BODYGUARD'S LOVE : noren

𝐕𝐈𝐈𝐈

PT.2

"Estrellita ¿Dónde estás? quiero verte titilar."

Él lo miró tras el espejo retrovisor; observando cómo es que tecleaba el celular entre sus manos con rapidez mientras de sus labios salían aquellas palabras totalmente desconocidas, sabiendo perfectamente que estaba cantando en su idioma natal.

Lo sabía, no era cómo si entendiera de todo lo que estaba cantando pero, por la manera en la que su cabeza rebotaba lado a lado al ritmo de lo que saliera de su boca rosada y del aura tan magistral que emanaba desde los asientos traseros de su Mercedes, sabía que estaba cantando con palabras totalmente desconocidas para su lengua materna.

El trayecto se hacía cada vez más largo de hacer y eso lo estaba abrumando, tenía la urgencia de pisar con fuerza el acelerador para llegar lo más rápido que le fuera posible a la agencia porque sabía que en cualquier momento podrían acabar en el río, esto lo estaba sacando de sus tornillos previamente atados con fuerza.

Cuando salieron de aquel fatigoso lugar, donde fue de milagro que nadie saliera lastimado -nótese cómo trató de borrar aquello-, y él dijese aquellas palabras que dejó helado al autor durante la primera porción de la travesía, ninguno de los dos se había dirigido la palabra en todo el mismo y solamente optaron por vivir cada quién por su lado e ignorarse mutuamente, esperando que todo el recorrido terminase en un pestañeo de ojos.
Ambos estaban tan equivocados, porque entonces al darse cuenta de la magnitud del asunto el viaje parecía alargarse aún más, tal cómo el camino de la serpiente que parecía no tener un fin.

Ni siquiera treinta minutos habían pasado y ellos querían correr de la atmósfera pesada que se dispersaba en todo el vehículo.

Era cómo si lo habían puesto a ambos en esa situaciones para llevarse bien a la fuerza, para prevenir que al final del camino no estuvieran atacándose las gargantas cómo dos fuertes leones de selva debatiendo su territorio.

Pero así era.

Porque Jeno estaba seguro que de aquello no iba a salir nada más que un odio inmenso hacía el chiquillo sentado y parloteando palabras en chino mandarín en los asientos traseros, era de lo único que podía sentirse realmente seguro tanto así que podría gritarlo si quisiera.

Estaba tratando de que su paciencia no saliera disparada por la ventanilla del automóvil.

La carretera entonces se abrió frente a sus ojos, dejando una gran vista de toda la fila de vehículos que le esperaba una vez que había doblado para dirigirse hacía el centro de la ciudad. Jeno bufó, apretando con fervor el timón del auto y clavando la mirada hacía el frente; era un completo caos en la autopista, desde bocinas resonando cómo el llamado de las ballenas hasta el autor quien no cesaba su canto poniéndolo cada vez más nervioso.

Y el pareció notarlo.

Cómo las venas de sus brazos se fijaban con mucha más fuerza en sus manos dejando escapar incontables bufidos y suspiros de entre sus labios, cómo se pasaba con frecuencia la mano desocupada sobre sus cabellos negros y podía escuchar el chirrido de sus dientes resonar uno contra otro.
Parecía un cachorro rabioso, pero.. de aquellos que eran lindos y tierno aunque una vez que algo les molestaba no podían detener su enojo impulsivo de romper todo que se le pusiera adelante.

Una sonrisa se enarcó entre la comisura de sus labios para entonces, al recibir una grandiosa idea qué, podría salir mal, pero realmente no le importaba mucho más que molestarlo hasta exprimir su jugo interior.