Capítulo 6 Todo te lo puedo dar menos el amor

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Me duele el corazón... no quería... no quiero separarme de Vincent. No tengo del todo claro qué siente por mí, pero al menos él también quería que estuviésemos juntos. Quizás... no me atrevo a soñar....

Espero a Nuada donde siempre, sentada, abrazándome a mí misma. No quiero ir, quiero ir con Vincent. Tengo ganas de llorar...

Mi hermano aparece y ni siquiera me muevo del sitio. Tan sólo le miro. Él se acerca a mí majestuosamente y se pone a mi lado. Yo no dejo de seguirle con la mirada, pero nada más.

-¿Qué te ocurre, mi Beàrnán? –me pregunta colocando su mano bajo mi barbilla, haciendo que le mire de frente. No contesto, no quiero hacerle daño. De todas formas, ¿acaso no es obvio? Me parece tan raro que alguien que no sea Vincent diga que soy suya...

-Nada, vámonos ya –contesto tras aclararme la garganta. Él toma mi mano para ayudarme a levantarme, pero no hace falta. Me levanto sola.

-Beàrnán –me llama-, tengo un regalo para ti. Le miro indiferente. Saca una pequeña caja de plata labrada de su capa y me la ofrece. La abro. Dentro hay un colgante. Es una luna de plata con grabados. Le sonrío agradecida, aunque el regalo no me haya animado. Una joya no puede sustituir a Vincent, por muy bonita o valiosa que sea.

-¿Me la pones? –pido en tono conciliador. Después de ponérmelo acaricio su superficie con la yema de los dedos.

Tras ponerme el colgante me rodea con sus brazos y yo los aferro con mis manos. A pesar de que preferiría estar con Vincent, una parte de mí ha echado de menos a mi hermano y se alegra de verle. Cierro los ojos y apoyo la cabeza en su pecho. Segundos después sé que no me encuentro en el mismo lugar. Abro los ojos ante un mundo que ya no me parece tan maravilloso. La nostalgia hace que todas las cosas se vuelvan grises...

Bailo unas cuantas piezas. Esta vez siempre son lentas y mi hermano las baila todas conmigo, pero eso no cambia mi estado de ánimo.

-Siento no haber estado muy alegre hoy –me disculpo ante él. Tras haber visto a Vincent tantos días seguidos se me ha hecho tan difícil alejarme de su lado... Creí que me arrancaban un trozo de corazón cuando me fui... Me pregunto si mi hermano lo comprenderá. Me pregunto si alguna vez ha estado enamorado...

-Tranquila. Sé que tal vez he sido un poco egoísta, pero es que eres lo único que me queda en el mundo. Lo único que de verdad quiero. ¿Harás lo que me prometiste? ¿Vendrás una de cada dos noches? –asiento.

Le abrazo. No quiero hacerle daño, pero él tampoco debería hacérmelo a mí.

Al día siguiente me voy con Teddy a clase. Su madre me pregunta si he estado enferma, ya que últimamente no me ha visto. Me siento muy incómoda, pero tampoco quiero contestarle mal. Le respondo que sí, aunque en realidad sí que he ido al instituto, sólo que he tenido que ir volando porque siempre se me hacía tarde, sobretodo porque tenía que pasar por casa a dejarles a los duendes domésticos su comida.

Le cuento a Teddy todo lo que ha pasado, desde el punto de vista de la "protagonista" de mi historia, aunque me salto bastantes cosas con respecto a Vincent... La verdad es que necesitaba hablar con Teddy. Me dolía un poco la cabeza. Se ve que me hacía falta glamour.

Por la noche, me encuentro con Vincent en el bar del local, en la barra. Estoy a punto de abrazarle, pero todo se queda en un amago. No me atrevo a abrazarle delante de todo el mundo, no sé cómo se lo tomará. No sé si le molestará... Él me rodea con su brazo y me besa. No hay ternura en ese beso. Es otra cosa. Pasión y posesión.

Se oye un disparo. La gente huye en estampida. Vincent me suelta. Con un rápido movimiento echa su gabardina hacia atrás y desenfunda sus dos pistolas. Enseguida se pone delante de mí, usando su cuerpo de escudo.

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