Un Hermoso Error

Capítulo 3: Preparativos

Con 13 semanas de embarazo el fin del primer trimestre estaba demasiado cerca, solo una semana más y darían una visita al consultorio de Jared para determinar si el reposo absoluto era levantado o si seguiría en cama todo el tiempo, sin embargo, Frank comenzaba a impacientarse esas 3 semanas fuera de juego estaban haciéndolo perder la cordura, aunque para ser exactos solo había pasado dos de esas semana despierto del todo, las primera semana se había reducido a; dormir, comer y vomitar, y más recientemente, ver televisión.

Y ahora con un vientre ligeramente abultado y las energías repuestas, solo quería levantarse y seguir su vida como normalmente, pero ―para su mala suerte― Gerard no lo dejaba ni ir solo al baño, además desde la segunda semana de reposo el mayor no le permitía salir de la habitación, ni de la cama, solo para ducharse, y hasta eso era supervisado por el pelirrojo. El esmeralda le llevaba el desayuno a la cama, la comida y sus antojos también, lo ayudaba a ir hacer sus necesidades y esperaba fuera del baño para ayudarlo a regresar a la cama. Frank comenzaba desesperarle la falta de privacidad y lo dependiente que tenia que ser de su esposo.

― ¡Gerard! ―Gritó, justo después de haber apagado el televisor y de lanzar lejos el control remoto― ¡Gerard!

Un portazo se escuchó a lo lejos, seguido de unos apurados pasos a través del corredor, las pisadas llegaron hasta la puerta de la habitación la cual fue abierta con brusquedad, dejando ver a un muy alarmado Gerard.

― ¿Todo está bien? ¿Te sientes bien? ¿Te duele algo? ―Preguntó con preocupación, caminando a grandes zancadas hasta quedar frente al avellana.

―Estoy bien, solo…

― ¿Tienes hambre? ―Le interrumpió.

―Estoy aburrido ―Anunció.

―Pero tienes la televisión ―El mayor alcanzó el control y la encendió.

―Pero no hay nada interesante que ver ―Se quejó, frunciendo el ceño al darse cuenta que su esposo no le había prestado atención.

― ¿Qué quieres ver? ¿Caricaturas, o tal vez el canal de música?

―Gerard… ―Intentó llamar su atención, pero el aludido seguía tecleando el control remoto buscando algo que pudiera ser de agrado para el menor.

― ¿Qué tal los canales de películas?

― ¡Gerard! ―Intentó nuevamente, logrando que el esmeralda girara la vista en dirección a él― Ya no quiero ver la televisión, lo he estado haciendo las últimas dos semanas, ya estoy aburrido de ver los mismos programas y las mismas películas.

― ¿Qué quieres hacer entonces? ―Apagó el aparato y se sentó a su lado.

―Quiero moverme, levantarme de aquí, ya me siento bien, estoy bien ―Gerard negó energéticamente. Frank bufó.

―El doctor dijo que no podías levantarte hasta que el primer trimestre acabara y ya falta poco, solo se paciente.

El avellana suspiró resignado.

―Al menos, podría comer en la mesa, tocar la guitarra o ¡Salir de esta maldita habitación! ―Su tranquilo tono de voz se rompió en la última frase, dejando a Gerard perplejo.

―Está bien, comeremos ambos en la mesa pero lo otro, veremos primero que dice el doctor ―Se puso de pie y depositó un beso en su frente― Tengo cosas que hacer, si no quieres ver la tele, tal vez deberías dormir.

Dio por terminada la conversación, se alejó en dirección a la puerta y salió del cuarto sin siquiera volverse a ver a Frank.

La puerta se cerró y en el interior de la habitación, el avellana se debatía internamente sobre seguir aburriéndose en su “exilio”―como algunas veces solía llamarle― o desobedecer las órdenes de Gerard y de Jared, salir y seguir su vida como era antes, antes de que esa maldita cosa que crecía en su interior apareciera. Miró su vientre con odio y rápidamente apartó la vista, aunque tal vez él bebe no tenía la culpa de nada, tal vez hasta era agradable tenerlo, probablemente sacaría los ojos de Gerard o sus desordenados mechones negros, volvió a posar su vista sobre su abdomen bajo y con temor acercó una de sus manos a este, subió con cuidado la tela de su camiseta y bajó un poco el borde de sus pantalones de pijama. Sus dedos recorrieron su piel y finalmente, posó la palma de su mano sobre la piel de su vientre.