CAPÍTULO 1: Revelación.

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Habían transcurrido unos cuantos días, su -ahora único- cuerpo estaba ya recuperado y había acordado salir a festejar con sus amigos, también recibió una invitación del Señor Hong para comer juntos y dar por finalizado el objetivo que les llevó a entablar una alianza.

Para la intranquila mente de Daniel, aún le costaba trabajo asimilar todo lo ocurrido. Durante casi tres años vivió una experiencia extraordinaria, poseer dos cuerpos le dio tantos beneficios como dificultades, implementó una rutina nada ordinaria de estar consciente todo el día por intervalos de 12 horas y, sobre todo, le brindó oportunidades nunca antes experimentadas.

Ahora, el insano imperio del cual Charles Choi se valió para ganar fama y dinero estaba quebrado. Sus diez genios le habían abandonado, todo comenzó con el fallecimiento repentino de James Lee, después la confabulación de la cabeza de Workers (a la cual Goo terminó por unirse), posteriormente Big Deal rescantando a Sinu Han, y así poco a poco el CEO se vio arrinconado.

Al principio, Crystal se negó rotundamente en ayudar a la caída de su propio padre. Pero, cuando vio todo lo que las cuatro pandillas habían ocasionado, desde la tragedia de Hostel hasta los tratos ilegales de menores y distribución de droga, supo que debía hacer algo.

Charles fue apresado, en un último momento de desesperación apuntó con un arma y disparó al rival que en gran medida contribuyó en su destrucción: Steve Hong. Por suerte, Daniel estaba ahí y con sus últimas fuerzas se lanzó sin pensarlo, la bala estuvo a punto de rozarle, pero afortunadamente no llegó ante nadie. La policia irrumpió y, no mucho después, la prensa transmitía como aquel millonario hombre era sólo un criminal más.

Daniel pudo ver una sonrisa en el bien parecido rostro de DG, como si dicho desenlace fuese el que había estado deseando observar, el Idol se había desliado de la controversia y seguido con su exitosa carrera a la vez que guiando su compañía de talentos. En cuanto a Gun, también parecía satisfecho, después de todo ya era rico y poco le importaba la aprehensión de Choi, por lo que optó por regresar a Japón.

Definitivamente esos pocos años serían toda una anécdota para el futuro, aún podía recordar cuando les confesó tener un segundo cuerpo a sus más cercanos como si fuese ayer.

Los primeros en enterarse fueron Steve Hong y Sophia, en realidad solo era cuestión de tiempo. Sus sospechas comenzaron cuando intentaron ahondar en sus motivaciones personales y en cómo él, un chico de preparatoria promedio, se vio involucrado con un hombre tan poderoso como lo fue en su momento Charles. Claro que al principio Daniel se excusó en explicaciones vagas y, hasta cierto punto, coherentes, que no dejaron satisfechos a tan inusual par que irrumpía en su casa.

Después, en una de esas ocasiones en las que ellos ingresaban en su hogar en su ausencia, descubrieron su segundo cuerpo. Al principio se creyeron lo del compañero de cuarto, pero la falacia no duró mucho tiempo. Finalmente, Daniel les terminó explicando su tan particular e imposible caso, entonces todo cobró sentido.

Daniel no se arrepentía ni se arrepintió en su momento, pues exponer su secreto le otorgó cierto alivio. El Señor Hong era su aliado, y proporcionarle semejante información ayudó en que pudiesen planificar mejor sus estrategias y en el entrenamiento junto a Sophie, en quien Daniel encontró una magnífica maestra y, de alguna forma, amiga. La confianza en ambos se profundizó incluso más tras enterarse del parentesco sanguíneo entre ese hombre y Jay.

Después, y con gran nerviosismo, consideró que lo más adecuado era decirle la verdad a su madre. Daniel la amaba, la amaba tan profundamente que ocultarle lo ocurrido le estaba siendo cada vez más difícil, por lo que la invitó a su pequeña casa y se lo dijo, claro que omitió unos cuantos detalles... Muchos detalles en realidad, como las sanguinarias peleas en las que se involucró, su breve tiempo viviendo en la calle, cuando fue prácticamente secuestrado por el tercer y cuarto afiliado de Workers -así como drogado-, entre otras cosas, todas las que pudiesen preocupar en demasía a su tan amada madre.

Intentó tranquilizarla relatándole que en realidad nunca estuvo solo, pues recibió ayuda de sus amigos en todas las ocasiones, también le mencionó la pandilla de Vasco que, lejos de ser un grupo de delincuentes juveniles, eran chicos que entrenaban por una noble causa; e hizo énfasis en su trato con el Señor Hong, pues consideró que la presencia de un adulto involucrado le daría más confianza a su mamá, y así fue al explicarle que era un hombre con influencias, padre de su mejor amigo Jay y que, además, le entrenó formalmente en artes marciales a través de Sophie.

—Por favor cuídate mucho, Daniel. ¿Sabes que te quiero mucho, verdad? —fueron las últimas palabras de su madre antes irse.

Daniel, en su cuerpo original apenas delgado, estaba hecho un mar de lágrimas y se aferraba al abrazo que compartían. Había pasado por tanto pero le reconfortaba saber que ya no le guardaba secretos a la persona que más quería en el mundo. La despidió con la promesa de terminar con todo ese asunto pronto y esforzarse en sus estudios, la vio partir hasta que su silueta desapareció a la distancia.

Después de ello, seguían sus amigos, ellos también merecían la verdad. Meditó sobre decirles a cada uno de forma individual, pero terminó convencido de que era mejor con todos juntos.

Les pidió no hablar hasta que finalizara su explicación, pues quería ser claro, conciso y que le pudiesen creer. Les demostró como su cuerpo dormía mientras el contrario estaba consciente y viceversa, les relató los detalles que vivió con cada uno de ellos en ambos cuerpos y les agradeció todo lo que habían hecho por él.

Para cuando las palabras se le terminaron, un silencio reinó en la estancia. Tenía miedo de alzar la vista, no tenía ni idea de cuáles serían sus reacciones, pero fue una grata sorpresa sentir como todos se abalanzaron para abrazarle y consolarle.

—¡Cerdito! —exclamó Zoe entre lágrimas, comprendiendo finalmente la época en que sus sentimientos eran confusos, ¡ahora sabía que cuando creyó que le gustaban dos chicos ellos eran una sola persona!

—¿Cómo pudiste ocultarle esto a tus amigos? —mencionó con una gran sonrisa Zack, integrándose al abrazo grupal y queriendo ocultar sus intensas ganas de romper a llorar.

—Gracias por confiar en nosotros —dijo  Mira, con una cálida sonrisa que estaba derritiendo el corazón del boxeador, quien se lanzó hacia ella al ver que sí estaba llorando.

—¡¿Danielito y Daniel grande siempre fueron una persona?! —Vasco parecía haber dejado de funcionar, estaba emocionado, confundido, con una lágrima en su ojo derecho y muy feliz. Jace se encargó de terminarle de explicar conforme mencionaba que ni sus mejores análisis hubieran podido prever aquéllo.

Jay parecía vivir una serie de conflictos internos frutos de la sorpresa. Pero terminó sonriendo y, una vez todos dejaron respirar al pequeño Daniel, lo abrazó como si su vida dependiera de ello.

—¿J-Jay? —tartamudeó confundido, pero correspondiendo el gesto. Conforme sus brazos se extendían por la espalda del rubio rió un poco al darse cuenta de la diferencia de estatura entre ambos, pues con su segundo cuerpo era más alto que Jay, pero con este cuerpo, ahora delgado y con el cual creció unos cuantos centímetros, aún era más bajito que él.

El tacto se prolongó unos minutos y, aunque ninguno pronunció palabra, pudieron comprender la profunda relación que habían construido, relación que no cambiaría por el hecho de tener dos cuerpos.

Para cuando Daniel sintió la humedad en su hombro, se dio cuenta de que Jay estaba llorando. Le dio unas suaves palmadas en la espalda buscando consolarlo, entonces se colocó de puntitas para alcanzar su oído y susurró:

—Muchas gracias por todo Jay.

El resto de aquella noche se convirtió en un festejo que fortaleció más su amistad con todos. Hablaron de experiencias pasadas, rieron, comieron, juraron destruir los turbios negocios de Charles Choi y mucho más.

Para ese entonces, aún les faltaba pasar por mucho para lograr sus objetivos, pero sabían que podían confiar plenamente los unos en los otros.

Poco a poco se despidieron, ya que al día siguiente tenían que ir a la escuela y el último en irse fue Jay.

—...

—Yo también te quiero, Jay —dijo Daniel con una enorme sonrisa antes de cerrar la puerta.

El "te amo" sin confesar.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora