Sonidos del Despilfarro (en parábola) Primera Parte

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(En el 23 de agosto de dos años atrás)

XIV

Yo tiendo a odiar mis cumpleaños de sobremanera, ¿razones?, el verbo de “vivir” como sinónimo a que nadie acuda a responder…
Como se acercaba, esperaba reconsiderar que en mi momento pasara al deber un alma vieja a ajustar cuentas que dejé meses atrás.

Una carta. Eso fue todo, escrita para el 21 de mayo de este presente en respuesta a lo que yo sentía después del 17 de abril del mismo y de lo que debería haberse hablado en el 15 de mayo del también.

En junio pasé tantos momentos incómodos que todo lo que se restablecía de ese tiempo hasta ahora en vista del progreso y del origen, era como mandar unos zapatos defectuosos a arreglar en una fábrica y regresaban casi que igual sólo que con el olor a los zapatos nuevos.

Esa mujer estaba jugando conmigo y yo en la carta se lo decía.

Dime tú, ¿cómo relacionas las partes de una carta? porque ella sólo me hacía entender que las primeras 5 páginas le hacían sentir algo y que las siguientes 8 le hacían sentir otra cosa.

En meses trascurridos sigo sin entender, pero te diré qué pasaba para que te des cuenta de cómo he llegado a ser en estos 13 años de vida.

XV

Era viernes, yo daba vueltas como siempre con varios compañeros.
Entré a clase y sobreviví a la filosofía que no dicataba bien mi profesor. Él nos recogía un trabajo y el día era bastante triste y oscuro. De hecho era un día de acogida bastante pasiva y suave, tenía el color de los recuerdos viejos. El basto buñuelo de cemento del salón se elevó gradualmente allá adelante a la noche. ¿Por qué? porque a pesar de llevar gran parte de granito, la pared en la que yo estaba recostado esperando nota sería donde daría inicio a mi pequeña alegórica historia y entendible sí que era de cemento.

La chica me ignoraba, apenas los niveles de indiferencia se notaban de a pocos por el exceso de la misma; era como si nunca me conociera.

Mientras seguía tambaleado ahí, al finalizar la hora (con mi buena nota obtenida de contento), la cusiosidad se me despertó al verle aquellas manos tan suaves y casi que sedosas en mi derecho. Ella me quería levantar, ponerme de pie y yo me emocionaba por no entender.
Al levantarme con su ayuda se me fueron las luces y terminé de nuevo en ese muro, solo que más ciego. Sentí como si fuera metal y la pared un imán gigantesco.

Me levantó de nuevo sin dejarme caer mientras yo recuperaba conocimiento y me abrazó, bastante fuerte, como antes era. Yo ya estaba tan extrañado del tiempo que pasó que no pude reaccionar igual dentro de mí pero físicamente era la mejor apariencia que podía hacer. Lloró, ¡lloró!, ¡lloró!

Nos fuimos petrificados en todo el silencio que se hizo mientras las gaviotas que quería que se pronunciaran estaban de vacaciones porque aquí no tenemos muelles y yo no sé cómo funciona el mundo como para entender el porqué las gaviotas andan en las costas; además de que ni sé si en las costas de este país las hay.

Llegamos a un árbol. Hablábamos de lo que yo quería hablar, de las 5 páginas adoradas y de las 8 despreciables, de lo desperdiciado que era el vacío sin nosotros, de lo que se debería intentar y no dibujar…
En medio de cúspides alguien nos interrumpió a modo de hacer mal. Yo no veo la necesidad de que el mundo funcione a base del mal, fue muy inoportuno eso.

Hago servicio comunitario en la biblioteca, hago básicos, inventario, chequeos, estadística de libros, asesorías, registro y soporte.
Siempre terminaba la tarde de biblioteca con 5 tazas de café ya que era gratis a pesar de que sabía que eso me dañaba al irse de la mano con mis problemas cardiacos.

La Parábola del Mentiroso y su ADNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora