SOUR CANDY FLOSS, theodore nott

00. the bitter tournament.

Era un día amargo para Candy Cook, sí, se alegraba de qué por fin, el trío de oro, se hubiesen reconciliado después de aquel mal entendido a inicios de octubre o por ahí, aun así, ella sentía que el torneo no era del todo dulce sino más bien amargo. Ya se acercaba la segunda prueba y Candy no había hecho más que ahogarse en algodón de azúcar, todas las tardes previas a ese día, se colaba en las cocinas y preparaba cientos de algodones que iba repartiendo por todo Hogwarts o se los daba al señor de Honeydukes. Su madre trabajaba allí, aunque no tenía los mismos poderes de Candy, pero le gustaba.

ㅡ ¡Hola, Candy! ¿Tendrás algún dulce por ahí? Ya sabes, Draco está de malhumor y no quería venir a pedírtelo por su cuenta ya que es capaz de soltarte alguna babosada ㅡ Pansy Parkinson hablaba muy rápido, pero para Candy no era una molestia ㅡ. Y como podrás ver, eres la única que goza de su amistad.

ㅡ Desconocía eso ㅡ musitó Cook desconcertada ㅡ: bueno, preparé unas galletas navideñas ya que es mi parte favorita del año.

ㅡ Hola chicas ㅡ la voz de Draco Malfoy hizo acto de presencia. Sonaba medio quebrada ㅡ. Parkinson, ¿y ahora qué le has dicho a Candy?

Para la sorpresa de muchos, Draco respetaba en gran manera a la hija de Franziska Sweety (creo, que no es bueno hablar del padre de la muchacha) ya que era muy bondadosa y siempre le regalaba una sonrisa a todo el mundo.
ㅡ ¿Yo? Nada, simplemente venía para ver si tenía algún caramelo para ti.

ㅡ Ten, Draco. Preparé estás galletas con aspecto navideño ¡Espero te gusten! ㅡ le tendió una pequeña bolsa celeste y sonrió afectuosamente. Era muy bonita y cualquiera podría perderse en sus ojos.

Sí, ese era el día a día de Candy Cook, pero el de Theodore Nott era completamente distinto al suyo. Amargura total y odio hacía la vida, por supuesto, muchos creían que el Slytherin se asociaba a Draco, pero no era así. Él no tenía sus mismos ideales.

Theodore odiaba los caramelos y tal como su padre, aspiraba a ser una persona no muy dulce. Legado familiar le decían. Así que los días de Nott estaban rodeados de un aura más oscura que un regaliz negro.

ㅡ Compañero, ¿ya oíste del evento después de la próxima prueba? ㅡ Blaise Zabini comía unas gomitas que unas horas antes había pedido a Candy mientras le comentaba a su amigo sobre lo que había oído.

ㅡ No y tampoco quiero saberlo ㅡ escupió el castaño mientras hojeaba un libro de la sección prohibida.

ㅡ ¡Bien! Pues harán un baile de navidad o algo así, donde los campeones iniciarán con sus respectivas parejas ¡Será fantástico! ¿Irás?

Theodore resopló y cerró el libro bruscamente para darle una mirada a su amigo, si es que podía considerarlo como tal.
ㅡ No me interesa. No iré a un ridículo baile porque yo odio las fiestas y ni siquiera tengo tiempo de buscar pareja.

ㅡ Te puedo ayudar si...

ㅡ ¡No! ㅡ espetó molesto y lo siguió ignorando para continuar la lectura.

Básicamente, así eran más o menos los días del Slytherin. Como un caramelo ácido, una gragea de vómito o cerilla de oído. Pero ahí es donde entra Candy Cook, que de mera casualidad escuchó la no muy grata conversación y sin previo aviso se acercó a ambos amigos que yacían en la biblioteca ── sí, estaban en aquel lugar que era un paraíso para algunos y una tortura infernal para otros. Para Candy y Theodore era lo primero ──. Aclaró su garganta y habló.

ㅡ Hola, eh... lamento que parezca una cotilla, pero oí su discusión y creí que unos caramelos les podrían ayudar.

ㅡ ¡Claro! ㅡ exclamó entre susurros Blaise amistosamente.

ㅡ Detesto los caramelos ㅡ repuso el castaño sin mirarla. La muchacha bajó la mirada apenada y le entregó un par de trozos de regaliz a Zabini y se sentó al lado de Theo.

Candy blandió su varita y articuló en voz baja:
ㅡ Accio ㅡ un libro salió del librero a sus manos. No sabía de qué iba, pero quería hacerles compañía a los muchachos.

Theo le dio una breve mirada y rodó los ojos, todo en ella le causaba repulsión. Sí, era bonita, pero no le llamaba la atención ni ella ni la dulce magicae. Solo era una bruja casi común, con poderes distintos y un don innato para alegrar a las personas, pero Theodore Nott no caía en ese saco.