Capítulo 1: Una noticia inesperada.

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Más de un mes había transcurrido desde aquella noche tan especial para ambos, su fantasía había terminado a la mañana siguiente y sus respectivos trabajos les aguardaban. La galería de Gerard iba de maravilla, sólo le faltaban un par de cuadros para llenar su espacio de exhibición. Por su parte, Frank parecía estar cada vez más agobiado con el trabajo, al punto de sentir que en cualquier momento explotaría, pero eso estaba bien para él, el trabajo lo mantenía lo suficientemente ocupado como para poder evitar a Gerard y a sus recurrentes ideas de tener un bebe, en verdad disfrutaba de la compañía de su pareja pero desde que esa idea había cruzado por su mente no dejaba de ser mencionada, Frank estaba seguro que pronto se le pasaría, que sería igual a la vez que el mayor quiso tener un gato, investigo sobre ellos, compro juguetes para gatos y al cabo de unas semanas su deseo por uno desapareció y Frank no tuvo otra opción más que deshacerse de todas las cosas para gatos, al igual que cuando quería ser guitarrista, compro una nueva guitarra, a pesar de que el menor ya tenía varias, y se empeñó en que Frank le enseñara a tocar, para que finalmente la guitarra quedara botada en algún lugar del enorme apartamento. Gerard cambiaba de parecer muy fácilmente y eso tranquilizaba a Frank con respecto a tener un bebe y si seguía insistiendo le compraría un gato, sabía que con eso se le olvidaría.

Había salido por fin del estudio y estaba a punto de aborda su automóvil cuando otro mareo repentino lo atacó, tuvo que sostenerse de la puerta del vehículo para evitar caer, hace un par de semanas que había comenzado a experimentar mareos o repentinas náuseas, así como dolores de cabeza pero suponía que era porque el exceso de trabajo y el saltarse sus horas de comida le estaban trayendo consecuencias, pronto acabaría con el disco y entonces podría descansar.

Subió al automóvil y condujo hasta su apartamento, donde Gerard le esperaba para cenar juntos, Frank no podía negar que aunque de vez en cuando tuviera trabajo abrumador amaba su vida, no tenía por qué preocuparse por dinero o por controlar los gastos solo eran él y Gerard, y con eso bastaba, no podían decir que les sobraba en dinero en exceso pero tampoco era algo que les preocupara, vivía de lo que más amaba y disfrutaba hacer, y por supuesto, al final del cada día tenia aun amoroso esposo que con solo una sonrisa era suficiente para que la energía y el ánimo volvieran a él.

Entró al apartamento e inmediatamente buscó a Gerard con la mirada pero no lo encontró en la sala de estar, cerró la puerta a su espalda y la voz de su amado le hizo sonreír.

—Buenas tardes amor, ¿Cómo fue tu día? —Saludó el esmeralda en cuanto oyó la puerta de entrada cerrarse.

—Agobiante —Contestó caminando hacia la cocina donde encontró a Gerard lavando los trastos— Pero mucho mejor ahora que estoy contigo —Le abrazó por detrás, rodeando la cintura del mayor, quien permanecía de espaldas en el fregadero, y beso su cuello.

El mayor río ante el cosquilleo que el beso del contrario le causó y se giró para mirar los ojos avellana de su pareja, rosó sus labios en un rápido beso antes de zafarse de su agarre y limpiar sus enjabonadas manos. Frank frunció el ceño, fingiendo molestia ante las acciones de Gerard.

—Lo siento cariño, pero tenía las manos llenas de jabón y no quería mojarte —Se excusó antes de tomarlo de la cintura y halarlo hacia su cuerpo— Ahora sí, ¿En qué estábamos?

Sus labios se unieron a los del contrario, quien abrió ligeramente su boca dando paso a la lengua del mayor, Frank paso sus brazos por detrás del cuello del contrario profundizando el beso y Gerard lo apretó contra su cuerpo. Las cosas parecían querer pasar a más, pero el olor de la comida recién hecha llegó a las fosas nasales del avellana, atrapando su completa atención.

— ¿Qué preparaste de comer? —Pregunto contra los labios del contrario.

Gerard soltó una pequeña risa ante la pregunta de su compañero, debido a que desde hace un par de días el apetito de Frank variaba tanto como sus cambios de humor. El esmeralda soltó a su pareja dejándole el camino libre hacia la estufa, donde se ubicaban dos recipientes; uno con pasta y el otro con salsa.

Un Hermoso ErrorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora