0. Prólogo

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Título alternativo: La vida de Kirishima da un giro (casi literalmente).

[...]

El traqueteo de las ruedas a alta velocidad sobre las vías del tren subterráneo y el silencioso murmullo de las personas no permitieron a su cerebro estar mucho tiempo distraído, y es que entre más tiempo pasaba allí parado, sosteniéndose de la baranda, más inquieto se sentía.

Movió el pie varias veces contra el piso, como una forma de manifestar sus nervios, y un profundo suspiro salió de sus labios cuando escuchó el tintineo de la estación marcando la llegada del tren a su parada. Alzó la cabeza en lo que las puertas se abrían, levantando la vista hasta la pantalla de su celular. Sacó rápidamente el juego que anteriormente... pues, jugaba para cuando tuviera tiempo y lo guardó en el bolsillo de su pantalón. Su mente reproduciendo un único pensamiento:

Llegaba tarde.

Bajó rápidamente del tren —casi cayendo de cara al suelo por su brusquedad— y empezó la carrera de su vida para llegar —o al menos, tratar— al local. Ni siquiera pasó el pensamiento de pedir un taxi para llegar más rápido, más preocupado en que, si seguía así de mal, iba a terminar recibiendo una menor paga para el final del mes. Entre los gastos de su departamento, las cuentas, peaje y la universidad... bueno, no había mucho más que pudiera costearse por su cuenta. Llamar un taxi, aunque no fuera tan caro, era un privilegio que hoy no podía darse.

Dobló en una esquina casi llevándose una persona por delante, recibiendo un montón de insultos por los que tuvo que disculparse repetidamente para que el hombre lo dejara irse de una vez.

Tarde, tarde, tarde. Llego muy tarde.

Kirishima abrió la puerta trasera del local, tomando una gran bocanada de aire para recuperar el aliento perdido tras su carrera. Se irguió cuando ya no se sentía tan exhausto y caminó hasta las taquillas para cambiarse.

—Llegas tarde, estamos a punto de abrir. ¿Dónde estabas? —le reprendió su compañero, quien se apoyó de costado contra la pared cruzando una pierna. 

—Lo sé —Eijiro murmuró entonces, cansado.

No tenía muchas ganas de iniciar una charla, así que respondió de manera breve antes de terminar de acomodar la camisa blanca sobre su cuerpo y quitarse el sudor de la frente. Antes de que pudiera irse al frente del bar e iniciar su trabajo, el otro hombre lo detuvo.

—Ah, por cierto —el chico caminó a su lado, señalando otra dirección —. El jefe te espera atrás, creo que quiere hablar contigo.

Kirishima apretó los labios en una fina línea y asintió. Su compañero se fue al poco tiempo después. Cerró la taquilla, apoyando la frente en el frío metal durante dos o tres segundos, los suficientes para apretar los ojos y rezar que no fueran a despedirlo, ya que no sería la primera vez que su jefe pedía verlo. Infló su pecho con un poco de valor y caminó de vuelta a la parte de atrás, encontrándose con un imponente hombre macizo, de espalda ancha y cabello castaño con ya canas corriendo de por medio. Lo miró con los brazos cruzados, pareciendo intimidante —aunque Kirishima ya no le tenía miedo, porque no era tan malo como aparentaba—. Suspiró.

—Es la cuarta vez que llegas tarde, Kirishima —mencionó su jefe con calma —. No puedes seguir así o tendré que despedirte.

—No —fue su respuesta automática, alzando los ojos con miedo —. Por favor, no —volvió a decir, esta vez asegurándose de hacer una reverencia —. Necesito el dinero, no me despida. Prometo que no volverá a ocurrir.

—Eres un estudiante, ¿no es así? No es malo pedirle algo de ayuda a tus padres.

Kirishima apretó los labios y no dijo nada.

Medieval Love [REMASTERED] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora