Capitulo 3

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Harry

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Harry

Al pisar el viejo restaurante, la alegre ex Hufflepuff nos recibió con una gran sonrisa.

—Harry, Luna, adelante, hay una mesa en el fondo para que no los molesten— le hizo una seña a uno de los meseros y este nos guio hasta dicho lugar.

Unos minutos después nos trajo nuestra orden, un par de cervezas de mantequilla y empanadas de calabaza. Sonreí ante del recuerdo el expresó de Hogwarts, extrañaba eso.

—¿Cómo va todo, Harry? —salí de mis pensamientos al escuchar la dulce voz de mi acompañante.

—¿Te refieres a la boda? —ella asintió— Muy bien, ya tenemos todos los preparativos listos, ¿vendrás, cierto?

—No me lo perdería, por eso estoy aquí— me sonrió— Además Ginny me llamo hace un mes para recordármelo.

Solté una risa, ella y Ginny seguían siendo las mejores amigas a pesar de solo comunicarse con cartas desde hace 1 año. Pero por lo que se, Luna ayudó a escoger algunas cosas de la boda.

Estuvimos hablando y poniéndonos al día durante un par de horas en las que se nos unieron Neville y Hannah cuando el lugar se desocupo un poco. Necesitaba eso para despejarme un rato de los problemas con el ministerio y mi resiente pelea con Ginny, en la que antigua Ravenclaw me aseguró que la haría entrar en razón al día siguiente cuando ellas se reunieran en la Madriguera.

Y ese fue mi último día de calma, ojala lo hubiera aprovechado al máximo, pues lo que resto de la semana fue un caos total tanto en el trabajo como en mi vida.

En primera, el ministro nos tenía haciendo estrategias y buscando una forma de no perder el poder a manos de “los malos” como todos los llamaban. No importaba tu cargo o el departamento al que pertenecieras, tenias que ayudar.

Si eso no fuera poco, me mando 2 veces a verificar que todos los prisioneros de Azkaban estuvieran en sus celdas. Me lleve unas muy bonitas palabras de parte de algunos, pero me sorprendí cuando tanto Malfoy como Davis me preguntaron como estaban sus familias.

Sentí una punzada en el pecho cuando les dije que no lo sabía, que tenía dos años que ellos no pisaban el mundo mágico por órdenes del ministerio. Vi dolor en los ojos de Jonh Davis, de verdad se veía arrepentido de que sus actos los pagará su hija.

Lucius Malfoy se mostró un tanto indiferente, pero note preocupación en sus ojos por Draco y Narcissa. Solo le dije que ellos estaban bien, que era lo poco que sabía por parte de Sirius y Andrómeda, quienes a veces tenían contacto con la señora Malfoy.

Otra cosa que me tenía preocupado era que Luna no me volvió a hablar, y siempre que me la encontraba por el ministerio o en el Caldero Chorreante ella me evitaba. Ni siquiera fue a casa de los Weasley cuando la invitaron a cenar.

Y esa era la cereza del pastel. Los Weasley, tanto Ginny como Ron y Percy estaban como perros enjaulados con el tema del dinero. Los gemelos y Charlie evitaban la casa por esa razón y este último se quedaba en el departamento de sus hermanos en el Callejón Diagon hasta que la boda pasara.

A Bill no le interesa tampoco, el estaba feliz cuidando de su pequeña hija de casi 1 año de nacida. Y los señores Weasley solo trataban, en vano, de hacer a sus hijos entrar en razón.

Toda esta situación me estaba volviendo loco, lo único que me daba esperanzas de tranquilidad era mi cita del viernes, que ya sería en unas horas, pues hoy era jueves por la noche.

Me estaba poniendo mi saco para salir ya, llevaba un retraso de 30 minutos y estaba seguro de que Andrómeda me mataría, si no es que Teddy lo hacía primero. Le había prometido a mi querido ahijado que iría a cenar a casa de su abuela y jugaría con él.

Los ruidos en la puerta me hicieron fruncir el ceño, Ginny era la única que entraba sin tocar pues tenía las llaves, pero ella sabía que hoy no estaría disponible a esta hora.

Ojalá me hubiera ido a tiempo, ojalá Kreacher no me hubiera distraído con todo eso de la limpieza, ojalá hubiera salido antes del trabajo y así no ver la escena que se reproducía ante mis ojos.

El dolor que se instaló en mi pecho fue tan intenso que me desestabilizo y me hizo apoyarme de la pared para no caer. A pesar de traer los lentes mi visión se hizo borrosa y unas inmensas ganas de vomitar se instalaron en mi estómago.

Por la puerta había entrado Ginny, mi prometida, pero no estaba solo, venía Dean Thomas con ella. Pero no venían hablando ni en son de amigos, no, ellos entraron devorandose la boca el uno al otro.

—¿Que está pasando? —susurre más para mí que para ellos, quienes no se habían dado cuenta de mi presencia por estar muy ocupados.

Tras escuchar mi voz, se separaron. Ambos perdieron color de sus caras.

—Harry... Mi amor, no... no es lo que... —la carcajada que brotó de mi garganta la interrumpió.

—¿No es lo que parece? ¡¿No es lo que parece?! ¡Maldición, Ginevra! ¡Estabas devorando su maldita boca y dices que no es lo que parece! —mi plan de salir se fue al carajo y al parecer mi boda también.

El idiota de Thomas dio un paso atrás cuando me acerque a él. Kreacher apareció en un chasquido y miró burlón a la pareja.

—El amo ya sabe el secreto de la señorita— escupió con burla y no supe si era más para Ginny o para mi.

No podía creer que no me lo hubiera dicho antes, aunque sospecho que fue una venganza de su parte al decirle que le hiciera caso a Ginny en lo que pidiera y al traer a Hermione varias veces en las reuniones.

—Harry... —en los ojos de la persona que creí era el amor de mi vida solo vi miedo.

—No quiero escucharte, largo— me di la vuelta y fui hacia las escaleras, comenzaba a sentir como mis ojos se llenaban de lágrimas.

—Mi amor... hablemos, por favor— me rogo mientras tomaba mi brazo. No podía tomarla enserio y mucho menos con el imbecil que aun estaba atrás de ella.

—Largo Ginevra, y llevate a tu... amigo— escupi y me solté de su agarre.

—Potter, vamos, deja que ella...

No lo deje continuar por que no aguante más y me abalanze contra él. Uno, dos, tres golpes, estaba desquitando mi dolor con uno de los culpables.

Escuche gritos, pasos y más voces, todo eso antes de que alguien me despegara del que alguna vez fue mi compañero y considere un amigo.

Sirius y Remus estaban aquí, ellos habían evitado que una celda en Azkaban llevara mi nombre.

—¡¿Que estabas pensando, cachorro?! —Sirius miraba de mi al hombre en el piso, quien era revisado por mi antiguo profesor.

Yo no dije nada y me solté de su agarre para ir a la cocina.

—Kreacher— llame.

—¿Si, amo Potter? —hice una mueca tras eso, odiaba el “amo” pero el insistía en llamarme asi— Ginevra Weasley no vuelve a pisar esta casa.

El elfo sonrió y desapareció, enseguida escuché los gritos histericos de una mujer en la sala.

Sirius entró por la puerta y me miró pidiendo explicación, yo no era de pelear a golpes.

—La boda se cancelo, soy un hombre soltero ahora, ¡yupi! —solté amargamente.

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