05. El recuerdo de romance.

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prompt viernes: Patinando sobre hielo.


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Han pasado días desde la última vez que se vieron. Cuauhtémoc no ha dado señal alguna, Aristóteles permanece paciente sin insistir y  ambos se extrañan con locura. Es difícil comprender las posturas de ambos, sin embargo, uno está dispuesto a ceder, el otro se mantiene renuente. Los papeles se invirtieron y es momento de hacer algo para afrontar la situación. 

Aristóteles indaga entre sus propios sentimientos, lo hace todo el tiempo, cada noche que se encuentra extrañando a Temo, cuando despierta y es lo primero en lo que piensa, cuando en sus momentos solitarios está añorando volver a mirar su sonrisa, percibir su olor, admirar sus gestos, perderse en sus ojos. Cada momento a cada segundo del día en que lo extraña más que el anterior. Se cuestiona lo mucho que cambió su vida en un par de días, como pasó de idealizar sus más impropias fantasías con él, a añorarlo en cuerpo y alma. Si sus sentimientos son exclusivamente carnales y superficiales, entonces por qué se siente en agonía al pensarle. No ha parado de preguntárselo desde que lo vio salir de la puerta de su casa. 

Ha tenido tiempo para reflexionar, ahora empatiza con Cuauhtémoc. Piensa en todos esos abrazos que rechazó de él, las veces que demostró el desagrado de su cercanía, todos esos días en los que lo apartó, cuando fue grosero... recuerda más que nunca ese beso que rechazó, ese que al mismo tiempo es el primer recuerdo que tiene de él. Entiende su conflicto, entiende que en su lugar, no habría podido aceptar tan fácil un beso. Se lamenta pero tampoco puede culparse, es como Cuauhtémoc se lo dijo, no es culpa de ninguno. 

En un intento desesperado por distraerse de su indescifrable y más que cuestionable cúmulo de emociones, decide darle orden a su habitación. 

Le tomó tiempo hacerse a la idea de que mucho de lo que hay en él, está plagado de un Aristóteles que ya no reconoce frente al espejo. Empieza por lo que ve en su closet, hasta el color de su habitación. Decide de una vez por todas botar en una caja cada cosa que no le guste, aunque piensa que sería increíble si Temo estuviese a su lado para ayudarle a reconsiderar cualquier cosa que decida botar y que lleve un trasfondo sentimental por el cual deba conservarlo. Aclara su mente e intenta alejar a Temo una vez más de su cabeza. 

Mientras curiosea entre el millón de cosas que va encontrando en sus cajones, termina topándose con una libreta que le llama la atención por la bella que es. Su cubierta es de madera, y su nombre está escrito a mano con acrílico color negro en letra cursiva. Al abrirla se encuentra con un montón de escritos encima de hojas blancas, reconoce su letra, y al momento de percatarse que en las esquinas de cada hoja llevan una fecha diferente, no tarda en entender que se trataba de un diario, su diario. 

Pasa las hojas, motivado por la curiosidad y el ímpetu de conocer más sobre lo que vivió en el pasado, termina topándose con un título peculiar, uno que lo llama a quedarse hasta llegar al final del relato. Este se titula "El mejor día a su lado". No duda ni un momento sobre quién hace alusión. 

Se acomoda en su cama, y antes de iniciar, decide poner a correr el tiempo del reloj, porque considera que ese tiempo vale la pena contarlo por precisamente cumplir con su cometido. Comienza la lectura del recuerdo, un recuerdo que tiene vestigios, uno que puede constatar al estar grabado de su puño y letra. 

( ... ) 

Finalmente Cuauhtémoc regresó a la banca donde Aristóteles aguardó pacientemente su regreso durante varios minutos. 

—¿Estás listo? —le preguntó Temo, mostrando frente a su rostro las entradas para la pista de hielo. Ari se puso de pie al instante y asintió con una sonrisa cargada de felicidad y nervios.

¿Cómo enamorar a mi novio en 24 horas? ; fluff fest AristemoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora