06. El recuerdo de diversión.

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prompt sábado: Tomando clases de cocina.

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Cuauhtémoc no sabe si se arrepiente de haber rechazado sus labios, o si se enorgullece de sí mismo por haberse resistido a pesar del dolor que representó. Nunca nadie le dijo lo difícil que resultaría resistirse a Aristóteles Córcega, de hecho, nunca en la vida concibió esa idea, pero ahora con la experiencia vivida, puede dar fe de que, ni en sus peores pesadillas, se acercó a la realidad del tormento que es estar milímetros de sus labios y negarse a contenerlos bajo los suyos. Pero existe una contrariedad en su corazón, una que no puede ignorar, por más que le pese, por más que se esfuerce, su cabeza le ordena hacer caso a su razón y dejar de lados la tentación que representa estar a un paso de tenerlo, porque al tenerlo no obtendrá lo que desea, él no estará devuelta, él no corresponderá de lleno su amor. Lo único que tendrá es un momento que se perderá en el viento, y el único que saldrá herido en todo esto será él.  

Cuando piensa en el Aristóteles al que se aferra y recuerda al Aristóteles que tuvo ese día de frente, se frustra. Ya no se miente, acepta que ha tratado de engañarse con que sigue siendo el mismo que recuerda, pero sabe que simplemente es mejor aceptar que no es verdad, que este Ari no es como lo recuerda, que este es otro, quizás es de ahí donde intenta agarrarse para frenarse y mantener su distancia, pero si es verdad que este nuevo Aristóteles le desagrada, simple y sencillamente porque no es el que añora, entonces ¿Por qué le duele estar separado de él? ¿Por qué siente ganas de correr a sus brazos y aceptar ese beso lleno de lo que sea que lleve de trasfondo? ¿Por qué siente que lo necesita? ¿Por qué sabe que lo ama con la misma intensidad de siempre a pesar de no ser el mismo? 

Tantas preguntas y tantas indescifrables respuestas, no le queda más que darse espacio para aclararse, buscando así no lastimarse y al mismo tiempo no lastimarlo, porque ni siquiera pensando en sí mismo y en su bienestar deja de pensar en su rizado. 

Quiere obedecer a sus instintos, así como lo hizo cuando aceptó el acuerdo de las veinticuatro horas, quiere volver a ilusionarse con que Aristóteles puede enamorarse de él, y quiere pretender que él también puede hacerlo, como si ambos comenzaran de cero. 

Mientras se recuesta en la cama y medita su decisión, recuerda ese día en que se aventaron a probar un rumbo distinto, uno donde confiaron simplemente en sus instintos. Piensa que si aquel día funcionó bien para ambos, ¿por qué no les funcionaría bien ahora? Así la diferencia sea enorme entre una situación y la otra, se mantiene fiel a su idea de intentarlo, porque lo ha decidido, y mientras sonríe, se permite recordar ese día por el cual ahora ha tomado una decisión. 

( ... ) 

Cuando a Aristóteles se le ocurrió la idea, Temo estuvo de acuerdo de inmediato. Ambos concordaron en que las clases de cocina les vendrían excelentes durante las vacaciones. Pronto buscaron cursos diversos, encontraron uno que les encantó a ambos, nada más y nada menos que la repostería en pareja. No era un curso largo, parecía dinámico y sencillo, incluso mencionaban una competencia final en donde habrían premios y reconocimientos. Se inscribieron de inmediato, ansiosos por comenzar el curso cuánto antes. 

Iniciaron un lunes, se presentaron en las instalaciones de la sede del curso. Era un edificio precioso donde se impartían clases particulares de gastronomía. Ellos fueron ubicados en un salón gigante y colorido, con varios stands individuales, cada stand era una mini cocina, tenían su barra de trabajo, sus hornos, sus utensilios y electrodomésticos necesarios. Se sentían soñados, el precio del curso estaba valiendo completamente la pena. 

Mientras ambos se apreciaban y  halagaban en sus filipinas color negro que llevaban puestas como uniforme, una pareja llamó la atención del resto, llamándolos a mirarles hacer su entrada triunfal. Se trataba de una mujer y un hombre, ambos vistiendo uniformes más profesionales que los demás, caminando con un porte bastante llamativo, con ellos cargaban maletas donde llevaban sus propios utensilios de cocina. 

¿Cómo enamorar a mi novio en 24 horas? ; fluff fest AristemoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora