Daphne Greengrass caminaba devuelta a su casa en Londres muggle después del trabajo, cuando, tirado en un callejón, encontró al Salvador del Mundo Mágico.
"-¡Potter! ¿Que estas haciendo aquí?"
"-¡Greengrass! ¡Mi amada reina de hielo!"
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Daphne
Maldito sea ese cuatro ojos.
¿Quien se cree para venir aquí y hacer lo que quiere?
Tu lo trajiste, genio. Me reprende la voz en mi cabeza.
A veces odio a mi conciencia, si, yo lo traje, pero nunca le dije que le diera todo ese dinero a Tracey ni mucho menos que se quedara a cenar.
Cena que por cierto, él compró y por insistencia de Blaise, fue comida china e italiana. Astoria impidió que siguiera pidiendo pues también quería comida mexicana.
Toda esta situación de salió de control, solo quería ayudarlo y que se fuera. Pero aún sigue aquí, ¿por qué no se va?
Siento como un dolor punzante se instala en mi cabeza, realmente no se si estoy enojada por que Harry este aquí o por que se han aprovechado de él. Es tan bueno que siempre hace lo que le piden.
Blaise, Tracey y Draco saben eso y lo utilizan en su contra.
—Daphne, toma— frunzo el ceño cuando Potter se me acerca con una sonrisa— Era tu favorita.
Deja algo en mi mano y se va, lo sigo con la mirada hasta que se detiene junto a Astoria. Bajo la vista a mi mano y encuentro un empaque de platico, con tarta de manzana.
Una sonrisa comienza a hacerse presente en mi rostro y sacudo la cabeza. Maldito, me conoce muy bien.
Maldito, es tan lindo que no puedes odiarlo.
Maldita sea mi conciencia que me hace pensar estupideces. ¿Potter lindo? Já, no lo creo.
Saliste con él.
Como dije, tal vez deba dejar de recordarme el pasado. Decido no pensar más en eso y me enfocó en otra cosa.
Lástima que esa otra cosa sea ver a Harry riendo de algo que Astoria le acaba de decir. ¿Que es tan gracioso? ¿Desde cuando son tan unidos?
Camino hacia donde mi hermana y Potter están hablando. Me recuerdo que no debo preguntar por qué son muy cercanos si no quiero verme como una adolescente celosa.
Merlín, ¿celosa? Definitivamente me estaba volviendo loca.
Astoria me ve y sonríe, le hace una seña al azabache y se va.
Traidora.
Primera vez en la noche que mis pensamientos y sentimientos están de acuerdo.
—Pensé que lo habías olvidado... —digo casualmente, Harry se gira y me sonríe—No sonrías.
—¿No te gusta ver a las personas felices, reina de hielo?— pregunta divertido.
—Si vuelves a llamarme así, te rebano el cuello— amenazo.
