Después de dos días de sentirme moribunda, y de haberle dado un susto de muerte a todos mis amigos, por fin había decidido terminar con el confinamiento en mi habitación. Ese día había salido de las mazmorras para rehacer mi vida, por lo que asistí a clases con normalidad, y luego me había propuesto encontrar a Draco para hablar con él.
Necesitaba aclarar lo que había pasado durante la lección de Oclumancia. Al final, lo había encontrado en la Torre de Astronomía mirando al vacío, meditabundo y melancólico. Cuando se percató de mi presencia sacó su varita en un acto reflejo y me apuntó. Noté como su mano temblaba, y supe que su intención no era hacerme daño.
Con las manos levantas, esbocé una de las más sinceras sonrisas que tenía. Con sorpresa, vi como él reaccionaba ante mi gesto bajando la varita. No me sonrió de vuelta, únicamente se limitó a sentarse en el suelo, dejando que sus pies colgaran del balcón. Casi al instante me situé a su lado, complacida de que no se hubiera atrevido a echarme en ese mismo instante.
Le di un breve vistazo mientras él enfocaba la luna en el cielo. Su cara estaba llena de raspones a los que, evidentemente, no había puesto demasiada atención. Me preocupé por un instante que su rostro quedara marcado. Sabía que las heridas eran producto de una pelea, pero... ¿Draco metido en una pela? Resultaba difícil de creer. Desde que comenzamos el año él se mantenía distante de todos; ya no parecía el mismo niño mimado dispuesto a meterse en confictos.
—Quiero agradecerte... No sé que hubiera hecho sin tu ayuda. —Él asintió con la cabeza, sin mirarme— Deberías ir con Poppy; esas heridas no se curarán solas.
Sus ojos se clavaron en los míos, examinándome. Sentí mariposas en el estómago por la forma en que él me miró. Era una mirada intensa, sin ápice de emoción, pero igualmente abrumadora. Sospeché que mi comentario lo había tomado por sorpresa... O tal vez... lo había disgustado. Era realmente difícil saber qué pensaba. Siempre tan hermético...
De pronto extendí mi mano, casi por instinto, o por un impulso de idiotez. De cualquier forma, deseaba tocar su rostro allí donde estaban sus heridas. Él se percató de mis intenciones, y alejó su rostro lo suficiente para que no lograra alcanzarlo. En ese instante me retracté de mis acciones.
¿En qué estaba pensando?
—Sabes... —Reí nerviosa— Pensé que después de lo sucedido querrías una explicación sobre lo sucedido. No esperaba que comenzaras a evitarnos a todos... —Mi voz salió un poco más grosera de lo que hubiera deseado.
Después del incidente del baño Draco se había alejado de todos. Nadie lograba entablar una conversación con él. Y según le había entendido a Astoria, los chicos habían tenido una pequeña riña porque Draco se había negado a explicar lo sucedido.
¿Sería esa la causa de sus heridas? No quería pensar que hubiera sido lastimado por mi culpa.
Por un momento él me miró, y logré vislumbrar algo parecido a...
—Un momento... ¿No creerás que fue tu culpa? ¿O sí? —Solté una mínima carcajada— Si hay una culpable en todo esto soy solo yo...
—Yo no me siento culpable —Algo en su voz contradijo sus palabras, pero no quería enfrascarme en una discusión.
Si algo tenía claro en la vida, es que no podía discutir con Draco "orgulloso" Malfoy. Era un caso perdido.
—Como digas... Pero, debes saber que lo que sucedió podría volver a ocurrir... —Suspiré cerrando los ojos— Al cumplir los once un medimago dijo que al parecer había algo en mi sangre... Quien sabe, tal vez un hechizo que se remonta a siglos... Eso debilita la magia en mí; y cuando me esfuerzo pasan cosas como... Bueno, lo que viste en el baño.
Draco asintió, mirándome fijamente. Al parecer había logrado captar su atención; pero... ¿Por qué? ¿Realmente le importaba mi historia? El antiguo Malfoy ni siquiera me habría prestado atención. ¿O sí?
—Pero, tranquilo... He logrado cursar seis años en Hogwarts sin que nadie se entere... Así que no es tan malo como suena. —Reí, sin embargo, un nuevo miedo afloró en mis entrañas— ¡Eso sí! No quiero que me tengas lástima. —Lo encaré— Después de todo, pertenezco a Slytherin... Tengo un orgullo que mantener —Le guiñé.
