CAPÍTULO TRES.

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Le miré con asco, odio cómo me trata, y me levanté a por mi bolígrafo azul. Caminé por la clase hasta llegar al sitio en el que había acabado mi bolígrafo, me agaché, lo cogí y volví a mi sitio. Un par de chicos nuevos me echaban vulgares piropos.

-Yo te daba. -decía uno de ellos.

+Vaya culo. -decía otro.

Y así hasta llegar a mi sitio.

-Tan mal no estaré para que tíos así se fijen en mí. -pensé al sentarme.

La clase concluyó sin que Daniel hubiera pronunciado palabra después de tirar mi boli. En el intercambio, se levantó y fue hacia sus amigos. Mientras, yo guardaba mis cosas en la cartera y sacaba filosofía, odio esta asignatura, de veras que la odio.

Saqué mi móvil, conecté los auriculares, puse música y me los coloqué. Decidido: hoy no iba a dar filosofía. Haré que atiendo y listo, además, así no tendré que escuchar a Daniel y sus insultos.

A los pocos minutos, apareció el profesor. Daniel vino y se sentó, cómo no, me miro con esa cara de desprecio. La clase avanzaba y con ella mi aburrimiento. Noté como Daniel me daba en el hombro, y seguidamente, me quitaba un casco.

-¿A caso estás sorda? -decía.

+Qué quieres? -dije seca.

-Ni te has inmutado cuando te he hablado.

+No te escuchaba, llevo los cascos. ¿A caso no los ves?

-Bueno, baja los humitos. -dijo acompañando la frase con una sonora carcajada.

+¿Qué pasa allí atrás Oviedo? -interrumpió el profesor.

-Nada, ¿qué va a pasar? -dijo Daniel con un aire chulesco.

+No sé, como se reía tan efusivamente. Cuéntenos el chiste, así nos reímos todos.

-¿De verdad quiere que le cuente de qué me río?

+Sí, haga el favor.

-Pues mire a mi izquierda. No hay mayor chiste que su cara. - dijo mirándome y empezó a reír a carcajadas.

Todos le imitaron y rieron, excepto los chicos que me habían piropeado antes y el profesor de filosofía.

+Haga el favor de pedir disculpas a su compañera. De verdad, ¿usted no va a dejar nunca ese vulgarismo?

El timbre finalizó la conversación, Daniel se rió una última vez y se encaminó de nuevo hacia sus amigos. Los tíos de antes vinieron a mi sitio.

-No le eches cuenta a ese gilipollas, se le ha subido eso de tener miles de fans. -y seguidamente me guiñó un ojo.

+Gracias, eso haré. -les dediqué una sonrisa y se marcharon.

Por fín, última clase del día y a casa.

Definitivamente; Te quiero. Jesus y Daniel (Gemelier)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora