sabemos nosotros ── dijo Candy, poniendo el punto final a su investigación ──. Y Theo, nosotros seguimos sin ser amigos.

Pero al decir eso, estaba siendo incongruente, porque ella misma había afirmado que lo eran días atrás.

── Debes parar de confundirme, Cook.