Capítulo Uno

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Cerré mis ojos e inhalé profundamente.

En el andén 9 3/4 la gente se movía de un lado a otro. Los padres se despedían de sus hijos, y algunos niños corrían hacia el tren para lograr encontrar compartimentos disponibles, al tiempo que el Expreso de Hogwarts hacía sonar su característico silbato. Era una imagen que me producía nostalgia.

Me giré, mi padre se despedía de mi hermana, April. Algunas lágrimas quisieron escaparse de mis ojos, pero las contuve. Luego de unos instantes, mi hermana se apartó, dándome mi momento para hablar con papá. Él me miró a los ojos, con una ligera sonrisa asomándose en sus labios. Casi podía leer la tristeza en su rostro.

—No te preocupes... —Lo consolé— Cuidaré bien de April... —Él asintió.

—Tu madre estaría muy orgullosa de ti. Te has convertido en una bruja increíble.

Casi no pude soportar el nudo que se crecía en mi garganta. Lo miré, y esbocé una débil sonrisa.

—Te extrañaré, papá...

No abrazamos brevemente, y cuando por fin nos soltamos mi hermana tocó mi hombro, indicándome que era momento de subir al tren. Ambas nos despedimos de papá agitando la mano, y subimos al tren.

Encontramos un compartimento solo para nosotras, y mientras el tren hacia su recorrido hasta Hogwarts no pude parar de pensar en todo lo que nos deparaba el año. Hacia algunos meses atrás, el colegio estaba completamente destruido. La guerra mágica había hecho estragos en todo el mundo mágico, incluso en nuestro amado colegio; y solo por eso, sospechaba que este año sería muy extraño.

Cuando el tren arribó, me despedí de mi hermana y me junté con algunas caras conocidas, de mi mismo curso. Algunos me saludaron alegremente, y otros simplemente asintieron con su cabeza a manera de saludo. En el fondo, sabía que por mucho que nos esforzáramos en aparentar normalidad, estábamos marcados; ya que, para algunos, éramos los pertenecientes a la casa de los traidores, y, para otros, solo éramos unos pobres niños que se habían visto encerrados en una guerra que no les concernía. Era algo difícil de asimilar, para todos...

Subimos a los carruajes que nos llevarían hasta el colegio. Ahora podía ver a los curiosos animales que tiraban de ellos. Eran similares a corceles negros, solo que algo aterradores. Un chico de Hufflepuf se asustó tanto al verlos que cayó sobre su trasero. Algunos chicos de Slytherin rieron por lo bajo.

Thestrals... —Los reconocí, y algunos chicos voltearon a verme— Una vez escuché a una chica de Ravenclaw mencionarlos... Ustedes saben... La lunática... —Me encogí de hombros.

El transcurso hasta el colegio fue silencioso. Solo se escuchaban las ruedas de los carruajes al moverse por el suelo. Era tétrico y triste a la vez. Agradecí cuando llegamos a nuestro destino y pudimos estirar los pies. Todo el viaje me había puesto nostálgica hasta la médula.

—¡Aurora! —Una voz me llamó. Al girarme me encontré con Astoria, mi mejor amiga.

—Hola. —La saludé.

Ella sonrió delicadamente, y se situó a mi lado para acompañarme hasta el gran comedor. Donde todos los estudiantes deberíamos reunirnos. Extrañaba su compañía. Después de la guerra mágica había perdido contacto con ella, y verla de nuevo allí me hacía sentir muy feliz. Era una muerte menos que llorar.

—No creí que volverías —Me dijo— Pensé que todo esto sería demasiado para ti... —Asentí.

—No quería volver, para ser honesta... Estoy aquí por April... Papá me pidió que cuidara de ella... —Suspiré— Es difícil creer que Hogwarts volverá a ser el lugar más seguro del mundo.

Enamórate De Mí, Malfoy.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora