Epílogo

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-Mozzarella... Sí, una pizza con mucha, muchísima mozzarella.- Natasha apartó la vista de la pantalla para mirar fijamente a su novia, que apoyaba los pies sobre su regazo y la cabeza sobre el reposabrazos del sofá. Mientras tanto, Wanda parecía estar teniendo un sueño húmedo con... ¿Una pizza?

-¿Amor?- La castaña se mordió el labio, con expresión soñadora, y Natasha frunció todavía más el ceño.

-Natasha, eso es lo que necesito.

La pelirroja arqueó una ceja, y paseó la vista desde el rostro de Wanda hasta su abultado vientre de seis meses.

-¿Qué necesitas?

-Pizza. Mucha pizza. Con mucho queso. Oh, si...

-¿No puedes comer otra cosa? Maria no está y no tenemos pizza.- Wanda la fulminó con la mirada desde la otra punta del sillón, y Natasha se amilanó.

Sí, ni un pelotón de francotiradores apuntándole conseguían intimidarla, pero su novia embarazada la ponía en su lugar con sólo una mirada.

-Quiero. Pizza.- Espetó, separando las palabras, y Natasha se puso de pie con un suspiro.

Y pensar que todavía quedan tres meses más...

-¿De dónde se supone que sacaré pizza a la una de la mañana?

La castaña se encogió de hombros, con esa típica expresión de '¡Ese no es mi problema!', mirándola con aquellos enormes ojos verdes desde el sofá.

Natasha paseó la mirada por la sala, soñando con que alguno de sus empleados aparecía justo en ese momento y se hacía cargo de ir a comprar la tan deseada pizza.

-¡Natasha! ¿Qué estás esperando?

Volvió a bajar la mirada hacia su novia, que le devolvió la mirada expectante.

-¿De verdad que no puedes comer otra cosa?

-¡Natasha Romanoff! ¡Te juro que si no buscas la maldita pizza en este instante, te arrepentirás de no haberlo hecho cuando me encargue de ti!

La pelirroja rodó los ojos, molesta, antes de tomar su chaqueta y caminar hacia la puerta de la sala.

Estaba tomando el pomo con una mano cuando un sollozo la frenó de golpe.

Con el ceño fruncido, volvió apresurada hasta el sillón, en donde Wanda sollozaba desconsoladamente.

-Cariño, ¿Qué sucede?- Se arrodilló a su lado, apartando los castaños cabellos de su cara y secándole las lágrimas con delicadeza.- Ey, ya traeré tu pizza, lo prometo.

-¡Lo si-siento, te traté tan ma-mal!

Wanda siguió sollozando, y Natasha la miró desesperada.

-Amor, no, no llores. No me trataste mal...

-¡Te amenacé!- Respondió, mientras se giraba para enterrar el rostro en un cojín.

Natasha estaba histérica.

Nunca sabía qué hacer cuando las hormonas se apoderaban de su novia y decidían jugar un rato con ella.

-Sí, lo hiciste. Creo que te estás juntando mucho conmigo... - Wanda sollozó todavía más fuerte. Ok, bien, nada de chistes.- Pequeña, mírame.- Natasha acarició sus cabellos hasta que Wanda despegó el rostro sólo un centímetro del almohadón, mirándola con un solo ojo lleno de lágrimas.- Todo está bien, no me ofendí, y no lo sientas. Lo entiendo perfectamente, estás alterada. - Wanda abrió los ojos como platos, y luego abrió la boca dispuesta a mandarla a freír nabos. ¿¡Quién se pensaba que era ella para decirle que estaba alterada!? Pero Natasha fue más rápida, y comenzó a hablar con rapidez.- No, no estás alterada, claro que no. Siento haber dicho que estás alterada, era mentira.- Natasha decidió dar por terminada la charla, al ver que no lo estaba llevando a ningún lado seguro.- Preciosa, iré a buscar tu pizza, ¿De acuerdo? Todo está bien, ven aquí.- Se inclinó para besar su frente y Wanda la miró fijamente, viéndola ponerse de pie.- Te amo.

Suya; ScarletWidowDonde viven las historias. Descúbrelo ahora