07. Nuestros nuevos recuerdos.

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prompt domingo: Cita en cine, Paseo Nocturno, Viendo el amanecer ( comodines ) 


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Aristóteles llega al sitio acordado y a lo lejos vislumbra a Temo, quien aguarda sentando frente a una de las mesas fuera de la cafetería que se encuentra a lado de la plaza comercial. Cuauhtémoc también se percata de la presencia de Aristóteles; se reacomoda en su silla y espera su llegada con el corazón latiéndole a más no poder. Las manos de Ari sudan, sus pasos se sienten torpes, Temo carga la mirada en él mientras intenta que las piernas no le tiemblen. Se ven, pueden sentirse, juran compartir el mismo pensar, y al mismo tiempo, lo ponen en duda, incapaces de descifrar lo que el otro va a decir. 

Cuando Ari por fin se acerca, Cuauhtémoc se pone de pie. Ninguno sabe cómo es prudente saludarse, con un beso en la mejilla, un abrazo, o un simple apretón de manos. Optan chocar sus palmas y entrelazar brevemente sus manos, como si de dos viejos amigos se tratase, aunque ciertamente, ambos coinciden que lo que comparten nunca podrá acercarse a ello. 

—Gracias por venir —le dice Temo a Aristóteles, soltándole la mano. Aristóteles esconde su mano tras un puño, aguantando las ganas de lanzarse a sus brazos y robarle un abrazo, de recostarse en su hombro y sentirlo cerca, comprobar esa seguridad de la que sus escritos en el diario tanto hablaban, todo aquello que, sin tocarlo, ya siente. 

Ambos se sientan, quedan uno frente al otro. Sus bocas se sienten secas, pretexto perfecto que Aristóteles encuentra para aliviar el momento de silencio.

—¿Podríamos pedir algo? digo, ya que estamos aquí... —opina con una media sonrisa, sonrisa que Cuauhtémoc encuentra encantadora. Por fin se libera al apreciarla, luego de tiempo reteniéndose en hacerlo. 

—Por supuesto, por algo quedamos de vernos aquí. Yo invito. 

—No, olvídalo, puedo pagar la mía, no te preocupes —. Cuauhtémoc piensa repentinamente que, al menos, en eso no ha cambiado nada—. Es más, déjame invitarte —le pide. 

—Pero si yo fui quien te invitó.

—Y yo quien sugirió. Por fa, siempre haces cosas así por mí, dame chance, ¿sí? —. Temo recapacita, y piensa que en realidad todo esto trata sobre darse chance, así que se convence. 

—De acuerdo —acepta. 

Una mesera se acerca para tomar su pedido. Ambos evalúan el menú detalladamente, acción que llama la atención de Temo pues, el Ari que recuerda, simplemente elegiría lo primero que encontrase apetecible sin darle tantas vueltas. Aunque lo mira asombrado por un par de segundos, retoma su tarea en el menú y busca algo que se le antoje. 

—Un frappe de crema de vainilla —dicen al unísono.

Mientras la mesera toma nota, ambos apartan el menú de sus rostros y se miran asombrados. Aunque titubean un poco, no comentan al respecto.

—¿Te gustaría que compartiéramos una rebanada de pastel? —le pregunta Ari a Temo, con un tanto de nervios detrás de sus palabras. 

—Sí, estaría rico... —, retoma su menú.

—Una de chocolate —vuelven a coincidir, esta vez llamando la atención de la mesera quien, junto a ellos, ríe brevemente. 

—Enseguida —dice la mesera, y se retira, dejándolos solos otra vez. 

¿Cómo enamorar a mi novio en 24 horas? ; fluff fest AristemoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora