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La cena de año nuevo había llegado una semana después de todo lo ocurrido en la oficina

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La cena de año nuevo había llegado una semana después de todo lo ocurrido en la oficina.

Al llegar las fiestas, sabía de antemano que su madre, la fanática de las fiestas, perdería totalmente la cabeza con ello ya que solía dejar volar su imaginación y por lo cual, aquello no iba a ser la excepción. Recordaba cómo es que su madre solía colocar por todo su hogar luces y muñecos de todos los tamaños, algo que solía darle mucha vergüenza al tener que entrar a su hogar con las constantes miradas de sus vecinos sobre él.

Venía de una familia prestigiosa mente millonaria: su padre fue alguien importante para el gobierno Chino, algo que le hizo obtener un poco de reconocimiento entre la población. A diferencia de su madre, ella se dedicó completamente a ser la mejor diseñadora, tanto así que sus colecciones llegaron hasta las grandes pasarelas de París - además de que sus abuelos fueron personas más que importantes para el espectáculo.-

Por lo cual, la fama en su familia estaba presente desde antes de su nacimiento, y él no fue una excepción al ser reconocido a nivel mundial cómo uno de los mejores escritores de historias románticas de ese tiempo.

Pero, su hermano mayor, decidió que la fama no estaría en su vida.

Y eso era algo que origina discordias en su familia: debatir el futuro del más pequeño del hogar.

Renjun pensaba que él no tenía validez en esas conversaciones, ya que sabía que su hermano menor no tendría porqué oír de sus opiniones y cual era el mejor camino para su futuro. Por lo cual, no emitía palabra alguna.

Había estado allí, más veces de las que pudo haber imaginado y no necesitaba que su hermano pasara por lo mismo.

Una vez la noche cayó, la casa se llenó de familiares y eso le originó constantes dolores de cabeza.

Antes de viajar a su ciudad natal, le había aclarado a su madre que quería una fiesta de fin de año bastante tranquila, solamente con sus familiares más cercanos y que pudiera reconocer pero, su madre, no pensaba lo mismo. Había organizado una gran fiesta en su patio trasero, repleto de personas que nunca en su vida había visto ni siquiera para sus cumpleaños.

Los niños corrían hacía todos lados, sus tías le apretaban las mejillas hasta dejarlas rojas, sus primos que se acercaban solamente para preguntarle cosas que él no debía por qué responder y su abuelo que lo alentaba a salir de la cocina para dejar de comerse los tomates cortados a escondidas de su madre. La noche recién empezaba y creía que debía tomar más de tres pastillas para mantener su cordura hasta su final.

¿A quién carajos le importaba cuánto ganaba en la editorial? ¿Por qué siempre eran las mismas preguntas?

Comiendo otro trozo de tomate cortado perfectamente en cubos, miró por sobre sus pestañas aquellos dumplings en la gran mesada de la cocina. Desde donde estaba, se veían exquisitos y aún más porque su padre sabía cómo lograr que China se sintiera en su lengua; cada uno de ellos tenía ese riquísimo olor a haberlos hecho manualmente, y se veía aún más al sentir la masa sumamente suave bajo sus dedos. Pero lo que más le gustaba eran los sabores que su padre solía experimentar: sus favoritos eran los de pollo y carne de cerdo, por lo cual para esa ocasión no podían faltar.

BODYGUARD'S LOVE : norenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora