Capítulo Cinco

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Me desperté sobresaltada. Mi pecho subía y bajaba con demasiada rapidez. Me sentía mareada y confundida. ¿Qué hora era?

Estaba en una de las camillas de la enfermería, y una delgada sábana blanca cubría mis piernas. La quité sin mucho ánimo. Aún llevaba mi uniforme puesto. Tuve la intención de deslizarme de la camilla y salir de allí; sin embargo Madame Pomfrey apareció en ese preciso instante.

—¡Por Merlín! ¡Ni se te ocurra bajar de allí, niña!

—¿Qué pasó?

Poppy me miró angustiada. Ella y yo teníamos una curiosa relación, ni siquiera sabía como describirla. Ella era como una gran amiga, y a la vez como una abuelita dulce y mandona. Ella se preocupaba demasiado por mi salud; incluso más que yo, podría decirse.

—Oh, mi niña querida. Te desmayaste. ¿No lo recuerdas? —Negué con la cabeza— Unos niños de cuarto año te encontraron en uno de los pasillos del tercer piso. Me preocupé mucho cuando vi que te traían en brazos. Has estado inconsciente toda la tarde.

—Lamento procuparte, Poppy... —Dije con sinceridad— Todo está bien, ¿no es así? —Ella asintió.

—Parece que solo es cansancio. Sabes que en tu condición no te puedes exigir al usar la magia... ¡Tendrás que tomar algunos descansos entre tus lecciones! —Zanjó.

Lo cierto es, que ella no sabía que yo no había asistido a clases. En realidad, no había tenido que usar la magia en lo absoluto. Eso solo podía significar una cosa... Alejé el tema de mi mente. No quería preocupar a la pobre Poppy.

—Gracias por cuidar de mí. ¿Ya puedo irme? —Ella lo pensó y luego asintió.

—Déjame darte algunas pociones para tus niveles de energía. Luego podrás volver a tu habitación. Descansa bastante. Nada de deberes. Si me doy cuenta que desobedeces...

—Lo sé, lo sé... Seré una chica obediente... —Ella sonrió, y luego se perdió a través de una puerta. Cuando volvió me dio a tomar una serie de bebidas horrendas, con olor a calcetines sucios, y luego me dejó ir.

Salí de la enfermería, y caminé hasta las mazmorras. A través de las ventanas, pude notar que la noche había caído. ¿Alguien habría notado mi ausencia? Posiblemente...

Al llegar a la sala común me encontré con que mis amigos estaba reunidos allí. Eran los únicos en el lugar. Parecía que llevaban rato esperando. ¿Estaban esperándome a mí?

—¡Aurora! —Astoria se levantó de un salto del sofá— ¡Estaba preocupada!

—¿Estás bien, enana?

—¿Qué sucedió?

Astoria, Blaise y Nott me atacaron con sus comentarios y preguntas. Por un momento sentí un malestar en la cabeza. No estaba preparada para ser acorralada de esa manera.

—¡Déjenla respirar! —Intervino Parkinson— ¡Solo mirenla! Tienes una pinta terrible, O'Connell. —No supe si agradecerle o llorar. Ciertamente me sentía fatal. No necesitaba verme en un espejo para saberlo.

—Estoy bien, no se preocupen... Es solo cansancio. Tanta lectura nocturna me pasó factura... —Mentí— Estaré bien...

—¿Segura? —Asentí.

—Solo quiero descansar. Iré a mi habitación.

—Te acompaño... —Dijeron Astoria y Parkinson a la vez.

Los chicos se quedaron platicando un poco más en la sala común, y nosotras fuimos a la habitación. Astoria siempre estaba conmigo, sabía que estaba realmente preocupada por mí. En cambio, Parkinson y yo no teníamos una relación de amistad como tal. Ella solía ser bastante mordaz con sus comentarios respecto a mí; sin embargo, sabía que en el fondo no me odiaba.

Enamórate De Mí, Malfoy.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora