𝖢𝖺𝗉𝗂𝗍𝗎𝗅𝗈 6

18 3 14
                                    

DEMIAN HASE.

Soy Demian.

Y los odio a todos.

Salí del instituto a la misma hora de todos los días, nadie me esperaba, aún así me decidí quedar un rato más para esperar que Drey saliera. Extrañamente me hallaba de buen humor, con ganas de caminar con él hasta la casa de nuestra abuela.

Suspiré al apoyarme en una pared y allí me crucé de brazos para mirar a la gente. Muchos alumnos, muchos rostros, ninguno que me importara; era asocial, tampoco era como si me arrepintiera de ello. La gente me irritaba más de lo que debería y tener que aguantar a alguien ajeno a mi círculo de conocidos me resultaba innecesario.

"Tienes que hacer amigos, Demian. Eso hacen los niños normales de tu edad" Oh, bueno, los niños a esa edad también comían tierra. ¿Yo me debía unir a ellos en su cena de piedras y lombrices o algo por el estilo?

El sarcasmo ha sido mi mejor arma para espantar a los seres humanos que se interesan en mí. Usualmente huyen al notar mi carácter, mis pocas ganas de vivir y mi lista de canciones para ahorcarse un domingo en la mañana.

Oh, vamos, eso sonó tan deprimente que me encanta.

Mediodía. ¿Qué tanto hacía Drey allí dentro? Sólo era bajar una ridícula escalera y caminar varios metros hasta la salida. Sencillo. ¿Por qué se tardaba tanto? ¿Se la estaba chupando al profesor o qué?

Gruñí con frustración al ser consciente del calor infernal que hacía. Me arrepentí de llevar ropas oscuras y una chaqueta encima, sólo me estaba cocinando lentamente. Estuve a punto de quitarme la chaqueta en cuando su olor me inundó las cosas nasales.

Ahí me detuve en seco, una corriente de electricidad me corrió por todo el cuerpo. Ese aroma. Inhalé profundo para embriagarse un poco más, el cuello de la chaqueta tenía el olor de Baker, a galletas de vainilla y algo más que lo caracterizaba. ¿Tal vez champú? ¿O sería el jabón?

No, espera. Demonios, ¿Por qué estaba haciendo eso? Debía parecer un psicópata.

Me quité la chaqueta y la guardé en mi mochila. Volví a lucir normal, como si nada hubiera pasado. Pasaron al menos unos cinco minutos cuando lo vi saliendo del instituto, casi como si hubiera acudido a mi situación para empeorar la maraña de pensamientos que tenía en la cabeza.

Resplandecía aún si su ropa estaba desarreglada y se le veía acalorado. Declan Baker era una cajita de sorpresas y emociones que cada día me atraía más. Incluso estando con el rostro al rojo vivo por el calor, con el cabello hecho un nido de pájaros y la ropa estirada, irradiaba felicidad, muchas cosas, quizá colores neones y brillantes.

Sonreí de forma involuntaria, dudando en si acercarme para saludarlo; ¿Era muy pronto? En la mañana habíamos hecho las paces, me permitió tener una segunda oportunidad con él y claro que no la iba a desperdiciar. Había algo en él, un no sé qué, que me volvía hipócrita conmigo mismo.

Avancé unos pasos, no estaba mal que lo saludara, tenía cualquier excusa de decirle que sólo estaba pasando y me lo crucé. Él no me había visto de todas formas. Fui lentamente hacia él metiendo las manos en los bolsillos de mi chaqueta, intentando dejar de sonreír.

Y ahí fue justo cuando lo vi.

Mis pies frenaron en seco a tan uno unos metros de ellos, el mundo pareció detenerse y mis ojos no se podían despegar de la escena. Declan corría hacia los brazos de un chico pelinegro, sonriendo muy emocionado y feliz. El chico, Robin, lo abrazó devuelta y ambos rieron.

𝙎𝙤𝙪𝙫𝙚𝙣𝙞𝙧; 𝘋𝘦𝘤𝘭𝘢𝘯 𝘺 𝘋𝘦𝘮𝘪𝘢𝘯Donde viven las historias. Descúbrelo ahora