En su rostro una pequeña sonrisa ladeada se asomó, iluminando brevemente sus ojos.
—Te ves bien cuando sonríes, Malfoy...
El silencio reinó entre ambos durante algún tiempo. Hasta que algo en mi interior se removió inquieto. Estando a su lado, nuestras manos estaban una al lado de la otra... Solo tendría que extender el brazo y...
—¿Qué crees que haces? —Dijo mientras uno de mis dedos quedaba aprisionado en el dobladillo de su camisa.
—¿Puedo verla? —Negó— Por favor...
—No —Él se levantó dispuesto a emprender la retirada.
—¡Por Merlín, Malfoy! Acabo de revelarte el secreto de mi vida... Me lo debes...
—Yo no pedí que lo hicieras. —Touché.
—Aunque te morías por saber qué había pasado...
Silencio. Jaque mate.
—Por favor... —Le miré suplicante.
Observé como molesto, se subía la manga de la camisa, dejando al descubierto su brazo pálido sellado con la marca tenebrosa. Por un momento me quedé sin habla. ¿Le habría dolido? Claro que sí. ¿Había sido su decisión? Por supuesto que no.
Con cuidado extendí mi mano. Vi de reojo como él se retraía incómodo, pero yo fui más rápida y uno de mis dedos rozó la marca. Su piel era suave y firme, justo como la había imaginado; también era tibia al tacto, y pude sentir el relieve del tatuaje. De inmediato sentí un cosquilleo similar a la electricidad.
Estuve segura de que ambos lo sentimos, pues Draco miraba de hito en hito con los ojos bien abiertos, alternando entre su brazo y mi rostro; tratando de descifrar lo que había sido aquello. Aleje mi mano lentamente, sin decir una palabra, igualmente desconcertada.
Entonces una de sus manos tomó mi muñeca, y torpemente me vi atraída hacia su cuerpo. Su mirada profundizó en la mía, y adivinando sus intenciones aparté la mirada de inmediato. Aún así, su cuerpo estaba tan cerca del mío que podía sentir el calor que emanaba. También pude percibir el embriagador aroma a menta.
Con la otra mano tomó mi mentón, obligándome a encararlo. Mi cuerpo terminó arrinconado entre el suyo y la pared. No tenía salida, pero tampoco quería mirarlo. Él quería entrar en mi cabeza, y yo no tenía las fuerzas para impedirlo. Solo podía evadir su mirada; ¿pero cómo?
Draco no se rindió hasta que el tono gris de sus ojos se mezcló con el mío. Hice acopio de todas mis fuerzas por no caer rendida allí mismo; por no revelarle nada.
De pronto una sonrisa ladeada apreció en su rostro. Su mano liberó mi muñeca, pero la otra continuaba sosteniendo mi rostro.
—Felicitaciones.
¿Qué?
—No he visto nada. Aprendiste bien.
—¿Qué? —Estaba desconcertada— Eso quiere decir que... ¿Hice Oclumancia? —Él asintió— ¡¿Estabas probándome?! —Asintió de nuevo.
Imposible. ¿En verdad había funcionado? ¡Lo había logrado! Solté un gritito de emoción, recibiendo una sonrisa de parte de Draco.
Sus ojos y los míos se encontraron por un breve instante. Esta vez había un brillo especial en su mirada; algo nuevo. La pequeña pero significativa sonrisa de Draco hizo que las mariposas en mi estómago revolotearan.
Sentí como la mano de Draco acarició mi mentón, y lentamente recorrió la línea de mi mandíbula, hasta acunar mi rostro. El gesto fue tan repentino que no tuve tiempo de hacer o decir algo. Estaba completamente embobada por el tacto de su mano.
Entonces reparé en la cercanía de su cuerpo. El calor que emanaba de él me hacía sentir cómoda y segura. Era perfecto. Sentía que el universo me sonreía. ¡Era justo lo que había soñado!
¿Qué podría ser más perfecto que este preciso momento?
Sospechaba que nada...
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Enamórate De Mí, Malfoy.
FanficCreo que esta podría ser la historia que todas las fans de Draco Malfoy amarían vivir. La segunda guerra mágica había llegado a su fin. Yo había decidido asistir a Hogwarts de nuevo para cursar mi último año. Solo que... no esperaba que él también...