Cap 8

11K 824 355
                                    

POV Natasha.

-Necesitas dejarme ir. - Quité mi brazo derecho de mis ojos, para fijarlos en Wanda, que se encontraba envuelta por una gigantesca toalla, parada justo al lado de la cama en donde yo estaba acostada.

-¿Cómo dices? - El hecho de saber que debajo de esa toalla, atada por un inestable nudo, Wanda estaba desnuda, me hizo estremecer, y sentí el primitivo impulso de arrojarla sobre la cama y hacerla mía de una vez.

-Qué debes dejarme ir.

Suspiré.

-Y de vuelta a la fase uno... - Susurré, mientras volvía a cubrirme el rostro con un brazo, bloqueando los rayos de sol que entraban por aquel enorme ventanal.

-Natasha, hablo en serio. Esto está mal.

Bufando, me puse de pie, y quedé a tan solo unos cuantos centímetros de su cabeza. Sonreí al reparar en la gran diferencia de estatura.

-Cariño... - Susurré, tomando su mentón entre mis dedos y alzándole la barbilla. - ¿Acaso escuchaste algo de lo que te dije durante el viaje? Soy una mafiosa. Ma-fio-sa. Y ser una mafiosa, no se encuentra entre una de las profesiones más honorables del planeta.

-Pero tú me dijiste que no secuestrabas mujeres.

-Y no lo hago. Ese no es mi negocio.

-Dices que no lo haces y sin embargo, aquí estoy.

-Dijiste 'mujeres', en plural. No secuestro a muchas mujeres. Solo secuestré a una. - Sonreí angelicalmente, y me giré hacia la maleta, atrayéndola hacia nosotras. - Ahora vístete de una vez.

Sus enormes ojos verdes chispearon de picardía durante unos segundos, y luego sonrió lentamente.

-¿Tanto te afecta verme así, Natasha?

Sonreí, tensa, y me agaché hasta quedar a su altura. Nuestras narices se rozaban cuando hablé.

-Si vuelves a desafiarme de esa forma, pequeña, tendrás que hacerte cargo de las consecuencias. Y créeme, no creo que quieras hacerlo. Vístete, y ve hacia el comedor.

Me giré, dejándola allí, con el ceño fruncido y las mejillas ruborizadas.

-¿Necesita algo más, señorita Romanoff? - Levanté la vista hacia Betty, nuestra cocinera dentro de la isla, que me miraba con algo parecido a la ansiedad.

-No, Betty. Muchas gracias - Le respondí mientras me sentaba en la punta de la mesa, repleta de diferentes comidas.

-Adiós, señorita.

-Adiós, Betty.

Fijé la vista en el océano que se divisaba a lo lejos, y suspiré, recordando los momentos felices que había vivido durante mi infancia en aquel lugar.

No la sentí llegar, pero cuando giré la vista, Wanda, usando un precioso vestido playero con flores azules, estaba sentada frente a mí, mirándome pensativa.

-Estás triste. - Susurró.

Fruncí el ceño.

-Claro que no.

-Sí lo estás.

-¿Por qué piensas que estoy triste?

-Tu mirada. Es como si se hubiera oscurecido, y tienes un aire nostálgico.

Me sorprendí de lo observadora que era, pero preferí reservarme ese pensamiento.

-No estaba triste. Solo estaba pensando - Dije, y Wanda prefirió dar por cerrado el tema.

Suya; ScarletWidowDonde viven las historias. Descúbrelo ahora