CAPÍTULO V: CONTINUACIÓN DE CHARLA

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- Arturito, entonces – se había sentado frente a mí con piernas cruzadas - ¿tienes quién traiga tus documentos?

- Pues sí, pero aún no entiendo porque me ayudas.

- Estas en mi casa, ahora este es mi problema también pequeño diablillo, entonces, ¿quieres salir de esto pronto verdad?

- Pues.

- ¿Pues... qué?

- La cárcel no suena tan mal. – Luego de decir esto, me volteo la cara de una cachetada. - ¡¿Qué te pasa?! ¿Quién eres para hacer eso?

- Lo siento mucho Arturo. – Me miro, me había golpeado muy fuerte, y luego me beso. – Listo. – Sonrió picarona. – Ya me he disculpado, ¿te gustó?

- Ah... - Babeaba.

- ¡Ah! Pero que idiota eres.

- Bueno...

- En fin, ¿cómo nos ponemos en contacto para que te traigan tus cosas?

- Pues, el que lo haga se lo dirá a mi familia y aún estaré en líos.

- No te preocupes, yo me ocupo de eso mi rey. – Cada vez que me hablaba me excitaba más, era muy sensual.

- Pues, ¿tienes internet?

- JA, JA, JA, JA.

- ¿Por qué te ríes?

- ¿Con una casa tan bella como la mía? ¿Viviendo en uno de los barrios más lujosos de la ciudad y, no voy a tener internet?

- Ah... En mi pueblo no todos tienen internet, gente como yo tendría que ir al centro a pagar por un rato en un ciber.

- Oh, ya veo, perdón cielo, bueno, ah... - Se rascaba la cabeza. - ¿Qué necesitabas buscar?

- A un amigo, se llama...

- No necesitas decirme. Haz lo tuyo, allí está la laptop.

- Ok, gracias.

- ¿Y es guapo?

- Pues, no lo sé.

- Bueno, no importa, sí es así, me dices, je, je, je.

- ¡Guau, guau!

- ¡Mefistófeles! Ya vuelvo Arturo, creo que hay alguien tocando.

En ese momento sentí pavor, ¿quién estará afuera? ¿me entregara? Ah...

- ¡Hola amor! – Escuchaba besos.

- Ursu, ¿quién es ese muchacho? – Voltee, era un joven como ella, cargaba un ramo de flores en las manos.

- Ahorita te explico, ven pasa, deja las cosas en el sofá.

- Sí, será necesario que lo hagas. Voy a tomar un baño.

- Vale. – El muchacho me vio, me saludo con la cabeza y fue a la habitación, yo seguí en lo mío como si nada hubiese pasado. Aunque, era más que evidente que era el novio de Úrsula, o un amigo muy íntimo, o ¿quién sabe? Me ha demostrado que es bastante caliente.

En internet aproveché de saludar a un viejo amigo de mi barrio y le pedí que por favor se infiltrara en mi casa (si, eso suena muy loco) y tomara mis documentos, y me los trajera personalmente ya que, enviarlos por correo sería muy peligroso, aunque digan que jamás revisan eso, yo no me creo esa patraña.

- Alfonso Nicole, ummm... Muy guapo, así te vamos a transformar.

- ¿Eh? ¿Qué? ¿Transformar?

- Sí mi rey, a ver, ¿crees que la policía no ha registrado a un muchacho con el cabello rojo, alto, con un suéter de lana rojo también, jeans azules y zapatillas negras?

- No lo había pensado.

- Porque de seguro tienes mucha pornografía en ese cerebro.

- ¿Qué?

- Nada.

- Bueno, pero, ¿cómo me vas a transformar?

- Ya verás...

Diario de ArturoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora