Capítulo 4

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—Isabel, ven un momento.–dije cogiéndole de la mano y llevándole al fondo del aula.

—¿Qué pasa Liam?–preguntó con curiosidad.

—A ver, hoy no pasaré el recreo con vosotros porque Rubén quiere que vaya a su despacho.–dije susurrando. Isabel tenía una sonrisa burlona, a saber que estará pensando.

—¿Un rapidín en el despacho?–preguntó susurrando. Yo puse los ojos en blanco y me fui, podía escuchar desde fuera del aula la risa de Isabel.

El despacho de Rubén está bajando las escaleras, bajé rápidamente y cuando llegué al despacho la puerta estaba abierta y Rubén estaba sentado mirando el móvil, di un pequeño toque en la puerta y levantó la vista. Pasé rápido para que nadie me viera y Rubén se levantó para cerrar la puerta con llave.

—¿Que tal estas cariño?–preguntó Rubén cogiéndome por la cintura.

—Bien amor, ¿y tú?–respondí algo cortado apartando la vista de él.

Rubén sin responderme, agarró mi cara para que dirigiera la vista hacia él, y aún con su mano en mi barbilla, se acercó a mí y me besó.
Creo que con ese beso sabía qué quería hacer Rubén.

—¿Va-vamos a hacerlo en el instituto?–pregunté nervioso.

Rubén se limitó a asentir, y acto seguido me cogió en brazos y me sentó en la mesa.
Él se puso entre mis piernas y comenzó a dejarme besos por todas partes; el cuello, la clavícula, la boca...
Lo separé un poco de mí y le quité la camiseta, Rubén sonrió divertido y me quitó a mí la mía.
Seguió besándome, arrimó hacia mí su pelvis y nuestros torsos desnudos estaban pegados.

De repente, alguien tocó la puerta. Nos separamos del beso y nos miramos con cara de susto. Rubén me hizo un gesto indicándome que no hiciera ruido ni me moviera. Nos quedamos los dos quietos, hasta que volvieron a llamar.

—¿Rubén? Tengo que hablar contigo, abre porfavor.–dijo una voz bastante familiar.

—¡Voy, un momento subdirector!–respondió Rubén.

Era el subdirector, me quedé en blanco.
No sabía que hacer, solo podía ver cómo Rubén se ponía la camiseta y luego al verme parado me puso a mí la mía.
Me cogió en brazos y me metió al armario de metal que había a un lado del despacho, me dio un beso en la frente y cerró el armario.

No podía ver nada, solo podía escuchar lo que estaba pasando.
Rubén abrió la puerta y dejó pasar el subdirector.

—¿Por qué has tardado tanto en abrir?–preguntó el hombre algo molesto.

—Estaba ordenando unos papeles.–respondió Rubén con naturalidad. A él se le da bien fingir.

—Bueno, venía a felicitarte.–dijo el subdirector con un tono de voz más animado. ¿Por qué le felicitaba?

—¿Por qué?–preguntó Rubén confuso.

—¡Vas a ser el nuevo jefe de estudios!–exclamó con entusiasmo el subdirector.

Él, mi profesor (parte 3) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora