Los jóvenes intentando defenderse, algunos más pidiendo piedad, todo lleno de sangre, un paisaje desolado, lo que en algún tiempo fueron hermosos prados, montañas verdes y construcciones humildes, ahora no eran más que escombros, cenizas y pilas de cadáveres, poco a poco la tierra comenzó a agitarse, como si un terremoto la azotara, pedazos de rocas y árboles comenzaban a caer al océano y cuando se detuvo, lo poco que logro quedarse en pie fue cubierto por el agua, hasta que se borró todo rastro de que alguna vez existió siquiera una isla.
Despertó agitado, el sudor corría frío por su frente y espalda, respiraba con dificultad como consecuencia de aquella terrible visión.
°señor ¿Se encuentra bien?- Decía Sorrento mientras ayudaba a su amo a reincorporarse, era la tercera vez en esa semana, él sabía que aquellas no eran pesadillas normales, todo aquello realmente había ocurrido y que su amo había sido el responsable de aquellas muertes.
♠Si, estoy bien Sorrento, solo que no entiendo por que vienen a mi esas pesadillas, son tan reales que no lo soporto.
A pesar de saber la verdad, Sorrento no podía decir nada, si revelaba información de más existía la posibilidad de que el sello que Atena uso para encerrar a Poseidón se desvaneciera y el caos volvería a reinar, sin embargo ver sufrir a la persona que siempre cuidó de él le hacía sentir malestar, como si lo estuviera traicionando con su silencio.
Tras varios minutos y ya que Julián había recobrado la compostura, el joven sirviente de la familia Solo informo del pendiente de ese día a su señor.
°Mi señor Julián, debo recordarle que hoy es su reunión con la empresa Kido, por lo que... ♠¿Vendrá la señorita Saori? - Preguntó Julián con cierto nerviosismo.
°Me temo que no señor, la empresa Kido no le fue heredada como se pensaba.
♠¿Entonces a quien?
°Fue legada a uno de los hijos del señor Kido, por lo que dijo una de nuestras secretarias, creo que ya he tenido oportunidad de verlo, pero solo en un par de ocasiones así que no le conozco realmente, pero se que necesitará la ayuda de alguien con experiencia, dicen que estuvo de viaje todo este tiempo, creo que debería aprovechar su reunión para brindarle algo de ayuda.
Julián lo medito un poco, entendía lo que era apañárselas solo, el mismo tuvo que hacerlo hasta que llegó Sorrento y fue su salvación, tal vez podía hacer lo mismo por aquel chico, aunque dependía de cómo fluyera el encuentro.
...
Se alistó esa mañana, había estado en cama algunos días por una terrible gripe que afortunadamente logró erradicar a tiempo, se colocó su habitual traje blanco, metió sus papeles a un portafolios y tomando la costumbre que tantos años al servicio de Atena le había dejado, emprendió la carrera hasta la mansión de la familia Solo.
Su buena suerte pintaba ser tal, que logró justo a tiempo y sin manchas en el traje, recobrando un poco el aliento se acercó a tocar el timbre esperando hasta que el acceso le fue concedido, una vez dentro de la mansión espero al hombre en la gran sala, ricamente decorada en tonos celestes y blancos aperlados, todo daba una sensación de estar bajo el agua, unos pasos llamaron su atención girando su vista a las escaleras donde un joven alto de cabellos celestes, sonrisa radiante y porte impecable se encontraba descendiendo, Shun no pudo evitar sonrojarse, no era la primera vez que se veían, pero cuando lo habían hecho no logro apreciar esos bellos rasgos, simplemente la situación y el enorme casco de Poseidón no se lo permitieron, pero ahora podía notar que en efecto la persona frente a él poseía un gran atractivo.
La voz suave y un poco grave de Julián sacó de sus pensamientos a Shun, avergonzado más por perderse de aquella manera en pensamientos sobre el joven Julian.
La reunión comenzó y se condujo con sencillez y calma, aunque el peliverde no pudo ocultar totalmente las miradas de fascinación hacia su interlocutor pues aunque este no dijera nada no las había pasado por alto, sintiéndose halagado y divertido.
...
Cuando se disponía regresar a casa Julián lo detuvo, e insistió en que su chofer personal lo llevará de vuelta a la mansión Kido, no podía imaginar que aquel chico recorriera casi 11 kilómetros por sí mismo, ambos entraron al auto pues Shun se mostraba incómodo al ir solo.
Durante el trayecto conversaron un poco mas, de cosas sin importancia, fue cuando llegaron a su destino que Julián mencionó un asunto un poco más importante.
♠El mes que viene, nuestra familia ofrecerá una fiesta para los socios, se realiza cada año y ya que eres nuevo supuse que aun no te habían informado, pero me gustaría que estuvieras ahí, muchos de los invitados son hombres mayores así que sería grato conversar con alguien joven.
Una sonrisa apareció en su rostro cuando terminó de hablar, Shun acepto aun no estando completamente seguro, ya que esa sonrisa le daba algo de tranquilidad.
Ambos se despidieron y Shun entró a su hogar, en el buzón se encontraba una carta y al ver el remitente, abrazo la carta con efusividad, entró hasta su habitación y una vez cómodo procedió a leerla.
Hermano
En el poco tiempo que he estado aquí me sorprendí lo mucho que cambio la isla en estos meses lejos, los campos han florecido, estoy seguro que te gustaría verlos, me encargue de mantener a raya a los caballeros negros, ahora las personas están más tranquilas, te visitare, lo prometo, pero eso será hasta que logre que la gente pueda defenderse de los peligros de esta isla, cuídate se que lo harás porque eres un caballero.
Hasta algún día.
Ikki
No sabía cuándo llegaría ese momento, pero tenía fe en que, si su hermano lo prometía lo cumpliría sin duda.
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Con el frío cubriendo su cuerpo y calando en lo profundo de sus huesos, una mirada al cielo buscando perdón y un poco de esperanza en su voz... ♦Perdóname - La lagrima cayo por su rostro congelándose segundos después, la culpa no lo dejaba tranquilo, el cisne se consumía por dentro.