CAPÍTULO 5: Preocupación.

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Algunos dormían plácidamente, otros tantos platicaban entre sí, y unos cuantos, incluyéndola, tan solo observaban a través de la ventana; los automóviles a los costados, las sonrientes personas transitando o los llamativos establecimientos podían ser suficientes para relajar a cualquier pasajero, especialmente a ella quien, en viajes así, acostumbraba dormir durante el transcurso.

Pero, desde luego, este día era una excepción. Ni una pizca de sueño que pretendiera cerrar sus ojos ni una gota de curiosidad para con el camino de regreso podían ser suficientes para sacarle de la cabeza la charla que tuvo con su querido Daniel: charla que si bien no tenía por qué preocuparle, lo hacía.

Era una madre, ¿acaso no era normal agobiarse ante los conflictos internos que pudiese albergar su pequeño? ¡era completamente normal!

"—¡No, no lo soy! —exclamó de inmediato, su expresión facial era tan difícil de descifrar—. N-No lo sé, ¿tal vez? ¿en parte? L-Lo siento mamá..."

Recordaba con intensa nitidez cada una de sus palabras, sus tartamudeos sin concluir, su vista desviada a la menor oportunidad, las contracciones de su rostro al intentar contener el sin fin de sentimientos encerrados en su interior.

Es cierto cuando se alega que las acciones dicen más que mil palabras, a veces leer a los demás resulta tan sencillo que desencadena en sentirse como un total invasor de la privacidad ajena. En este caso, la señora Park no podía decir con total seguridad ciertos detalles, pero otros sí los había comprendido más de lo que debería.

Su queridísimo y único hijo se encontraba perdido en medio de un dilema, uno que por todo medio exponía que, si se lo estaba tomando así de serio, significaba que alguien lo había orillado a él.

Esperaba que algún día encontrase a alguien que lo hiciera feliz, que lo hiciera experimentar el amor y que lo acompañase de por vida. Ciertamente fue una sorpresa que no se tratara de una fémina, como hubiese querido suponer.

Pero, ¿no importaba, verdad? En cuanto él pudiese hallar la alegría...

Aún así, la preocupación se asentaba en su pecho, pues la sociedad no suele ser muy comprensiva; además, existe un abismo entre el enamoramiento y el ser correspondido.

Tan solo le quedaba rogar para que todo resultase bien. Suspiró y, otra vez, intentó distraerse con la vista mientras el autobús continuaba avanzando, alejándola poco a poco de su pequeño.

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Últimamente Jay estaba actuando de forma extraña, es decir, todavía más raro de lo usual. Nunca lo ha comprendido del todo, por consiguiente, intentar comprender qué sucede en su cabeza es una misión más allá de sus capacidades actuales.

Pese a ello, ha notado como la última semana ha adoptado otro tipo de comportamiento que no sabe cómo describir. Nunca ha hablado mucho, pero se comprende bien con Daniel; ahora, pareciera que tan solo quiere ser comprendido por él.

Incluso a ella la ha dejado de lado, ¡siendo su única hermana! Joy no tiene ni la menor idea de lo que ocurre y solo es capaz de sentir frustración e inquietud -y quizás irritación-.

Apenas suena el timbre que anuncia el almuerzo, deja toda pertenencia alguna y se arroja en dirección del comedor. Sus pasos son decididos, firmes e irreversibles, todo aquel en su camino se aleja con tal de no obstruir.

Los estudiantes vagan por los pasillos, algunos se asientan en las mesas que han reclamado como suyas, otros tantos ni siquiera se molestan en dejar sus aulas. La chica observa en búsqueda de su hermano, al cual no logra encontrar sin importar dónde se fije.

El "te amo" sin confesar.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora