𝖢𝖺𝗉𝗂𝗍𝗎𝗅𝗈 2

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-¡Cariño!

Mi mamá caminó hacia mí una vez que había entrado en la casa con una cálida sonrisa; tomó mis mejillas, besó mi frente y me quitó el cabello del rostro. Sonreí con cansancio, abrazándome a ella mientras que sentía el nudo ajustarse en mi garganta.

Sí, iba a llorar. ¿Y qué? Llorar no está mal, nos ayuda a desahogarnos.

-Hola, mamá -saludé apretando los labios, intentando controlarme.

Sus ojos color hazel viajaron por mi rostro y luego mi ropa. La verdad es que no había vuelto con la mejor apariencia; estaba totalmente exhausto, con la cara roja por el sol, la ropa desarreglada y estirada en el suelo por los jalones que Demian me había regalado en la mañana.

Creo que notó enseguida que no había tenido un buen día. Tal vez, también había visto la ligera rojez en mi pómulo por la cachetada de Helena, aún sentía el rastro del ardor y dolor.

-Ahora es donde me cuentas qué fue lo que te pasó. -asintió con lentitud, tomándome por los hombros al notarme tan achicopalado- ¿Te sientes bien, amorcito?

-Mamá, hice algo horrible hoy... -mascullé con pena al recordar lo que había pasado con mi novia.

Las lágrimas invadieron mis ojos, nublando mi vista. Apoyé mi mejilla en el hombro de mi madre y dejé que su aroma a vainilla me calmara un poco mientras me abrazaba. Acarició lentamente mi cabello, esperando que yo me sintiera listo para hablar.

Mi respiración se hizo irregular, volví a creerme una escoria. Estaba totalmente estresado, y aún más ansiedad me invadió al recordar que tenía sólo una hora para comer, bañarme, arreglarme y salir de nuevo a mis clases de Inglés avanzado con la maestra Ivanovic. No tenía tiempo de nada, y aunque estuviera en el curso de Inglés avanzado y me faltaran pocos niveles para graduarme, me seguían exigiendo más y más.

Desde pequeño había sido criado con dos idiomas. Principalmente con el Francés -que era el idioma nativo de mi padre- y el español. El inglés lo fui aprendiendo con la escuela y las canciones que siempre escuchaba y que memorizaba por puro capricho. Me era fácil aprender cosas nuevas. Tomé el cupo en la escuela de los Everett como un pase a nuevas oportunidades y, quién sabe, una buena universidad y la posibilidad de viajar a todos lados.

Resumen de todo: No tenía tiempo para nada al estar planeando mi futuro.

¡Apenas y me alcanzaban los segundos para respirar!

-¿Qué pasó, Declan? -la voz de mi madre calló mis pensamientos.

-Olvidé mi Cumplemes con Helena... Y se molestó mucho conmigo -confesé con pesar-. Me hizo una bonita pancarta y yo no le había preparado nada... Le di el Souvenir de la tienda en la playa pero no le gustó...

-Y te golpeó...

Negué de inmediato, enderezando la espalda.

Mi madre no podía saber que había llegado a esos extremos, no querría saber qué tantas cosas le diría a Helena y, otra vez, el discurso sobre elegir bien a mis amores.

Sí, a mi madre no le agradaba del todo mi novia, desde el primer momento en que pisó la casa, la rechazó.

Pero yo la quería... Y, vamos, Helena sólo tenía un carácter explosivo. En el fondo era una persona dulce y amorosa.

-No, no me golpeó -respondí finalmente.

-Declan, en tu mejilla se ve claramente que te golpearon. No me mientas.

-No fue ella, mamá...

-¿Ah, sí? ¿Y entonces quién?

Mordí mi labio al tratar de pensar en una mentira. No quería hacerlo, pero tampoco quería que mi madre pensara aún peor de ella.

𝙎𝙤𝙪𝙫𝙚𝙣𝙞𝙧; 𝘋𝘦𝘤𝘭𝘢𝘯 𝘺 𝘋𝘦𝘮𝘪𝘢𝘯Donde viven las historias. Descúbrelo ahora