02. El recuerdo de intimidad.

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Prompt martes: Primera vez haciendo el amor.

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Luego de hablar sobre ese primer recuerdo, Aristóteles se quedó muy pensativo, sobre todo, reflexionando en el impacto que tuvo en su interior y que mantiene dentro de sí mismo. No deja de pensar en que, justo como entonces, lo siguió cuidando tal como prometió, y es de hecho lo que está haciendo en ese momento.

—No encuentro tus pastillas ¿dónde se supone que las dejaste? —le pregunta Temo a Ari, mientras busca encima de uno de los muebles de la habitación, entre el montón de medicamentos que hay regados encima.

—Estoy harto de esas pastillas. No evitan que me duela la cabeza de todas formas —responde Ari.

—Tienes que seguir con tu medicación, entiende que es importante. Te lo dicen siempre.

—Se me olvida... —intenta bromear. A Cuauhtémoc no le hace mucha gracia, así que sólo gira su cabeza y lo mira con el ceño fruncido durante un par de segundos, luego regresa su vista hacia el montón de fármacos y continúa con su trabajo.

Aristóteles también debe dejar de mirarlo, sin embargo no quiere hacerlo. Quedó prendado del rostro de Cuauhtémoc, lo adorable y al mismo tiempo cautivador que le resultan sus gestos. Fue quizás la manera en que lo miró, o sólo el mismo Temo, que llevaba días resultándole irresisble, no encontraba mejor adjetivo para describir la absoluta atracción que corre por su cuerpo cuando lo mira. Y como ahora, recorre su rostro sintiendo fascinación ante su belleza, pero sus ojos, cual imanes, no logran resistirse a descender la mira con suma lentitud por todo su cuerpo. Repasa principalmente su espalda, sus brazos, adora cómo le queda esa camisa de color negro que lleva puesta, recuerda lo complaciente que es acercarse y sentir la tela, para luego pensar que, debajo de ella, podría palpar con sus dedos la piel que imagina suave y perfecta, le encanta de una forma inquietante los jeans ajustados que lleva puestos, lo bien que se acoplan a su figura, y las piernas que se delinean con lo ajustado de la prenda, son el factor que más roba su atención. Sin que pueda evitarlo, incluso si se resiste a mirarlo, termina cayendo ante observar más allá de lo que debería permitirse a sí mismo para deleitarse.

Apenas el calor se le sube a la cabeza, aparta su mirada de inmediato, con el corazón latiendo rápido y un sentimiento avasallante que no desiste en su mente, una excitación que es innegable y que le cuesta ocultar.

—Ya la encontré —anuncia Temo, victorioso, regresando a su lugar—. Gracias por ayudarme a encontrarla, eh —le reclama, mientras se sienta en la cama y le extiende la pastilla.

Aristóteles lo mira a los ojos, aclara su garganta y acepta la pastilla. Mientras la toma, en campañía de un sorbo de agua, se siente avergonzado por sus pensamientos y por lo incorrecto que fue mirarlo de esa manera, sobre todo porque fue la primera vez que lo hacía.

—Gracias —dice Ari, un tanto tenso y desconcentrada—. Bueno, ¿le seguimos? —propone.

—Bueno, ¿qué otro recuerdo te gustaría que te contara?

—Veamos —. Toma su celular y revisa de nuevo la lista. Casi por inercia, sólo lee el siguiente momento, sin analizarlo previamente—. Háblame sobre un recuerdo de nuestra intimidad sexual —, apenas se le salen las palabras, Aristóteles cae en cuenta de lo que pide y su rostro se pinta de carmín.

Temo abre los ojos con impacto, no esperaba esa petición.

—No, eh... perdón, no, no, no —como puede, Aristóteles intenta reponerse—. No lo leí bien antes, perdón —se disculpa, con un rojo más potente adornando su rostro.

¿Cómo enamorar a mi novio en 24 horas? ; fluff fest AristemoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora