Era la primera vez que Varian iba a un circo. No era normal que espectáculos ocurriesen en su ciudad, a la gente no le gustaba mucho el ruido. Pero por fin un poco de aventura llegaría a la vida del joven.
Varian no sabía que se encontraría. Mientras pedaleaba con su bicicleta, iba repartiendo periódicos por su barrio, para ganarse su pequeño sueldo y así comprar una entrada. Soñaba despierto con lo que podría ocurrir dentro. ¿Tendrían elefantes? ¿O leones? ¿Malabarista y trapecistas? ¿Magos puede ser? Varian no era de esos que creían en la magia, pero sería divertido ver a alguien haciendo trucos.
Varian esperaba y esperaba, día tras día haciendo su pequeño trabajo por una pequeña entrada. No valía mucho, pero él tampoco tenía dinero. Era difícil para él acceder a esas cosas. Su padre solo le daba lo esencial: comida, algo de educación y un lugar para quedarse. Desde que su madre murió su padre está cada vez menos en casa, asi que Varian se las tiene que apañar solo.
Esperó tanto que al final llegó el día, y en cuanto salió el sol, Varian se preparó y salió de su casa en busca de la entrada. Pedaleó rápidamente hacia la ciudad, repartiendo todos los periódicos del día. Y en cuanto acabó su trabajo, corrió hacia la entrada del recinto ferial.
Varian cerró los ojos. El aire olía a algodón de azúcar, se escuchaban risas de niños, cantares de señoras y señores. Dio varios pasos, analizando el entorno: Habían varias carpas, unas más grandes que otras, llenas de colores. Habían payasos haciendo reír a pequeños, haciéndoles globos con formas distintas. Se acercó a la capa más grande, con un cartel que ponía venta de entradas y se adentró en ella.
Era la primera vez que Varian iba a ver un espectáculo así, no sabía lo que de iba a encontrar. Pagó su entrada y se subió a una de las gradas más altas. Desde su sitio se veía bien el escenario, las personas de su alrededor traían dulces y frutos secos, y el circo se iba llenando cada vez más.
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Era la primera vez que (Y/n) actuaba en el espectáculo oficial. Llevaba preparándose durante años pero nunca había actuado delante de un público. Estaba nerviosa, los demás podían notarlo, pero eso no le impediría hacerlo bien.
Se aplicó maquillaje, algo normal si estás dentro del circo. No era algo normal llevar la cara totalmente blanca por la calle, con colores brillantes y pestañas largas, pero así debía ir. Los representantes del circo le dijeron que al ser tan pequeña, no podía ser reconocida. Lo hacían por su seguridad, pero a ella tampoco le importaba tanto. Era divertido verse diferente.
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