...Y duele.

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Un resumen de esta “buena” trama.
~Empiezan las etiquetas, es hora de expandirse.

XI

Prometer lo que crees entender no está bien, si te piden que se “prometa” (es un poco pesado relacionar) al menos deberías exigir que se hagan entender bien lo que les estás favoreciendo…
Si no a malos entendidos, percances y distancias.

—…Es sencillo no recuerdes con nadie lo que recuerdas de mí o conmigo.
—Yo ya hablaba de eso.
—Tampoco te supe entender.
—Sí, yo hablaba de eso. Pensé tres cosas, te expuse dos y una me la quedé para mi silencio. La segunda es esto.
—¿Y la tercera?
—Es como la segunda pero no tan a la identidad que se crea con el metalenguaje que creamos sino con el “habla”.
—…
—Era la…”mentira”, se me haría cotidiano que piensen de muchos hombres eso…—Sea quien sea la mujer.

Ella se rió…

—…No sé de qué estás hablando, no entiendo y supongo que varias lo piensan.
—Deja así, se vuelve más tensionante tratar de hablarlo, hacerlo entender y ser cerrado-discreto. Empieza a entristecerme, sólo omítelo, si quieres no lo olvides aunque también pasará pero por favor, no más.
—Dejo así pero…siento que lo vuelves complicado. ¿Por qué?, ¿Por qué te duele tanto? no lo entiendo.
—Pierdes “lazos” por no hacerte entender y hacer creer que lo que haces con alguien lo haces con otros. Es difícil de manejar eso, y lo piensas bastante, les cedes la razón porque la gente se siente satisfecha al “tenerla”. Y tú te sientes a gusto al verles así. Si les duele tu desaparición, regresan y se dan cuenta de la “verdadera verdad”. Se torna absurdo y comprenden por demostración que no era del todo así, pero…cuando no regresan, tus experimentos no valen nada. Y duele. Y duele más cuando no está la oportunidad de demostrarlo. Y duele más cuando estás muy amarrado…a esas personas. Entonces te vuelves inherente, aprendes a desconfiar, a ver por los ojos.
…Inerte también te vuelves. Y es ahí cuando conviertes personas en canciones. Cuando caminas por encima de hojas secas y te dan sentimientos viejos. Cuando te da miedo que la gente escuche lo que tocas. Cuando sientes el chocolate. Y cuando sabes apreciar lo que tienes sin haber empezado al son de perderle.
—¿No te gustaría aprender a ser diferente?

La Parábola del Mentiroso y su ADNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora