𝖢𝖺𝗉𝗂𝗍𝗎𝗅𝗈 1

28 3 0
                                    

DECLAN BAKER

-¡Y... Sorpresa!

Sus manos dejaron mis ojos de golpe y cuando enfoqué mi vista, me encontré con una bonita pancarta pegada a la puerta de mi casillero. En las letras rojas de la parte superior se leía la frase "¡Feliz cumplemes, Declan!" Seguida de varios corazones ecarchados y algunas caritas tiernas dibujadas con marcadores.

Sonreí inconscientemente al notar que de verdad le había puesto mucho cariño y esfuerzo, era una de las cosas que siempre me encantaron de Helena, pues no importaba qué fuera, siempre hacía los regalos más bonitos que había visto en mi vida.

-¡Gracias! -sonreí, besando su mejilla tras envolver su cuerpo con mis brazos. El delicioso perfume que cargaba se coló por mis fosas nasales, mareándome un poco.

-¿Te gusta, amor? -cuestionó aferrándose a mí con las mejillas coloradas como dos tomatitos... O dos fresas. Tenía pecas.

-¡Es obvio que me gusta! -le dije con total emoción, sus ojos cafés brillaron- ¡Te quedó precioso!

Se acercó a mí para besarme, sin embargo el timbre resonó de repente y me hizo alzar de golpe la cabeza. Regresé a la realidad, estábamos en pleno pasillo del colegio, siendo mirados por una multitud completa de adolescentes que hacían comentarios, reían, coreaban algunas canciones inventadas con nuestros nombres al burlarse de nuestra situación.

Torcí mis labios en una mueca de incomodidad, éramos el centro de atención, tanto que las profesoras se habían detenido a observarnos con algunas caras de ternura. ¡Yo no tenía problema alguno! Es decir, es sólo que, no me gusta estar tan rodeado de personas. Digo, está bien, el pasillo está libre para que todos anden por él, pero, ¿No era nuestro...?

Cumplemes...

¡Y yo lo había olvidado por completo! ¡No, no, no!

Palidecí, sentí que quería morirme allí mismo y deseé con todas mis ganas que Helena no lo notara; ella se quedó entretenida mirando a sus amigas que la apoyaban, haciéndoles señas que solo ellas reconocían. Giré la cabeza hacia la pancarta y detallé como pude las fotos y frases de amor que había escrito en ella, con muchos colores, así era Helena.

Esperé ver algunas imágenes de nosotros, sin embargo en casi todas sólo parecía yo, en algunas totalmente despeinado y en otras comiendo una empanada. Noté, por mis caras vergonzosas, que ella había tomado todas las fotos a escondidas. ¡En ninguna habíamos posado juntos, a parte de una que había aparecido en la cartelera escolar por un viaje de hacía siete meses!

Me sentí mal, es decir, ¿Cómo podría ser posible que en un año y tres meses de noviazgo no tuviéramos montones de fotos juntos? ¡Está mal! Pero, luego caí en cuenta de que en todo el tiempo de nuestra relación, como máximo habíamos pasado seis meses juntos. En algunos recesos y en la salida.

Había sido un pésimo, pésimo, novio.

Pero, Helena lo comprendía, ¿No? Digo, no era que la evitara, es solo que mi vida se había vuelto muy atareada desde que me inscribieron en la Escuela de Lenguas Extrajeras Everett. Era una gran responsabilidad que debía cumplir sí o sí para ayudar a mis padres con su negocio de restaurantes en la cúspide del éxito.

Eran tres clases, ¡tres, cada día, después del instituto! ¡No tenía tiempo para nada, el inglés me costaba y Helena siempre había mantenido allí junto a mí! Le pagué de la peor forma, ella me quería, lo demostraba con cada detalle cada 5 de cada mes, a la misma hora, 9:45 de la mañana.

Ay, Dios, Helena. Perdóname. ¡También salí de viaje hace unas semana y recién estoy llegando! Dame tiempo, perdón, te lo voy a recompensar... Como el mes pasado.

𝙎𝙤𝙪𝙫𝙚𝙣𝙞𝙧; 𝘋𝘦𝘤𝘭𝘢𝘯 𝘺 𝘋𝘦𝘮𝘪𝘢𝘯Donde viven las historias. Descúbrelo ahora