4. Amenaza

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4. Amenaza


Temiendo que se repitiera la triste historia de un íncubo (inmortal) enamorándose de un humano (mortal), Mark no se apareció las dos noches siguientes; no quería mezclarse más ni con Donghyuck ni con su mundo, pues sabía cómo terminaría todo.

-¿Qué pasa? ¿Por qué tan triste? – cuestionó Lucas.

-Ya te imaginarás... - respondió en un suspiro Mark.

-¿Otra vez? Sí que tienes una debilidad con los humanos.

-Por eso no quiero verlo de nuevo; no quiero vivir una vida con él y luego tener que verlo partir.

-¿Y qué harás con la maldición que le echaste?

Mark suspiró nuevamente.

-Igual y puedes llevarte su alma y condenarlo a ti eternamente – comentó con simpleza Lucas.

-Pero él tendría que renunciar voluntariamente a ella.

-Por eso no es bueno escoger jóvenes – agregó Lucas, palmeándole el hombro.

Apenas Lucas se fue, Mark sintió cómo el humano le llamaba con desesperación, las noches que no lo había visto pudo sentir el enorme deseo y anhelo que había dejado en él. El sello era un arma de doble filo.

-Un momento – exclamó para sí mismo cuando el sentimiento de aquel llamado se transformó en una mezcla de miedo y deseo; sólo significaba una cosa.

Sin pensarlo dos veces, el íncubo viajó al mundo de los humanos, apareciendo en cuestión de segundos en la habitación de Donghyuck, encontrándolo a obscuras, recostado en la cama y con una silueta a un costado suyo.

-¿Qué haces aquí? – preguntó el íncubo.

El ser junto a Donghyuck lanzó una risilla y rápidamente apareció frente a Mark, dejando que la luz de la luna iluminara su pálido rostro, además de dejar ver sus enormes y afilados colmillos.

-Vine a recuperar lo que me quitaste hace un siglo.

-No te quité nada – aclaró Mark.

-Wooyoung, el humano. Ya era mío cuando llegaste y lo enredaste con tus hechizos baratos, dejándolo con el corazón roto y orillándolo a sui—

-Él se ilusionó, yo sólo quería su vitalidad.

-Entonces... ¿qué hay de este? – miró hacia Donghyuck, el cual dormía profundamente -¿Qué lo hace tan especial? – pasó la lengua por sus colmillos.

-Déjalo en paz.

-¿Por qué habría de escucharte? Tú nunca lo hiciste. Además... - en milésimas de segundo apareció sentado junto a Donghyuck -...este es más joven, su sangre ha de estar deliciosa.

Mark apretó los puños, tratando de controlarse.

-Es mío – advirtió.

-El sello desaparecerá una vez que su corazón me pertenezca – dijo el otro ser.

El íncubo no pudo más y lo tomó fuertemente del cuello, para luego estamparlo contra la pared.

-Jamás lo hará.

-Entonces consígueme otro humano antes de que el tuyo caiga a mis pies – sonrió.

Mark iba a apretar con más fuerza su pálido cuello, pero cuando se dispuso a hacerlo, el ser desapareció. El íncubo suspiró y se sentó junto a Donghyuck, despertándolo con una suave, pero peligrosa caricia.

[MarkHyuck] The MasterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora