CAPÍTULO 2: Incomodidad.

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Para cuando despertó, las lágrimas ya habían humedecido su rostro, así como una parte de su almohada.

Había tenido una pesadilla.

Aún no se acostrumbrada al hecho de dormir por tanto tiempo, mucho menos a tener nuevamente sueños, no después de vivir casi tres años en ausencia de ellos.

En esta ocasión, apenas si podía recordar fragmentos, tampoco es que quisiera verlos con nitidez. La silueta de su madre era engullida por la oscuridad, la sonrisa de sus amigos era reemplazada por un llanto desesperante y su propio cuerpo se fragmentaba. Definitivamente no era un recuerdo agradable.

Pretendiendo ignorar aquel mal sueño, Daniel se enlistó para ir al colegio. Durantes los últimos meses su cuerpo original fue creciendo y cambiando hasta el punto en que prácticamente era igual al segundo cuerpo, aquel que en su tiempo considero perfecto y el cual ya no existía, aunque aún le faltaba ganar un poco más de musculatura para que fuesen iguales.

Abrió la puerta y cuando fijó su vista al frente fue una sorpresa encontrar a su compañero rubio ahí, parado justo frente a su vivienda.

—¡Jay! ¡buenos días! pero... ¿qué haces aquí?

El susodicho pareció igualmente sorprendido, después de todo llevaba cerca de veinte minutos juntando el valor necesario para llamar a la puerta y ésta se abría súbitamente.

—¿Qué? ¿quieres que vayamos juntos a la escuela porque pronto nos graduaremos? ¡me encanta la idea, Jay! yo también quiero pasar tanto tiempo como sea posible con mis amigos .

Jay sonrió, asintió y se volteó hacia su motocicleta tan pronto como pudo, intentando ocultar el leve sonrojo que teñía sus mejillas. Le extendió un casco al pelinegro, puesto que su seguridad era lo más importante.

—Oh, trajiste tu motocicleta... nunca me he subido a una antes... —mencionó levemente nervioso, aceptando con timidez el casco—. ¿Dices que puedo abrazarte para que me sienta más seguro? muchas gracias Jay —con una cálida sonrisa agradeció y se dispusó a subir.

El cuerpo de Jay se tensó conforme los brazos del chico que le gustaba
se enrollaban alrededor de su torso, el tacto era tan íntimo. Pudo sentir como el contrario aplicó una fuerza mayor en el agarre cuando emprendió el vehículo, por lo que sus cuerpos se unieron incluso más.

Conforme avanzaban en su viaje, ambos se sintieron más cómodos, Daniel porque pudo relajar su agarre en Jay y este último porque se acostumbró un poco al gesto, disfrutándolo.

Ir a la escuela al lado de un amigo... Era algo que el pelinegro valoraba enormemente, con anterioridad había acudido en compañía de Zoe, pero esta vez era completamente distinto. La presencia de Jay se le hacía inusualmente cómoda, amena y cálida, pues antes de que se diera cuenta ya estaba sonriendo.

Si no fuera por el murmullo de los estudiantes, ninguno de los dos se hubiese dado cuenta de que ya habían llegado. Con lentitud descendieron, pues internamente ninguno deseaba separarse.

Una vez en el salón de clases, Daniel tomó asiento al lado de Jay, ¿el motivo? eran las últimas semanas de clases, por lo que a ningún docente realmente le interesaba que cada quien tomase su lugar designado; además, Daniel había cedido su lugar a Mira, pues ella y Zack finalmente habían iniciado una relación amorosa formal.

—Veré al detective Hong después de clases, ¿quieres venir? —invitó Daniel, sin pensar mucho sus palabras.

Jay casi cede ante la pequeña risa en su interior, pues el chico solo llamaba de dicha forma a su padre cuando estaba realmente distraído, era un viejo apodo que surgió cuando ellos se habían conocido.

El "te amo" sin confesar.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora