Acuerdo

215 32 24
                                        

Cuando Yuuri decide abrir los ojos se siente totalmente relajado, su cuerpo pareciera estar como nuevo después de un par de horas de sueño reparador, se remueve entre las mantas un tanto perezoso hasta que recuerda que Víctor a pasado la noche a su lado por segunda vez, su corazón da un salto al notar que esta solo en la cama, algo parece decepcionante pero decide dejarlo de lado.

Mira de reojo el reloj que esta sobre la mesita de noche, 9 am, aun es temprano además el clima es más frío que ayer y no debe ir a trabajar ¿Por qué debería levantarse temprano entonces? esta seguro que el alfa ya debe estar en la universidad y que si no se equivoca también a alimentado a Vichan o de lo contrario su cachorro ya estaría sobre él pidiendo comida. Vuelve a cubrirse con la manta hasta que los ladridos de su peludo amigo atraen su atención.

Se cuestiona un segundo si ir o no,  sabe que Vichan es muy tranquilo aunque sigue siendo un cachorro por lo que opta por verificar que todo este en orden, además esto solo demorará un minuto, sale de la cama envolviéndose con una mantita pequeña que usa para este tipo de días, aunque en su ciudad natal también hace frío sigue sin acostumbrarse a las bajas temperaturas de Rusia.

Llega a la cocina y casi se va de espaldas al ver al ruso tan naturalmente paseando por su cocina, llevando solo un bóxer rojo a la cadera y un mandil con un elegante moño atado a su espalda, reprime un grito que no está seguro si es a causa del susto que le ha provocado o de  asombro por la maravillosa escena que acaba de ver apenas iniciada la mañana.

Se supone que Víctor tenía clases temprano ¿Entonces que estaba haciendo aquí? Cuando su alumno se percata de su presencia, se gira dándole la cara no sin antes terminar de sacar un hot cake del sartén.

—Buenos días Sensei— le saluda feliz.

Yuuri, no sabe con exactitud que decir, aun esta procesando la imagen frente a él, pues ni en sus sueños más lejanos alguna vez se imagino que su amante le prepararía un delicioso desayuno usando solo un mandil de volantes, sabía que era cliché y algo que no todos estarían dispuestos a hacer pero era bastante joven cuando llegó a cruzar por su mente una fantasía de ese tipo, no le gustaban mucho las maid pero debía admitir que después de este día acababa de descubrir porque resultaban encantadoras para tantas personas, tal vez también comenzaban a agradarle. Volviendo al presente aun esta de pie aferrándose fuertemente su manta favorita y con la boca abierta al ver al ruso frente a él.

Víctor se sonroja al darse cuenta de la hermosa reacción que ha conseguido de parte de su profesor y aunque quiere molestarlo un poco más se da por bien servido de momento, así que se da la vuelta moviendo aún más las caderas de un lado a otro de la cocina mientras sigue con sus preparativos para el desayuno, el japonés terminó por responder a su saludo usando un tono de voz apenas audible pues se sentía abochornado por la situación.

Un par de minutos después el pelinegro esta sentado con un plato de Hot cakes frente a él, a su lado la miel y un recipiente con fresas picadas, si no se equivocaba no tenía ninguno de esos ingredientes en su casa así que dedujo que Víctor debía haber salido a comprarlos, espero a que el chico tomara su respectivo lugar entregándole también una taza de café, todo olía de maravilla, justo lo que necesitaba para calentar su cuerpo en esta fría mañana.

La duda del porque su alumno permanecía en su hogar aun surcaba su cabeza pero decidió que primero comería algo antes de iniciar el interrogatorio.

—Gracias por la comida— dijo amable pero sin verlo al rostro, sus mejillas seguían cálidas por el sonrojo de hace unos momentos.

El primer bocado de hot cake llego a su boca no puedo evitar ronronear de felicidad, estaban deliciosos, de verdad que Víctor era un excelente cocinero aunque si era sincero estas eran las primeras veces en las que probaba algo preparado por un alfa, quizá también se debía a eso. Todo estuvo en silencio por algunos minutos, podía sentir la mirada del ruso posarse en su cuerpo y alejarse tan rápido como había llegado, pero ninguno se atrevía a decir nada más.

Katsuki SenseiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora