Era común en aquellos tiempos de riqueza y baños de sangre que los caballeros de la plata pasaran temporadas largas en el océano, navegando los mares y robando sueños de riquillos estúpidos que se atrevían a atravesar su camino, principalmente esos que atravesaban las rápidas aguas con el único motivo de atrapar a aquellos que navegaban sin permiso de la corona. Disculpe usted su majestad, pero los caballeros de plata no buscan la aprobación de un sujeto que se sienta a sus anchas en un sillón de oro ordenando a matar a nuestros nativos del nuevo mundo. Aquellos nobles de falsos cabellos blancos le colocaba la mirada agria y si fuera más viejo teñirían sus rizos de blanco cansancio.
La larga temporada recorriendo el infinito azul celeste había dado sus frutos o aquello decían los compares que iban bajando del navío conforme pasaban los minutos, habían llegado a tierra con el motivo de gastar el botín y follar, aquellos que no les apetecía follar con otros compares habían pasado malos ratos tan sólo con su compañera callosa y ruda a la que llamaban mano de marinero. Acomodó el cinturón sobre su cadera sintiendo el peso de su arma y espada a los costados, había una chispeante lluvia que llenaba los costados de su sombrero de cuero, aquel que había robado de algún capitán de cabellos blancos en su paso por la tierra de plata localizada en el caribe, tierra conquistada de españoles.
Fue arriesgado, los galeones españoles rondaban por allí transportando sus mercancías, más bien robando. No podía ser malo robarle a un ladrón más grande. No eran sencillos de robar como las tropas inglesas, pero el botín era mayor, aquellas tierras eran ricas en oro y plata, pero también eran ricas es hermosas nativas que aquellos hombres vendían vuelta en casa, ellos en cambio las tomaban como tripulación hasta que pudieran devolverlas a casa en la próxima cruzada, devolver era un término demasiado suave, era más bien un conveniente trato en donde ambas partes ganan.
Ellas se quedarían en el barco para no generar preguntas incómodas o situaciones que acabarían con él ensuciando su espada de cobrizo néctar. Él podría robar oro, plata, cuero, comida y botellas de trueno rasposo pero no robaba personas de sus casas y mucho menos señoritas que aún no llegaban a su punto de madurez en el que cambiaban sus espadas de madera por dagas afiladas por si algún imbécil de las tierras viejas osaba intentar tocarlas. Él era nativo inglés, sin embargo un rebelde que escapó de su asqueroso pueblo burgués para ahogarse en el océano del trueno y el hurto. No veía con ojos amables la persecución que aquellos viejos imponían a los nativos de las nuevas tierras.
Lo sentía mal dicho, no era como si aquellas tierras aparecieran de la nada para placer de ellos, tenían su historia y su cultura, no pretendía enredarse tanto con aquel camino que tomaba su mente. Debía ser el vino francés, solía marearlo más que las botellas de trueno de las tierras altas que habían robado hacía meses atrás, un navío lleno de ellas había sido el mejor hurto de la historia de los caballeros. Por ahora se quedaría sentado en la mohosa banqueta de bar hasta que el mareo pase, una sensación pesada en su pecho que erizó su piel cruzando su cuerpo ebrio, quitó el sombrero de su cabeza dejándolo sobre su rodilla, acarició su cabello húmedo hacia atrás antes de acomodarse a sí mismo en los pantalones y colocar el sombrero en su lugar, la doncella del lugar lo vio fijamente aún limpiando un tarro de cerveza, aquella dama no imaginaba lo mucho que le gustaba someter a los hombres, más que tocar curvilíneas carnes femeninas. Separó sus ojos de la mujer tan rápido como los enganchó a ella.
Su aprendiz atravesó el bar como una mecha encendida hasta llegar a su lado, respiró bajo los ojos de su capitán hasta acabar de tranquilizarse, la criatura se sentó y quitó el sombrero de sus lacios cabellos rubios. - Capitán, lo molesto porque Thompson está haciendo una revuelta de espadas en el callejón de junto - El joven tomó su mano con familiaridad tirando de él - Eso no es extraño - El capitán se levantó y ejerció presión en la pequeña mano llevándolo fuera - Está luchando con dos blancos - Ese sujeto cada vez le fastidiaba más su paciencia, un problemático bandido que había decidido salvar con tal de sacarlo de la tierra estaba siendo realmente un dolor de cabeza constante - Mierda - Frunció el ceño - Alguna patrulla cerca? -
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Black Pearl (Harryley)
FanficIncluso si el camino en adelante es peligroso, no puedo detenerme ahora. No te he olvidado ni siquiera por una simple hora. Si tan sólo pudiera verte al final del lejano horizonte. Levanto la vela y viajo con el viento hasta el final. Harley keener...