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Para la perspectiva de la casa de los sueños dorados de Renjun, aquella era sacada de un cuento de princesas

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Para la perspectiva de la casa de los sueños dorados de Renjun, aquella era sacada de un cuento de princesas.

Imaginaba una casa gigante, tal vez de dos pisos, la típica casa familiar que lograba aparecer en cada comercial estadounidense. Con ventanales amplios, una escalera de madera que dirigiera hacía las cuatro habitaciones en la segunda planta, un gran baño hecho a lo magistral que sea el centro de atención de todas sus visitas, una cocina que brillase cómo si estuviese bañada en brillos y un patio trasero que sea más amplia que su porche.

Además de la asombrosa decoración que iría dentro de ella, justo cómo una casa de muñecas; muebles que acentuaran el color de las paredes, un cómodo sillón en el medio de la sala de estar con un gran televisor a su frente, sillas de madera refinada junto a una larga mesa, una bañera tan blanca cómo la nieve y un gran armario repleto de sus ropas cómo si el mismo armario de Barbie fuese. Cuadros de sus pintores favoritos, espejos asombrosos y más cosas que hicieran de su casa un completo castillo soñado.

Claro, él vivía en un departamento, por lo que soñar con algo que tal vez nunca pudiera cumplir no le hacía daño a nadie. Bueno, tal vez a su pobre corazón y mente ansiosa, pero nada que no pudiera resolver un departamento de cuatro pulgadas donde el microondas se encendiera solo por las madrugadas.

Jamás imaginó que, a esa edad donde tendría que empezar a buscar su propia familia y en donde establecerse, estaría viviendo en un departamento no tan costoso cómo hubiera querido. El mismo tenía sus cosas buenas cómo malas, pero simplemente no podía sentirse feliz dentro de un hogar donde no tenía ni la pizca ni la sensación de ser uno, aún sí tratase de redecorarlo y arreglarlo lo mejor posible para que cuándo las visitas subieran a su piso se asombrasen ante la majestuosidad que era su departamento, no iba a cambiar lo que realmente era.

Un pobre departamento, con una cocina que era compartida con la sala de estar, un pequeño balcón -donde la única parte buena era la gran cantidad de luz que entraba por él-, un baño donde incontable veces se había caído, una habitación donde ni siquiera entraba ni la mitad de sus cosas y un estudio que lo mantenía lo mejor posible.

Aún sí estuviera ganando millones por sus libros, un departamento en el centro de Beijing salía lo mismo que un avión privado.

'Debería mudarme.' pensó, pero ese departamento era el más cerca que había de la editorial.

Estaba solo, en un pequeño departamento que no lo abastecía lo suficiente, con un par de cactus en la ventana y un silencio que reinaba apenas entraba y salía.

¿Realmente había hecho bien en elegir antes a su trabajo que su vida personal y amorosa?

¿Se sentía feliz con eso?

Cómo si de un caleidoscopio se tratara, el recuerdo de aquella conversación que mantuvo con su secretario e mejor amigo apareció y cada frase que había escupido ahora se acentuaban realmente en su memoria.

BODYGUARD'S LOVE : norenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora