VII. Acantilado

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Título alternativo: Desencadenantes bajo llave.

[...]

Kirishima se recostó exhausto contra el robusto tronco de un árbol, luchando por recuperar algo de aliento entre respiraciones pesadas que hacían subir y bajar su pecho con agitación. No le había quedado más opción que adentrarse en el bosque, ya que los hombres de Monoma habían estado obstruyendo el paso hacia el pueblo, convirtiendo cualquier intento de rodearlos en un trabajo demasiado peligroso.

Con cautela, se inclinó para comprobar que no hubiera nadie cerca, asegurándose de no ser descubierto. Luego se observó el hombro, donde aún sentía el punzante dolor de la flecha profundamente incrustada, recordándole la urgencia de tratar la herida cuanto antes.

Su mano rodeó el astil con cuidado, cerrando los ojos con anticipación ante el dolor que estaba a punto de experimentar. Con esfuerzo, trató tirando hacia adelante para extraer la flecha, pero la sensación de la punta abriendo la carne de su hombro fue tan desgarrador que tuvo que soltarla. Inhaló profundamente; ahí supo que no sería capaz de sacar la flecha por el mismo camino por donde había entrado. Volvió a sujetar el astil con decisión. Se llenó sus pulmones de aire mientras se preparaba mentalmente para lo que estaba a punto de hacer y, tratando de no pensar en nada, empujó la flecha hasta que la punta le atravesó el hombro por completo. Un gemido involuntario se escapó de sus labios ante la oleada de dolor.

Con mano temblorosa, rompió la flecha y la retiró cuidadosamente de su hombro, arrojándola a un lado.

Al girarse para comprobar nuevamente la situación, sus ojos se encontraron cara a cara con el rostro desafiante de uno de aquellos hombres —probablemente alertado por el ruido—. Su estómago se revolvió con ansiedad, pero fue capaz de ponerse en pie antes de empezar una nueva carrera. 

El primero en interceptarlo fue un hombre de cabello corto y rubio, ojos oscuros y una potente y extraña cola con la que golpeó el suelo. Kirishima se detuvo abruptamente frente a él. El sujeto vestía ropa de cuero negro y telas oscuras, cubriendo su rostro de manera bastante similar a Rikimaru en Tenchu: Wrath of Heaven.

Aunque Kirishima trató de convencerlo de que era inofensivo y, por lo tanto, no quería lastimarlo, la expresión rigorosa en el rostro del rubio, sumado a la daga apretada en su mano, le hicieron saber que no estaba abierto a ninguna clase de negociación.

—Lo lamento —murmuró antes de atentar contra él.

Kirishima esquivó a duras apenas uno de los golpes. El miedo se había arremolinado en su pecho, presionando sobre sus costillas ante la posibilidad de morir, de estar por primera vez en una pelea real. Aunque agradecía que Bakugo le hubiera enseñado algunas técnicas de combate, su conciencia no le permitió sacar su propio cuchillo para defenderse. Sin embargo, cuando el extraño fue a usar su cola para embestirlo, Kirishima lo sostuvo con ambas manos —aguantando el dolor que atravesó su hombro izquierdo— y lo utilizó para lanzarlo contra el suelo, aturdiendo momentáneamente a su oponente. Antes de poder darse la vuelta, una serpiente se enroscó alrededor de su brazo derecho, desencajando su mandíbula que, y por fortuna, no fue capaz de alcanzar su rostro para morderlo. 

El repentino ataque le había arrancado un susto del pecho. Se quitó rápidamente la serpiente del brazo y la arrojó antes de continuar corriendo.

¡¿Qué diablos fue eso?! Gritó internamente mientras se alejaba, incapaz de poder responder a sus propias preguntas. ¡Definitivamente eso no fue normal!

Mientras corría, Kirishima fue capaz de reconocer al cuervo que había visto parado sobre aquella rama antes de que Monoma apareciera. Y lo estaba siguiendo, volando a pocos metros del suelo, justo sobre su cabeza. Antes de que pudiera darse cuenta, un halcón alzó vuelo entre los arboles espesos. Se lanzó en picada hacia él y mostró las garras, clavándolas en su brazo izquierdo antes de batir las alas para frenarlo. Kirishima tuvo que arrancárselo del brazo tomando al ave por el cuello antes de lanzarlo contra el suelo. La sangre en su brazo brotó en hileras. 

Medieval Love [REMASTERED] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora